lunes, 3 de octubre de 2016

PRIMERA ASCENSIÓN AL CERRO CLONQUIS (4604m)

“La montaña que llamaba a ser subida”

Hace varios años ya, cuando estaba en pleno plan de ascenso de las cumbres cercanas a la ruta a Chile, subí el cerro Visera. Este pico, así llamado en el libro Geología del Aconcagua de Víctor Ramos, era hasta ese entonces (año 2010) una cumbre más sin ascensos. Una vez alcanzada la cima, como es mi costumbre, fotografié todo el horizonte de montañas en detalle. Y allí comenzó esta historia… En una de las tantas fotos que capté en ese momento, aparece el icónico cerro Polleras como motivo principal. Y como inevitable motivo secundario, aparece una de las llamativas cumbres de los “Clonquis”. Tiempo después, en una de las tantas tardes de estudiar fotos de montaña, vuelvo sobre esta foto del Polleras. Pero en este caso no me llama la atención ese hermoso cerro sino algo así como un “palito” que aparece en la cumbre del Clonquis en primer plano. Y aquí comienzan las dudas y conjeturas de sí realmente eso es algo dejado por algún montañista. Pasan los años y el cerro “del palito” seguía en carpeta. Descubrir una vía de ascenso no parecía algo sencillo, ya que su fisonomía era similar a la de sus vecinos: su cumbre es un clásico “klippe” (isla tectónica). Y en sus laderas se observan las clásicas bardas rocosas de los estratos que “cabalgan” unos sobre otros. Esto que puede ser el paraíso para los geólogos, puede ser un dolor de cabeza para quienes buscan una vía certera de ascenso al punto más alto. Junté fotos de diferentes ángulos, aéreas y de cumbres vecinas, buscando un camino que pudiera unir los espacios entre las bardas de la vertiente norte.
Contenos antes de partir
Río Tupungato con un caudal atípico para la época
En dos horas llegamos a refugio Río Blanco
Finalmente llega la primavera de 2016 y las obligaciones laborales y personales, me habían mantenido totalmente ocupado. Llevaba tres meses sin salir a la montaña y poco más de un mes sin siquiera poder salir a entrenar. Aún así la motivación por explorar aquel cerro seguía presente. Aprovechando que el amigo Diego Molina viene a la salida de la escuela de Guías de Mendoza, en la que está cursando su primer año, decidimos por fin intentar el ya famoso (para nosotros) cerro. La actividad comienza a las 8 de la mañana de un cálido día de primavera en Punta de Vacas. Allí dejamos el auto y comenzamos la larga aproximación hasta la base del cerro. Luego de un par de horas de rápida caminata, llegamos al refugio de Río Blanco. Es la primera vez que Diego recorre esta zona, y está maravillado con cada detalle del paisaje. Un breve descanso y sin demorarnos, seguimos nuestra marcha ingresando a la quebrada de río Blanco III ó Blanco del Tupungato. Aquí encontramos restos de rodados de nieve que aún cubren el río formando puentes naturales, tal como nos había comentado Don Ibaceta cuando lo cruzamos por el camino.
Rodados en quebrada Río Blanco III
Hacia el Potrero Escondido, al fondo cerro Colorado
Descanso merecido 
Las cumbres que van apareciendo a medida que vamos transitando la quebrada maravillan cada vez más a Diego. El siempre impresionante cerro Colorado (desde el 2015 no más invicto) y el clásico “horn” (forma de cuerno) del Potrero Escondido son el imán necesario para que en menos de 5 horas alcancemos la entrada de nuestra quebrada. Allí hacemos un descanso más largo, cambiando calzado y comenzamos a ganar metros en la fuerte subida de este “valle colgado”.
Marcha forzada para llegar al Potrero Escondido
Fuerte subida en la entrada de la quebrada
Suiza mendocina
