lunes, 30 de diciembre de 2019

ASCENSO EN EL DÍA AL VALLECITOS (5469m)

23 años empujando los límites




Cada tanto y previo a una actividad de alta montaña exigente me gusta realizar algún ascenso de aclimatación en el cordón del Plata. Y el cerro Vallecitos es un excelente objetivo para “probarnos” y ver como ha ido el entrenamiento. Un domingo de diciembre decidí tomar esos rumbos: el pronóstico preveía un día con algunas nubes y ráfagas de viento de 30 a 40km/h a 5000m de altura. La idea era tomar el sendero al campamento El Salto y la Ollada e ir viendo como andaba. Hacía varios meses que no hacía ascensos de altura, si bien me había mantenido activo con el entrenamiento aeróbico. A las 6:30AM parto desde la ciudad de Mendoza y casi dos horas después estoy comenzando a caminar desde el estacionamiento en Vallecitos. Voy con una pequeña mochila con abrigo, comida, cámara y dos litros de líquido.
Hace 5 años que no venía por aquí y los cambios son notorios: muchas más construcciones en el valle; y los senderos que llevan a la montaña están más marcados. Hay cartelería informativa hecha por guardaparques: a pesar de una mayor afluencia de visitantes, se nota todo más organizado, por ejemplo en las Veguitas se está realizando su recuperación evitando acampar en el sector al norte del arroyo. Voy a un paso cómodo y rápido sin fijarme en el horario. Cuando paso por Piedra Grande a 3680m, llevo 1hora y 6 minutos de marcha, unos minutos más que la última vez, hace varios años atrás. Paro lo suficiente como para sacar una fruta de la mochila y la voy comiendo mientras encaro la subida a la morena del Infiernillo. Trato de llevar el paso más uniforme que pueda, sin forzar demasiado, para reservar energía para arriba. Las nubes van cubriendo los cerros, en un típico día de verano del cordón del Plata.  
Una de las partes más exigentes de esta gran caminata, es la última subida al campamento El Salto. En este sector, el sendero va ganando altura abruptamente en un terreno de morenas, donde no queda otra que mentalizarse en que “ya casi estamos arriba”. Entre nubes llego al campamento, cuando llevo 2 horas 40 minutos desde el auto. Sin proponérmelo termino haciendo mejor tiempo que veces anteriores. El campamento está silencioso, se ve que la gente ha salido a cumbre. Aprovecho a comer un bocado y continúo a la Ollada. El paisaje se ve limitado por las nubes, aunque se adivina que “arriba está despejado”. Cuando estoy encarando una de las subidas a la Ollada, me pasan raudamente un par de “montañistas-corredores” que llevan un ritmo infernal. Reconozco y saludo a uno de ellos, es Fernando Grajales. Ellos también van al Vallecitos, así que seguramente nos cruzaremos más arriba.
En el campamento de la Ollada, me tomo unos minutos de descanso, mientras converso con dos “corredores” que han llegado hasta aquí buscando probarse. No son montañistas, vienen de pantalón corto y zapatillas. Y aprovecho a comentarles lo que se enfrentan más arriba si quieren continuar al Vallecitos o al Plata. Les digo que lo primero es chequear el pronóstico: no vale la pena arriesgarse en un día con mucho viento y lo segundo llevar el material adecuado (más allá de contar con cierta experiencia en montaña…)En este regreso a la zona del cordón del Plata he visto varias personas en tren de correr por la montaña, con equipo mínimo pero con muy buen estado físico. Y lo que se ha debatido en otras latitudes (Europa) se empieza a dar aquí. No se debe subestimar el hecho de “porque hay sendero” y es muy fácil llegar hasta aquí siguiéndolo, no estemos expuestos a los rigores de la alta montaña. Si bien reconozco que esta zona es un excelente terreno de aclimatación y entrenamiento, no deja de ser montañismo lo que estamos haciendo y no una carrera en el parque. También yo voy “liviano”: pero en mi mochila, que es considerablemente mayor a la de los corredores, llevo lo suficiente para ser autónomo en la montaña: desde botiquín, par de medias de repuesto, guantes, pluma, anorak y pantalón impermeable, barras de cereal, alfajores, maní salado, fruta, dos litros de líquido, teléfono, linterna y gps. Si queremos evitar accidentes, dejemos solo para las “máquinas” tipo Kilian Jornet, el correr sin nada de equipo por la montaña. Porque todo nos puede salir bien, hasta que nos sucede el accidente.

