lunes, 25 de julio de 2016

CERRO MARIO ARDITO (3758m) EN ESQUÍES

A la semana siguiente, entusiasmado por la calidad de la nieve, volvemos por más. Esta vez voy con Cristian Sancho, viejo amigo de montaña y excelente esquiador. Esta vez es el turno del Mario Ardito, otra de las cumbres aledañas a Penitentes. Aprovechamos a ganar tiempo subiendo por la telesilla hasta la máxima altura y de ahí hacemos una travesía hacia nuestro objetivo. Son las 12:15 cuando nos ponemos las “pieles” y comenzamos a subir. Esta vez encaramos unas pendientes más pronunciadas en forma de “vallecitos” que nos acercan a la cara sur del Cruz de Caña. Desde allí ya vemos nuestro objetivo aún lejano.
Nuestro objetivo, visto desde la base del centro de ski
Ganando altura rápidamente por los vallecitos del Cruz de Caña
Travesía horizontal para acercanos al Ardito
Aprovechamos a ganar tiempo subiendo por la telesilla hasta la máxima altura y de ahí hacemos una travesía hacia nuestro objetivo. Son las 12:15 cuando nos ponemos las “pieles” y comenzamos a subir. Esta vez encaramos unas pendientes más pronunciadas en forma de “vallecitos” que nos acercan a la cara sur del Cruz de Caña. Desde allí ya vemos nuestro objetivo aún lejano.
Abajo quedaron las pistas y la gente
Nuestro objetivo aún lejano
Panorámica 360°, tarde fría, rápidas fotos
El día se presenta soleado con nubosidad alta sobre la cordillera Frontal. Seguimos a buen paso, tratando de no perder altura. Son las 14:40 hs cuando alcanzamos el portezuelo que une ambos cerros. Hemos tenido que hacer algunos rodeos y descensos para alcanzar este punto. Desde aquí, como siempre, la cumbre parece cercana. Apretamos el paso y comenzamos a subir la ladera norte del Ardito. Recién pasadas las 15:30 estamos en la cumbre. Felicitaciones de rigor y fotos panorámicas. Aprovechamos para comer y beber algo antes de emprender el descenso.
Vista al oeste desde la cumbre, la curva de la Soberanía y el Caracoles
Contentos, ahora llegó el momento de la verdad!
Descenso con "luz plana", un descenso no tan gozado como esperábamos
Las altas nubes han cubierto el cielo y el día se ha teñido de gris. Ajustadas las botas y fijaciones llega la hora de la verdad. Las condiciones de la nieve y la pendiente no me permiten hacer el descenso que hubiera querido. Me decido por una actitud “conservadora” y me decido solamente a “bajar en esquíes” estos primeros metros, ya sea derrapando o en “vuelta maría”. Cristian hace gala de su técnica y se enfrenta con soltura a la pendiente. La luz “plana” (cielo nublado no permite ver los relieves del terreno) no ayuda para nada en estas circunstancias y dos o tres veces me caigo por esta causa. Desde el portezuelo las condiciones de la nieve mejoran notablemente y disfrutamos del descenso. En esta parte voy ganando confianza con los giros y es cuando uno empieza a ver que aquí está el disfrute de la actividad… Al final, antes de llegar a las pistas, encontramos nieve congelada por lo que volvemos a extremar precauciones. Una vez en las pistas, descendemos apreciando la diferencia de hacerlo aquí o “fuera de pista”. Son las 17:45 cuando llegamos a la base y compartimos unas cervezas invitados por Bruno y su pequeño hijo José. Termina el día y nace la pregunta ¿Qué hacemos el fin de semana que viene?
El Tolosa nos despide otra vez

CERRO CRUZ DE CAÑA (3676m) EN ESQUÍES

Ruta atestada de vehículos
Luego de superar las pistas, disfrutando de la excelente nieve virgen
Suaves pendientes finales
Este 2016 comenzó con nevadas tempranas que ilusionan con un año de muchas precipitaciones. Y apenas se presentó la oportunidad, tomé rumbo a Penitentes. Este centro de esquí, ya estaba funcionando a pleno para el fin de semana largo del 20 de junio. Mientras la gente se agolpaba para comprar el ticket y acceder a las pistas, yo colocaba las “pieles de foca” y enfilaba hacia la quebrada del arroyo Cruz de Caña. Tranquilamente fui ganando metros, bastante más lento que los esquiadores en telesilla, pero entusiasmado por el desafío que tenía por delante. Esta vez las circunstancias hicieron que probara ir “en solitario” a un sencillo y conocido objetivo: el cerro Cruz de Caña. En 2009 lo había subido con Mijel y Malevo cuando daba mis primeros pasos en la actividad. Las condiciones de la nieve eran perfectas y el itinerario elegido no presentaba riesgos de avalanchas, situación que me dejaba tranquilo en ese aspecto.
Centro de ski desde la cumbre
La cara lo dice todo
Valle del Cuevas
Comencé el ascenso a las 11:30 desde el auto. Poco más de dos horas me llevó alcanzar los 3200m, el punto más alto de las pistas. Seguí ascendiendo por el fondo de la quebradita hasta rodear el Cruz de Caña por el Oeste. Esta vertiente del cerro es muy suave y permite un ascenso cómodo y tranquilo. La cumbre la alcancé a las 15.30, luego de 4 hs de marcha. El día impecable y frío tentó para sacar unas panorámicas desde la cumbre, pero el descenso apremiaba. Una llamada por teléfono para avisar que todo estaba en orden y a comenzar el descenso. Las suaves pendientes por las cuales había subido me permitieron “entrar en calor” con los primeros giros. Me sorprendí que me salieran tan bien, pero era la increíble condición de la nieve que permitía a un novato en estas lides que gozara de un descenso soñado. Una hora más tarde de haber dejado la cumbre, me encontraba al pie de las pistas de esquí, mirando de reojo la cumbre del Cruz de Caña.
Panorámica 360° desde la cumbre: nunca nos cansamos de mirar montañas!
El sol baja rápido y nosotros también
Algunas "eses" en el tranquilo descenso
El Tolosa nos despide

REFLEXIONES SOBRE MONTAÑISMO INVERNAL

Como disfrutar la montaña todo el año...