Una vez arriba por fin vemos nuestro objetivo: es una de las tres clásicas cimas del cordón del Clonquis que cierra la margen sur de la quebrada del Potrero Escondido. Unas tempraneras vacas adornan el cuadro asemejándolo a un paisaje suizo. La subida se ha hecho sentir y las horas de caminata acumulada también. Son más de las tres de la tarde y aún quedan algunos kilómetros de recorrido hasta el sitio elegido para vivaquear. Hemos optado por ir lo más liviano que posible y de esta manera llevar un ritmo “ágil”. Vamos sin carpa, con un calentador pequeño y eficiente con una sola carga de gas, dos sobres de liofilizado y algunos chocolates y turrones de comida de marcha. El abrigo personal es el justo y necesario; pero no podemos dejar de cargar piqueta, grampones y algo de material de escalada en hielo y roca. Las mochilas rondan los 12 a 15 kilos, peso que nos permite ir bastante cómodos. Hace 20 años que no vuelvo por el Potrero Escondido y no me acordaba las subidas y bajadas de los socavones y cárcavas que aparecen en dos o tres puntos del recorrido. Así y todo es un valle hermoso, muy cómodo para caminar a diferencia de las clásicas “gargantas” de la cordillera frontal.
Valle del Potrero Escondido, izquiera Los Clonquis
Rumbo al vivac, al fondo el Piramidal
A toda máquina ganando metros
Son casi las 6 de la tarde cuando alcanzamos la base de nuestro objetivo. El sol aún nos castiga con fuerza y aprovechamos a sentarnos a tomar algo antes comenzar a fabricar el sitio de vivac. También dedicamos unos minutos a estudiar lo que deberemos subir mañana, pero desde aquí abajo la perspectiva no ayuda. Toda la vertiente norte de este cerro está defendida por “bardas” rocosas que la atraviesan en forma diagonal. La única posibilidad es seguir un cauce que ha erosionado las distintas barreras y que ahora en primavera aún tiene algo de nieve que facilita su tránsito. Sacamos un par de fotos que nos ayudarán a ubicarnos el día de cumbre. Pensando en eso, traigo el celular, con algunas fotos aéreas cargadas que serán indispensables para interpretar la montaña. Una comida liofilizada que nos parece un manjar (es mucho el hambre que despertó la caminata) y después de racionar muy bien la comida que queda y preparar las mochilas para el día de cumbre nos dormimos. Por un momento pensamos en salir muy temprano, es decir de noche, para hacer cumbre a primera hora de la mañana y evitar las posibles caídas de piedras que tiene la ruta elegida. Pero el panorama no es muy claro y la noche sin luna en un estrecho canal con escasa nieve no ayuda. Así que finalmente el despertador queda para las 5, recién a las 5:30 AM estamos despertándonos y 6:40 estamos en marcha.
Pendientes antes del vivac
Guardián de los Valles al atardecer
Cerro Colorado ("cerro arrugado" para los arrieros)
Comenzamos subiendo por el fondo del canal que se halla cubierto de nieve. Ganamos altura rápidamente, pero el entusiasmo dura poco, debemos buscar un camino por una de las márgenes, dado que hay un estrechamiento con cascada de agua incluida. Más arriba volvemos al canal y en algunos sectores las rocas caídas indican el “bombardeo” que sufre a horas del mediodía. Seguimos subiendo hasta una evidente bifurcación donde tomamos el ramal de la izquierda. Aquí la pendiente se acentúa alcanzando los 45° en algunos sectores, pero los “escalones” que forman los incipientes penitentes dan total seguridad. Así es como vamos subiendo sin ni siquiera usar los grampones. Más arriba una nueva bifurcación y volvemos a elegir el ramal izquierdo. El ramal derecho va directo a un estrechamiento bajo los “colmillos”, carámbanos de hielo que vimos desde abajo y nos sirven de referencia. La ruta estudiada en las fotos sigue el cauce-canal hasta la primera bifurcación y luego sube por rampas (de nieve o acarreo) que debemos conectar salvando algunas “bardas de roca”. En la realidad, sino fuera por las fotos que traemos, ¡de esta “ratonera” no es sencillo salir!.
Comenzando al amanecer
Atravesando campo minado
Bifurcación
Subida por el canal elegido