El paisaje es otra de las cosas que veo ha cambiado drásticamente en los últimos años. La reducción de los glaciares es tan notoria que nunca pensé que podría verlos algún día así. Pensar que alguna vez tuve que usar botas dobles para atravesar los campos de nieve y así llegar a este mismo punto que hoy hago en zapatillas. Comentarios de personas cercanas cuando les muestro fotos de estos cambios es “habrá que acostumbrarse”, “es el ciclo de la vida”, etc. Yo me inclino más a pensar en acciones concretas en cambiar conductas para estar preparados y no seguir actuando como si el agua que baja de la montaña fuera infinita…
Sigo ganando metros en este tramo que quizás con la subida previa al Salto sea lo más duro del ascenso al Vallecitos. Cuando llevo apenas 6 horas desde que salí del vehículo, llego al portezuelo. Aprovecho a comer algo, abrigarme y a seguir. El viento no es fuerte pero de a ratos puede ser molesto y frío. Un poco más arriba me encuentro con Fernando y compañeros que vienen bajando rápido. Quedo solo en el cerro, dándole paso a paso a esa huella que conduce al primer pico. En agosto de 1996 hice mi primer ascenso con Lorenzo Renard, demorando 9hs 50min. Aquella vez llevábamos botas dobles y bolsa de dormir por las dudas no alcanzaramos a bajar.
La segunda vez en enero de 1999, con mi hermano Federico, lo hicimos en 9hs. Habíamos decidido subirlo con lo que teníamos a mano, en zapatillas y medias a modo de guantes, antes que se terminen las vacaciones. En enero de 2002 lo subo solo demorando 7hs 30min. En enero de 2007 vuelvo a subirlo solo previo a una expedición a la Jaula en 7hs 50min. En enero de 2010, también a modo de aclimatación para un ascenso en San Juan lo subo solo en 7hs 30min. Esta vez, a 7 horas y 11 minutos de haber salido del auto estoy ya sentado al lado de la pequeña cruz. Me siento muy bien físicamente, mejor que las veces anteriores; se ve que los años traen la maña necesaria para subir más eficientemente!
Saco fotos para todos lados, como todas las veces que llego a una cumbre, aunque como en este caso sea la sexta vez que lo haga. Las fotos que me interesan no son solo las ahora famosas “selfies” sino las que puedan documentar el estado de nuestras montañas. Ver cambios que se han producido, estudiar nuevas rutas y cerros, es decir tener material para volver a planear nuevas ascensiones. No recuerdo haber visto nunca tan seca la montaña como ahora. Los cambios que se van produciendo son realmente elocuentes y no nos pueden dejar indiferentes. La montaña que conocíamos de jóvenes no es la misma y esta vez los larguísimos “tiempos geológicos” parecen que han tomado escala humana. Esto que vemos nos debe servir para tomar conciencia del frágil equilibrio en el que vivimos, ya que dependemos de estas cada vez más escasas fuentes de agua. Si no somos capaces de defender a rajatabla la intangibilidad de estos ambientes naturales, tendremos las horas contadas. Pero también debemos cambiar nuestras conductas cotidianas, el uso cada vez más eficiente del recurso hídrico debe ser una prioridad para todos.
El descenso lo hago bastante rápido aprovechando que voy en zapatillas. En algún punto me detengo a conversar con ocasionales compañeros de ruta. Con las últimas luces del domingo estoy en el auto. Bajo contento con esta “panzada de montaña exprés” que supone una pateada “en el día”. Ya estoy listo para empezar una semana crucial: el gobierno ha decidido modificar la ley n°7722 que protegía a los ambientes naturales de la minería metalífera que usa cianuro y no podemos quedarnos de brazos cruzados. ¡El agua de Mendoza no se negocia!


jueves, 8 de agosto de 2019

REFLEXIONES SOBRE MONTAÑISMO (EXPLORANDO EL CORDÓN DEL TIGRE)

