jueves, 23 de mayo de 2013

CERRO QUEBRADA FIERA 4578m

CUMBRE OLVIDADA DE ANTIGUO NOMBRE

Amanece en la quebrada Polvaredas
Picos dorandose al sol
Rocas inescaladas
Quebradita angosta
Protegido de las piedras
Murallas y cordón de la qda. Colorada
Sólo un nombre que aparece en la vieja carta del IGM de hace más de 50 años es lo que tenía de referencia de este cerro. Un nombre que si bien no tiene la “coherencia” que se puede pedir para denominar a un cerro (¿cómo un cerro se va a llamar quebrada?) por lo menos algo anticipa de las características del terreno. Y ése justamente era el “crux” de la ascensión, que ya conocía desde el 2010 del ascenso al Pirámide Choiyoi y a la Peña del Naciente. De ése tramo de estrecha quebrada me había quedado un recuerdo no muy grato: un terreno trabajoso para transitar y a tiro para la caída de piedras. Así que esta vez iba preparado a poner toda la energía para superarlo o evaluar si con la nieve recién caída podía convertirse en algo demasiado complicado y volver en otro momento.
El desnivel entre el auto y la cumbre, unos 2400m, es considerable, por lo que llegué a dudar si se podía hacer en esta época del año en una jornada desde la ciudad de Mendoza. Por lo que no quedó otra que madrugar más que otras veces y comenzar la jornada antes que salga el sol. A las 4:40 AM salí desde la ciudad y dos horas después estaba con los preparativos en Polvaredas. A las 7:10 AM comienzo a caminar a la luz de la linterna frontal. Gracias a que conozco el sendero que bordea el arroyo Polvaredas, voy sin problemas avanzando a buen paso. Un par de ojos brillantes y amarillos se quedan clavados mirándome, y me dan tiempo para que saque la cámara de fotos. Por la oscuridad del momento la cámara no puede hacer foco, pero queda la duda de que animal se trata…¿podrá ser algún felino?. A la hora y media hago el primer descanso en la bifurcación. El aire está frío y hay que comer y tomar algo bien rápido. El estado del tiempo que había sido la gran incógnita antes de venir, aquí se presenta todo despejado, frío y calmo. Sin demorar mucho encaro el brazo “encerrado” de la quebrada. Unos centímetros de nieve reciente cubren todas las piedras y el arroyo suena debajo de una gruesa capa de hielo. Voy acumulando metros rápidamente, y en poco más de una hora estoy en la parte más complicada de este tramo. Aún voy dudando si podré pasar por las condiciones del terreno, duda que me hace pensar que si me vuelvo ahora aún puedo llegar a tiempo a un asado con amigos que están en el Salto…Unas huellas recientes de guanaco me muestran el “atajo” que ellos toman para evitar los saltos del arroyo. Me acuerdo de este sendero de la vez pasada y encaro el ascenso. En poco tiempo más estoy saliendo nuevamente a la vera del arroyo, arriba de todos los obstáculos. Al fondo aparece nevada la “Peña del Naciente”. Son casi las once de la mañana y aún estoy en sombras, apuro el paso para llegar al sol y hacer un descanso.
Vallecito alto, al fondo Peña del Naciente
Luego de beber unos tragos y comer un nugatón ya estoy en marcha nuevamente. Me refugio en mis pensamientos mientras camino en silencio por este ignoto vallecito nevado, siguiendo las huellas de guanaco. Ahora sé porque a veces le encuentro sentido salir a la montaña solo, disfrutar de estos momentos no tiene precio.