Cómoda subida por nieve dura
Campos de nieve antes de las bardas de roca
El nevé por donde vamos subiendo se estrecha, pasamos al lado de una cascadita y aparece la primera dificultad: hay que atravesar una barrera de roca. El paso es fácil, sólo se trata de unos 15/20m de escalada de III° en unas rampas aplomadas (slabs). El peligro consiste en que no es fácil asegurar (tampoco valdría la pena en esta pendiente) y la roca está cargada de material suelto que puede hacernos trastabillar. Con delicadeza superamos sin inconveniente este primer paso. A la salida, vamos por un pedrero al pie de otra barda de roca más alta. El panorama hacia arriba no se aclara y seguimos subiendo. Después vemos una brecha en la barda que venimos costeando y aprovechamos a dejar las mochilas y escalarla para ver que se ve del otro lado. Este paso es algo más vertical que el anterior, y con una dificultad también de III°. Una vez arriba vemos que lo más conveniente es volvernos a las mochilas y seguir por el mismo canal, no es más sencillo el camino por aquí. Minutos más tarde, luego de destrepar el paso, tomamos las mochilas y seguimos subiendo por nieve. Aquí, como los escalones de nieve van desapareciendo, aprovecho a usar los grampones y la piqueta que hasta ahora habían venido a “pasear”. En pocos minutos más estamos al final de la nieve, que remata al pie de la barda rocosa. El paso a forzar para superarla no es largo ni difícil. Debe tener unos 7 u 8 metros, en roca medianamente firme (para el tipo de montaña que nos encontramos) y no debe superar el III°. La diferencia es que es un poco más vertical que los resaltes anteriores. Una vez arriba, el panorama se aclara y vemos los estratos de roca negra que señalan el fin de las dificultades. ¡Alivio por poder recorrer toda la ruta trazada en la foto y sin grandes dificultades! Como diría Diego, “¡sacamos todo el material a pasear!” a lo que yo agrego, “bueno, veremos si necesitamos algo en el descenso…”Cruzamos nevés, algunos riscos y llegamos a la rampa de acarreo que baja de la cumbre. Aquí el entusiasmo nos lleva a un paso que a nuestro cuerpo le cuesta mantener. Imaginarnos al fin aquí arriba y en menos tiempo de lo esperado (llevamos algo más de 5hs desde el vivac) nos hace estar más que contentos. Los últimos metros es de un acarreo empinado pero fácil de subir. A medida que nos vamos acercando buscamos el famoso “palito”…pero ¡nada! ¡Hemos llegado al punto más alto y no hay absolutamente nada en la cumbre! Estábamos muy seguros de lo que habíamos visto en esa foto donde a pesar de la distancia se distingue perfectamente algo así como un mástil, una vara o un poste. Y la montaña vuelve a demostrarnos que parte de su historia está escondida en sus cumbres… o como en este caso “no escondida” ya que nosotros con nuestro ascenso comenzamos su historia de ascensiones…
Aprovechando que el sol no ablanda la nieve
Costeando la barda
Corta trepada al final del nevé
Durante toda la ascensión habíamos venido pensando si Reichert o alguno de los primeros exploradores de la zona podría haber alcanzado esta cumbre. Aunque no comentan nada en el famoso libro “Exploración de la Alta Montaña de Mendoza”, el palito que se veía de lejos nos llevaba a pensar que podría haber sido subido por algún integrante de sus expediciones o de alguna otra expedición de la época. Pero lo intrincado del recorrido de ascenso y los dos o tres pasos complicados (y que nosotros gracias a la nieve encontramos bastante más fáciles ya que se hallan “rectificados”) nos hacían pensar que era difícil que alguien hubiera subido por esta vertiente. Pero la cumbre tenía la última palabra, el cerro no tenía ascensos y lo que habíamos visto en la foto seguramente era una verdadera ilusión óptica. Y como diría el amigo Lito Sánchez “ese cerro te llamó para que lo subieras”. Y verdaderamente creo que fue así. Un clima espectacular nos acompaña, por lo que gozamos de la cumbre un buen rato. Habíamos llegado a las 12:20, luego de 5:40hs de subida desde el vivac para los 1300m de desnivel. Mientras Diego fabrica la consabida pirca, yo estoy embarcado en las panorámicas y en las fotos en detalle que seguramente serán objeto de estudio en casa. Y de las cuales aparecerán otros “cerros con palito” que nos mantenga entretenidos…Luego nos ponemos a hacer una sopa que nos ayuda a hidratarnos ya que el agua que traíamos se ha acabado. Cabe destacar que durante toda la subida hay pequeños arroyos de deshielo diario, por lo que no hace falta cargar desde abajo mucha cantidad.
Vista al Este
El Centinela desde la cumbre
Contentos a pesar de no encontrar el "palito"
Pirca y cordón de Santa Clara
Panorámica al Oeste
Dejamos nuestro testimonio al pie de la pirca y recién a las 2 de la tarde comenzamos el descenso. La cumbre tiene una altura de 4604m según gps. Hemos traído dos aparatos, por lo que aprovechamos a llevar uno en modo “track” durante todo el ascenso a fin de poder rehacer el camino en el regreso sin inconvenientes. El sol ha ido ablandando la nieve y el único temor para la bajada son las caídas de piedras. Minutos más tarde llegamos al primer destrepe, que hacemos sin inconvenientes, aunque puede instalarse un rappel enlazando un bloque a la izquierda.
Descendiendo los campos de nieve ya blanda