ASCENSIÓN A UNA CUMBRE SIN NOMBRE

A veces es difícil valorar lo que tenemos a mano.Y justamente es por haberlo tenido siempre a nuestro lado es que no nos damos cuenta. Vivir en una ciudad a los pies de una gran región montañosa deshabitada es un privilegio: al oeste de Mendoza hay una franja de montañas de 120km de ancho hasta el límite con Chile! Y a pesar del paso de los años poder seguir recorriendo rincones que aún no conocemos es quizás la máxima expresión de libertad que uno busca en el montañismo. En ocasiones uno hubiera querido viajar más para escalar montañas en otras regiones; pero cuando observa todo lo que aún no conoce y que tiene tan cerca de casa, valora aún más ese telón de fondo que ha sido siempre parte de tu vida.
La montaña de Mendoza por su altura y morfología, posee extensas zonas de difícil acceso que no han permitido la construcción de caminos vehiculares, ni asentamientos humanos. Ésta es para mí la mejor “virtud” que tiene: el hombre a pesar de los años, no la ha podido “dominar”. En las dos provincias vecinas, San Juan al Norte y Neuquén al Sur, la cordillera se manifiesta en general con más “suavidad” de líneas, cosas que ha facilitado mucho más la actividad humana: desde la agropecuaria hasta la minera.  La montaña mendocina, fuera de las pocas zonas caminadas por los “andinistas”, se manifiesta con toda la rudeza e ingratitud de la naturaleza virgen. Después de muchos años de “patear” quebradas, cruzar arroyos y pincharse con matorrales, he llegado a pensar que es justamente eso lo que me atrae: su “ingratidud”, por ponerle una cualidad humana a esa gran mole de piedras cada vez más escasamente englaciada.



















Y hablo de ingratitud porque después de realizar numerosas “expediciones” a diferentes quebradas y cerros, la montaña siempre vuelve a exigirnos a pleno. No importa si ya hemos explorado valles, acumulados metros subidos ni bautizado cerros, ella nos pone a prueba como si fuera la primera vez que vamos. Deberemos contar con la mejor condición física y una indoblegable motivación. Por suerte uno va respondiendo cada vez con más experiencia, y así se va desarrollando este juego. Justamente por que nos "emplea a fondo" cada vez que vamos, es que es tan divertido practicarlo. No importa la cantidad de veces que hayas ido a la montaña, cuando vayas vas a volver a sufrir frío, calor, cansancio, incertidumbre, miedo. El enfrentar la dosis correcta de estos ingredientes de acuerdo a nuestra condición, es justamente de lo que se trata la actividad del montañismo. Nadie quiere sufrir de más (ni perder la vida en el intento) ni tampoco tener todo resuelto. Y a esta altura de este escrito, que se ha hecho más filosófico que otras historias de este blog, siempre es bueno repensar la actividad del“montañismo”, en tiempos de “debates virtuales” y porque no decir “ inmediatez mediática”. Quizás el haber practicado esta actividad tantos años fuera  de las redes sociales, me dio la posibilidad de vivirla como quien disfruta comiendo un helado, degustándolo de a poco. Las expediciones de montaña las preparaba con mucho tiempo de antelación, añorando y deseando el objetivo. A veces ese objetivo nos llevaba más de un intento, hasta finalmente lograrlo. Desde la cumbre alcanzada y sin la ayuda invalorable de Google Earth, estudiábamos las otras montañas vecinas para plantearnos un nuevo objetivo. Hoy queremos acumular vivencias desesperadamente, como si esa fuera la única forma válida de vivir lo que nos apasiona.  En la actualidad, en pos de esa “desesperada vivencia de montaña”, no nos damos el tiempo necesario para nuestro crecimiento en la actividad, por lo que se recurre a cierta ayuda para conseguir los objetivos que aún no están a nuestro alcance, a través de guías, porteadores, cuerdas, mulares, helicópteros, etc. A la vez,  debemos dar a conocer inmediatamente nuestros logros a través de las redes sociales, casi en forma simultánea de la experiencia vivida, para poder darle relevancia... ¿Ésto está bien o está mal?  Ni bien ni mal, son formas de practicar la actividad, lo importante es saber qué es lo que uno elige y no ser víctima de una forma de practicarlo que el medio nos conduce sin siquiera ser conscientes de ello. 
El montañismo se trata de elegir, y es importante ser conscientes de las elecciones que tomamos. Personalmente el montañismo lo he “vivido”, más que practicado ya que ha sido parte de mi vida desde la adolescencia, por lo que no lo veo tanto como una “actividad” que practico sino como un “condición” a la que por voluntad propia me expongo. Sufrir la “ingratitud” de la montaña es parte de ese “juego vital” que nos mantiene motivados y con permanente desafíos. Siempre he querido elegir objetivos acordes a mi capacidad, sin tener que recurrir a ayuda externa de ningún tipo. Y contar con la mejor preparación y entrenamiento para estar a la altura de tu compañero de cuerda, para enfrentar cualquier situación que se presente. En este sentido la autonomía ha sido la elección  en todos estos años de montañismo. 