Desde hace más de 30 años, cuando comencé con la pasión de vivir la montaña, el invierno fue la estación dura y mágica a la vez. Por un lado, se extreman las condiciones climáticas que naturalmente presenta la montaña en verano y por otro, los paisajes conocidos cambian al estar cubiertos de nieve, dándoles una imagen totalmente renovada. Cualquier ascensión a cerros de 2000m y 3000m presentaba condiciones de alta montaña. Aquellos inviernos de los ’80 eran inviernos duros: mucho frío, mucha nieve.
Julio 1984 / Ascenso  desde Villa El Salto al filo del Medio
Julio 1984 / Escalando en roca en el pilar este de la Cascada del Salto
Setiembre 1987 / Cerro Buitrera
Pero las ganas de salir a disfrutar esos paisajes eran mayores al precario equipo que teníamos. Entonces había que fabricar polainas de “cuerina” o “resinado grueso”. Usando la vieja máquina de coser manual (y rompiendo buena cantidad de agujas) lográbamos hacer el equipo necesario para impedir que la nieve entrara en contacto tan rápidamente con los pies. Unos borceguíes de cuero era lo mejor que disponíamos para poder encarar alguna cumbre. Y una vez equipados tan rudimentariamente, salíamos a “abrir huella” para poder alcanzar los objetivos buscados. La cascada del Salto, el cerro Castaño, el San Jorge o la Cadenita, terminaban siendo una verdadera aventura, no exenta de manos y pies fríos, y regresos nocturnos.
Junio 1992 / Cascada del Salto
Julio 1996 / Intento pared sur Pico Bonito: buscando la nieve más firme
Julio 1996 / Intento pared sur Pico Bonito: el día se acaba y estamos agotados
Ya en los ’90, contando con botas dobles de plástico y pantalones impermeables, las ascensiones invernales dejaron de ser tan sufridas. Pero en buena parte lo seguían siendo dado que frente a la nieve blanda no había otra opción que “abrir huella”. Y así la estación más fría, siempre exigía un gran desgaste físico y muchas horas de esfuerzo para realizar los objetivos.
Junio 1997 / Ascenso enérgico por la quebrada de La Manga
Junio 1997 / Descenso cansino por la quebrada de La Manga
Julio 2000 / Cruzando "a pelo" el río Cuevas
Julio 2000 / Cinco horas para subir 500m de desnivel en el portezuelo del Visera
Julio 2000 / Intento al cerro Soldado Soler desde la quebrada Blanca
Agosto 2001 / Navegando en nieve honda en la cara sur del Puquios
Recién comenzando el nuevo siglo, pude ir experimentando el material más adecuado para desplazarse en las montañas nevadas. Un curso de esquí travesía con el “Indio” Iribas en Puente del Inca fue el puntapié para decidirse a invertir tiempo en esta actividad. Había tenido una sola experiencia de esquiar cuando tenía 14 años, pero siempre lo había visto como un “deporte caro”. En aquella época de adolescente, mi conclusión con respecto al esquí era que “con lo que se gasta en un solo día, puedo irme una semana a subir cerros”. Pero al introducirme en el “esquí de travesía” o “randoneé” la opinión sobre este deporte cambió totalmente. Ahora sabía cómo disfrutar la montaña en invierno, sólo restaba conseguir el equipo. Y hasta que eso pasara, me valí de una herramienta más sencilla y práctica (y a la vez más económica): las raquetas de nieve. Y así fue como valiéndome de este útil y básico equipo para montañismo invernal, pude realizar interesantes ascensiones. No podría haber sido subido El Leñas Sur, Tambillitos, Aguas Saladas, Leñas del Tolosa, en pleno invierno y en una jornada sin las imprescindibles raquetas.
Junio 2003 / Aprovechando nieve cartón para subir el Banderita Norte
 Agosto 2002 / Condiciones ideales en  la Punta de las Agujas
2006 / Primera ascenso con raquetas: intento al cerro Leñas Sur en el día
Finalmente el momento iba a llegar: a fuerza de ir completando pacientemente el equipo de esquí travesía, pude comenzar a vivir la montaña en invierno practicando esta actividad. Si bien no es una actividad sencilla (requiere mucha experiencia de esquí “de pista” y de lectura de terrenos nevados) a fuerza de entusiasmo y ganas pude ir dando los primeros pasos en este nuevo mundo. Y eso creo que es lo que más me motiva del montañismo: darse cuenta que quedan un montón de cosas para aprender y experimentar, a pesar que pasen los años, uno siempre puede elegir enfrentar nuevos desafíos.
Junio 2007 / Cerro Tambillitos con raquetas
Julio 2007 / Otra vez al cerro Leñas con raquetas, faltó la última parte
Agosto 2008 / Trekking en Horcones: cruzando la avalancha del Aguas Saladas