Llegando a la primera trepada
Llegando a la zona peligrosa
Desandamos con cuidado el nevé más empinado y luego tocan los acarreos sobre las rampas de roca. Con cuidado llegamos al borde del otro destrepe. Este es más fácil por ser placas “tumbadas”, pero requieren la misma atención y delicadeza. Y en minutos más estamos abajo. Aquí un rappel es más complicado para asegurar (con algún clavo en el borde la barda) además de tener cuidado por la cantidad de piedras sueltas en las rampas.
Sector de descenso veloz por la caída de piedras
Saliendo del canal, cerca del vivac
Últimos metros de descenso
Descanso en el vivac antes de continuar el descenso
Carrera contra la noche para llegar a río Blanco
Descanso en el descenso para hacer un boulder

Seguimos bajando y viendo como la nieve se ha transformado mucho por el calor del día. Estamos ansiosos por poder salir del sector “bombardeo”. Sabemos que estamos en la peor hora del día. Luego de bajar el canal, nos vamos acercando al sector más peligroso. Allí optamos por dos tácticas: cuando tenemos un lugar donde resguardarnos, uno de nosotros se queda vigilando y el otro avanza hasta el próximo refugio. Y si el tramos no ofrece reparos, bajamos corriendo los dos a la vez rogando que no caiga nada. Minutos más tarde ya estamos fuera del área de peligro, juntando agua al borde de un pequeño campo de nieve. Aquí ya podemos relajarnos, mirando el camino realizado.
Cara de dormido 
Valle del río Blanco en sombras
Desandando el camino hacia el río Tupungato
En el vivac hacemos una frugal picada con pan algo de fiambre y luego de rearmar las mochilas volvemos a ponernos en marcha. La idea es bajar hasta el río Blanco y acortar el último día. Son las 6:15PM cuando nos despedimos de este hermoso lugar y comenzamos la marcha rápida para ganarle a la luz del día. Son las 8PM cuando estamos subiendo el tapón de la entrada. Y media hora más tarde llegamos ya en penumbras al valle del río Blanco. Ha sido un largo día, así que mientras uno derrite nieve (el río trae agua color chocolate) el otro fabrica el sitio de vivac. Comida frugal, charla más frugal todavía y antes de las 10PM estamos roncando.
Marcha forzada
Primavera anticipada
Deshielo y calor
El tercer y último día nos despertamos cuando el cielo ya está claro pero nos movemos recién un rato después. Esperamos al sol para desayunar lo poco que queda. Armadas las mochilas, comienza la larga marcha. A las 10:15AM comenzamos y en poco más de dos horas estamos en el refugio Río Blanco. Una parada más larga para tomar líquido y comer el último bocado. Finalmente llegamos a Punta de Vacas poco después de las 3PM, cansados pero muy contentos por la salida compartida. Fueron dos días y medio de intensa actividad, descubriendo una cumbre más de nuestra extensa cordillera, escuchando a esa cumbre que “llamaba a ser subida”.
Puentes naturales
Brindis con lo que había en el refugio
Larga caminata hasta Punta de Vacas