Este fin de semana pasado, salimos una vez más a vivir la montaña de esta manera. Una cumbre que conocemos muy poco de ella y muchas ganas de caminar, trepar, enriscarse, mojarse, cantear nieve dura y pasar frío. Ya Uspallata nos recibió con -8°C a las 10 de la mañana, anticipo de lo que sería un día “fresco”. Ese primer día de marcha, lo hacemos caminando a la sombra de los grandes paredones de roca que flanquean la quebrada. Temperaturas bajo cero y fugaces rayos de sol. Sorteando rocas y derrumbes y cruzando innumerables veces el arroyo: saltando o fabricando puentes con piedras o ramas, cualquier opción es mejor que tener que mojarse. Al final del día y tras 7hs de actividad, alcanzamos recién 2550m. Noche fría (-15°C) y a desarmar campamento. Otro día recorriendo una quebrada que no conocemos y que nos asombra a cada paso, quizás esa sea la razón por la que vinimos. Para que cada vez que pasemos por la entrada, mirarla en forma cómplice y decir “yo te conozco”. Pero para eso hay que seguir cruzando arroyos, subiendo senderos de guanacos, bajando nuevamente al fondo, volver a cruzar, saltar, enriscarse, equivocarse, volver sobre los propios pasos, encontrar el camino. ¡Y todo con los 20k de carga encima! Ese día nos demoramos más de lo deseado y recién a las 6PM alcanzamos el punto que nos separaremos del fondo de la quebrada, a 3100m de altura. No queda tiempo para remontar el valle lateral y armar el campamento más arriba. Intentaremos nuestra cumbre desde aquí nomás, aunque nos tengamos que enfrentar a los 2000m de desnivel que nos separan de ella. Son las 4:40AM cuando comenzamos los preparativos y las 6 cuando empezamos a caminar. La noche es oscura pero no muy fría. A la luz de las linternas vamos acumulando metros. 

El amanecer nos encuentra enfrentando los primeros “nevés” que nos van a permitir subir más rápidamente. Recorremos el vallecito lateral hasta el pie de un espolón que no presenta un hermoso canal para ganar altura más rápidamente. Allí nos metemos y vamos elevándonos por sobre los filos que nos rodeaban. Es el mediodía cuando alcanzamos los 4500m. Aparecen algunas cumbres de este gran cerro amesetado. Sólo esperemos que lo que parece lejos sea sólo impresión nuestra…porque nos damos cuenta que no es el desnivel nuestro gran obstáculo a vencer, sino la distancia que nos separa a la cumbre. Nos mentalizamos en ganar metros a través de una suave ladera de acarreo y poco antes de las 15 alcanzo los 4930m  de esta primer cumbre del largo filo que veíamos desde abajo. Encuentro una pequeña pirca y mientras espero a Lito aprovecho a sacar fotos. La vista desde esta cima bien ha pagado todo el esfuerzo que hemos realizado estos días.
El Aconcagua se ve realmente impresionante. Una infinidad de cerros nos rodean, algunos son viejos conocidos y otros nos tientan para seguir explorando. Llega Lito y mientras él saca fotos y come algo, aprovecho a ir hasta otra cima ubicada casi un 1km al norte para ver si hay algún rastro de anterior ascenso. Allí no encuentro ningún vestigio humano, aprovecho a dejar una pequeña pirca con un testimonio con nuestros nombres. Hacia el noroeste y como a 4km de distancia aparece lo que sería la cumbre más alta de este extenso cerro amesetado. Lo avanzado del día no nos va a permitir llegar hasta ese lejano punto dado que hay que bajar unos 200m y volverlos a subir. Vuelvo rápidamente sobre mis pasos y me encuentro con Lito para comenzar el largo regreso al campamento. Son las 4PM cuando comenzamos y luego de un concienzudo descenso por neveros, con las primeras sombras de la noche alcanzamos el campamento. 