Vista al Este, al fondo cordón del Plata
A paso firme, al fondo el cerro Qda. Fiera


La única preocupación es ver el sol inclinado que rápidamente pasa de la mañana a la tarde y yo aún caminando por este vallecito…Las paredes escarpadas de la Peña del Naciente y los roquedales del cerro Mesa me entretienen mientras concienzudamente cuento los pasos para no perder el ritmo. A las 2 y media de la tarde estoy llegando al pie del portezuelo que conduce a la cumbre. Tuve que rodear morenas de grandes bloques buscando el mejor terreno para avanzar rápido. Y siempre encuentro alguna huella de guanacos que confirma la acertada elección. El día sigue espléndido, despejado y frío. Voy subiendo a buen ritmo hacia el portezuelo en la misma dorsal del cordón del Tigre, luego quedará tomar rumbo norte para alcanzar la cumbre. Sólo espero que ésta no se haga rogar más de la cuenta, porque el horario límite que me impuse para llegar es el de las 3:30 PM. El regreso es demasiado largo y complicado para hacerlo todo de noche. 
Las dos cumbres del cerro
Aconcagua y torreones
Desde la cumbre la quebrada Tambillitos
Nevado del Plomo


Panorámica del cordón del Plata y la Jaula
Cuando voy saliendo al portezuelo, el Aconcagua hace su aparición envuelto en la típica nube; el resto de las cumbres están totalmente despejadas. Una suave pendiente es lo que debo enfrentar a continuación. El ritmo que llevo es el mismo del principio, asombrándome un poco del desnivel, la distancia y el terreno recorridos. El límite para empezar a bajar me lo he marcado a las 4 PM, así que no queda mucho margen. El filo se va recostando cada vez más y la cumbre parece una pequeña meseta. Hacia el NE asoma una pequeña cumbre rojiza, pero que según pude estudiar en Google Earth, no es la más alta. Intuyendo la ubicación del punto más alto sigo con rumbo N. A los pocos minutos comienzo a llegar al filo y veo una pequeña pirca a mi izquierda. Son las 3:30 PM cuando llego junto a ella. La desarmo buscando algún testimonio pero sin ningún resultado. Me tendré que conformar con lo poco que sabía de este cerro antes de venir a aquí, sólo el nombre de “Quebrada Fiera”. Armo nuevamente la pirca, dejo mi testimonio y saco fotos, tarea para la cual siempre desearía tener más tiempo. Pero se han hecho las 4:15 PM y me preocupa el descenso de la quebrada. 
Panorámica del Aconcagua y sus vasallos

Pirca de cumbre
Nevado Juncal y Penitentes
Peñón Rajado
Plata
Comienzo el regreso rápidamente y en una hora ya estoy nuevamente en las morenas a 4000m. Desde aquí queda un tramo largo y sencillo hasta comenzar la parte más complicada. A paso firme avanzo por toda la quebrada y minutos después de las seis de la tarde estoy a 3400m justo para comenzar el atajo que evite los saltos rocosos. He señalado con una pequeña pirca el punto donde desviarse del lecho de la quebrada y comenzar a tomar altura. Pero los guanacos han caminado sobre mis huellas en la nieve y no es fácil orientarse. Y en este caso el GPS no es preciso, por lo encerrado del lugar tiene muchos inconvenientes para detectar satélites. Así que no queda más que tratar de orientarse. Sigo primero unas huellas de guanaco que van sorteando riscos cada vez más expuestos hasta que comienzan a descender abruptamente a una pendiente que no reconozco haber pasado en la mañana. Vuelvo sobre mis pasos, pensando que el pasaje está más arriba. Subo otros 50m y tomo otra huella con iguales resultados. Ante la duda, no insisto y vuelvo hasta el último punto que reconozco. Por tercera vez encaro la travesía pero más abajo, donde se vislumbra un terreno menos escarpado. Finalmente termino bajando al cauce del arroyo luego de rodear los saltos rocosos. Menos mal que contaba con luz de día todavía para este tramo, pareciera que el cerro quiso hacer honor a su nombre aunque sea en el regreso…Un tedioso descenso por rocas cubiertas de nieve fresca hasta la bifurcación del arroyo Polvaredas exige toda la atención para evitar accidentes. En este punto la oscuridad es casi total, pero gracias a la luz de la luna sigo descendiendo a Polvaredas. Recién a las 9:15 PM estoy llegando al auto, cansado y contento de conocer otros rincones secretos de nuestra montaña.
Gemelos
De vuelta en la quebrada
Peña del Naciente 
Descenso en penumbras