lunes, 25 de julio de 2016

CERRO MARIO ARDITO (3758m) EN ESQUÍES

A la semana siguiente, entusiasmado por la calidad de la nieve, volvemos por más. Esta vez voy con Cristian Sancho, viejo amigo de montaña y excelente esquiador. Esta vez es el turno del Mario Ardito, otra de las cumbres aledañas a Penitentes. Aprovechamos a ganar tiempo subiendo por la telesilla hasta la máxima altura y de ahí hacemos una travesía hacia nuestro objetivo. Son las 12:15 cuando nos ponemos las “pieles” y comenzamos a subir. Esta vez encaramos unas pendientes más pronunciadas en forma de “vallecitos” que nos acercan a la cara sur del Cruz de Caña. Desde allí ya vemos nuestro objetivo aún lejano.
Nuestro objetivo, visto desde la base del centro de ski
Ganando altura rápidamente por los vallecitos del Cruz de Caña
Travesía horizontal para acercanos al Ardito
Aprovechamos a ganar tiempo subiendo por la telesilla hasta la máxima altura y de ahí hacemos una travesía hacia nuestro objetivo. Son las 12:15 cuando nos ponemos las “pieles” y comenzamos a subir. Esta vez encaramos unas pendientes más pronunciadas en forma de “vallecitos” que nos acercan a la cara sur del Cruz de Caña. Desde allí ya vemos nuestro objetivo aún lejano.
Abajo quedaron las pistas y la gente
Nuestro objetivo aún lejano
Panorámica 360°, tarde fría, rápidas fotos
El día se presenta soleado con nubosidad alta sobre la cordillera Frontal. Seguimos a buen paso, tratando de no perder altura. Son las 14:40 hs cuando alcanzamos el portezuelo que une ambos cerros. Hemos tenido que hacer algunos rodeos y descensos para alcanzar este punto. Desde aquí, como siempre, la cumbre parece cercana. Apretamos el paso y comenzamos a subir la ladera norte del Ardito. Recién pasadas las 15:30 estamos en la cumbre. Felicitaciones de rigor y fotos panorámicas. Aprovechamos para comer y beber algo antes de emprender el descenso.
Vista al oeste desde la cumbre, la curva de la Soberanía y el Caracoles
Contentos, ahora llegó el momento de la verdad!
Descenso con "luz plana", un descenso no tan gozado como esperábamos
Las altas nubes han cubierto el cielo y el día se ha teñido de gris. Ajustadas las botas y fijaciones llega la hora de la verdad. Las condiciones de la nieve y la pendiente no me permiten hacer el descenso que hubiera querido. Me decido por una actitud “conservadora” y me decido solamente a “bajar en esquíes” estos primeros metros, ya sea derrapando o en “vuelta maría”. Cristian hace gala de su técnica y se enfrenta con soltura a la pendiente. La luz “plana” (cielo nublado no permite ver los relieves del terreno) no ayuda para nada en estas circunstancias y dos o tres veces me caigo por esta causa. Desde el portezuelo las condiciones de la nieve mejoran notablemente y disfrutamos del descenso. En esta parte voy ganando confianza con los giros y es cuando uno empieza a ver que aquí está el disfrute de la actividad… Al final, antes de llegar a las pistas, encontramos nieve congelada por lo que volvemos a extremar precauciones. Una vez en las pistas, descendemos apreciando la diferencia de hacerlo aquí o “fuera de pista”. Son las 17:45 cuando llegamos a la base y compartimos unas cervezas invitados por Bruno y su pequeño hijo José. Termina el día y nace la pregunta ¿Qué hacemos el fin de semana que viene?
El Tolosa nos despide otra vez