El cuarto y último día, arrancamos no muy temprano con la idea de si es necesario, realizar el descenso en dos jornadas. Pero aquí surge lo que siempre nos muestra la montaña, “las quebradas se conocen bien cuando se bajan” ya que uno va encontrando las mejores sendas de guanaco para evitar costear el arroyo. Y es así como en poco más de 4 hs y media hemos alcanzado el primer campamento. Los dedos de los pies acusan recibo del esfuerzo y la marcha forzada, pero nos largamos a desandar lo que queda hasta el auto antes que se haga de noche. Y luego de un larga sesión  10hs de saltar, subir, bajar, costear, vadear, trepar y saltar, alcanzamos el vehículo. Termina otra intensa salida de montaña, conociendo una quebrada que ninguno de los dos conocíamos, viviendo el montañismo tal como nos gusta hacerlo. Un lomito y una cerveza en Uspallata, sería nuestra recompensa y festejo del “Día del Montañés”.






jueves, 21 de febrero de 2019

PRIMERA ASCENSIÓN AL CERRO BASTIÓN, 5625m

"EL ÚLTIMO BASTIÓN" 

Ascenso al cerro más alto de la Cordillera del Agua Negra, San Juan

Tener siempre proyectos de ascensión por diferentes zonas nos permite armar “de rompe y raja” una alternativa al plan original. Y esta ascensión en la vecina provincia de San Juan surgió de esta manera. Los impedimentos burocráticos primero y el clima inestable de la zona del cordón del Tigre hicieron que nos decidiéramos por la siempre amable alta montaña sanjuanina.La idea es intentar un “cincomil” que ha pasado injustamente desapercibido por los montañistas y viajeros del paso de Agua Negra. A pesar de tratarse del cerro más alto del cordón de montañas que sirve del límite a la quebrada de Agua Negra, por donde transcurre la ruta nacional n°150, no le conocíamos ascensos previos. Desde hace diez años atrás, cuando comencé a recorrer esta zona, también detuve la vista en este cerro. Su aspecto altivo y poco tentador de largos pedreros hizo que lo fuera postergando por otros objetivos más llamativos. Con el paso de los años, fui ascendiendo el resto de las cumbres, teniendo la posibilidad de bautizar algunas, como el “Cabot”. Otras me exigieron más de un intento para alcanzarlas, como el Majadita. Pero de ésta en particular no había encontrado ningún dato concreto; sólo que cada vez me llamaba la atención por su altura y prominencia. Era cuestión de juntar las ganas necesarias para encarar esas empinadas pendientes de acarreo y sacarse todas las dudas.
Ruta de ascensión por la cara Oeste
Río de la quebrada del Agua Negra
Asado y vino, para empezar
Preparando el vivac con luna
Comenzando el ascenso
Poniéndonos a prueba
Alcanzando los 5000

Recompensa
El próximo?
El Tapado, en Chile
Sobre los 5500, las últimas pendientes
Falta menos
El Tórtolas, nuestro vigía
Recorriendo el filo cumbrero
Cumbre y pirca
  Y el momento adecuado parecía haber llegado: hace varios meses que no voy a la montaña, estoy bien entrenado y la motivación está a pleno. Mis compañeros, Sánchez & Sancho están en la misma sintonía, así que bastan unos mensajes de WhatsApp para coordinar los detalles.
El sábado 16 de febrero a las 11 de la mañana recién estamos poniendo rumbo al norte. Un día caluroso nos acompaña para cruzar el desierto entre las dos provincias y recién a las primeras horas de la tarde llegamos a “Pircas Negras” a 3800m, sitio elegido para pasar la noche. El plan es muy sencillo, al estilo de la ascensión al San Lorenzo, pernoctar a menos de 4000m y al otro día aproximar con el vehículo hasta el punto más cercano al objetivo y hacer el ascenso “en el día”. Así es que el resto de la tarde nos ponemos al día con la charla, mientras el fuego del asado se hace presente y el vino mendocino nos calienta el paladar. No tardamos mucho en enfundarnos en las bolsas de dormir, mientras la luna creciente comienza a encandilarnos.
A las 5:30AM comenzamos con los preparativos. La madrugada no se presenta muy fría y nos permite desayunar cómodamente mientras guardamos todas las cosas del vivac. Recorremos varios kilómetros con el vehículo hasta llegar a la curva del camino al pie del glaciar de Agua Negra a 4450m de altura. Nos ponemos las botas y alistamos las mochilas con suficiente líquido. A las 7:40AM partimos a encarar nuestro cerro.
El día se presenta impecable tal como anunciaba el pronóstico, aunque por la orientación de la ladera faltarán algunas horas para que nos caliente el sol. Los primeros metros le insistimos a Lito que baje el ritmo, ¡estamos a mucha altura para comenzar tan enérgicamente! Personalmente hace más de 6 meses que no salgo a la montaña y casi 4 años que no supero los 5000m, así que hoy va a ser un día interesante para ver cómo responde el cuerpo.
Al cabo de dos horas, ya nos encontramos próximos a los 5000m, luchando con la inestabilidad de los acarreos. Pero nuestra motivación es mayor así que cuando no encontramos el terreno óptimo por aquí, lo hallamos por allá…
Finalmente y poco antes del mediodía salimos al “hombro” un rellano en el contrafuerte que tomamos como vía de ascenso. Estamos a 5250m y el entusiasmo nos invade: vemos relativamente cerca el altivo filo cumbrero, por lo que nos damos un anticipo del almuerzo a modo de recompensa. Antes de llegar a este punto encontramos unas estacas de hierro oxidadas. Suponemos que son las utilizadas a modo de tensores para algún tipo de poste. Este rellano parece haber sido alguna vez un paso entre la quebrada de Agua Negra y la que está situada al norte, y estos restos el material utilizado por mineros o topógrafos. Sin demorarnos mucho y gozando de los innumerables cerros que aparecen a diestra y siniestra volvemos a retomar la marcha. Un extenso y monótono pedrero nos va haciendo ganar altura. Pero nada es lo que parece en este cerro, y a pesar que sabemos que su máxima altura está a poco más de 5600 y que ya hemos superado los 5400, aparecen uno y otro morro con pinta de cumbre que nos hacen ir desengañándonos una y otra vez.
Una vez alcanzado un morro, aparece detrás un rellano, una lagunita o un nevé, y el siguiente morro más alto detrás. Son cerca de las 2PM cuando ya parece ser que estamos encarando las últimas pendientes. Cuando salimos arriba, queda aún un largo filo. Mientras lo recorremos, en uno de los morros encontramos varias piedras apiladas, hasta este punto parecen haber llegado nuestros antecesores. Pero el punto más alto se ve aún lejos y sin dudarlo seguimos recorriendo el filo. Medio kilómetro más al Este finalmente está el punto más alto de la montaña. No hay nada más que subir, ¡nos podemos dar ese abrazo de la tarea cumplida! 

La cumbre es bastante plana y no encontramos ningún rastro de anteriores ascensos. Las rocas de pequeño tamaño nos obligan a trabajar un rato para fabricar la pirca cumbrera. También nos lleva tiempo fotografiar todo el paisaje circundante que como siempre es la recompensa de conocer lugares nuevos.
El gps después de “estacionarlo” un tiempo prudencial, marca 5625m. Sólo falta definir el nombre que proponemos para este cerro. Y entre varios, prevalece el de “Bastión” propuesto por el inagotable Lito. Para nosotros este cerro es un bastión que ha permanecido intacto como una fortificación defendiendo el punto más alto de este cordón de montañas… Una hora ha pasado desde que llegamos a la cumbre cuando recién nos disponemos a sacar las clásicas fotos de la cordada y comenzar el largo descenso. Vamos desandando uno a uno los morros y antecimas, mientras nuestra vista se pierde en los interesantes objetivos que tenemos a mano. El terreno no es tan grato como esperábamos para descender y debemos seguir poniéndole motivación a la actividad hasta el último minuto. Y concluir con la pregunta de “¿Cómo se nos ocurrió subir por acá? El entusiasmo, la energía y el frío de la mañana hacen ese cóctel explosivo capaz de encarar cualquier pendiente de rocas sueltas…hasta las más ingratas. Once horas después de haberlo dejado, volvemos al vehículo, cuando las sombras de los cerros van cubriendo el valle. Muy contentos de la ascensión realizada y el hermoso día vivido en la montaña. Solo resta descender hasta el lugar de vivac, para disfrutar de los restos del asado y brindar por esta nueva cumbre, pero lo más importante, ¡para seguir planeando las que nos faltan conocer!
Autofoto
Largo descenso
Arroyo del Glaciar del Agua Negra
Tarea cumplida, el cerro detrás