martes, 7 de junio de 2011

CERRO TAMBILLITOS (3766) cumbre Oeste

Flashback
Un fin de semana de junio de 2007, luego de una copiosa nevada en la zona del límite puse proa hasta donde los gendarmes me permitieran pasar. Y no tuve problemas de llegar hasta Polvaredas, donde hace tiempo le "había echado el ojo" a un cercano cerro a la ruta internacional. El cerro en cuestión aparece en las cartas del IGM como "Tambillitos". No estaba muy claro por donde debía encararlo (sobretodo en la parte inferior) pero una vez en el terreno se me irían todas las dudas.
A las 8:40 AM, estoy abrigandome dentro del auto mientras tomo unos tragos de té caliente. Hacen varios grados bajo cero y la verdad que aún en sombras no dan muchas ganas de abandonar tan confortable refugio mientras suena un cd como música de fondo. Pero el día totalmente despejado no hace más que acrecentar mi ansiedad de comenzar a disfrutar del paisaje nevado.














Munido de raquetas, comienzo a ascender empinadas pendientes del espolón sur del cerro. Gracias a ellas no reniego tanto con la nieve sin transformar que cubre todo el terreno. Los primeros metros aprieto el paso, para entrar en calor ya que el sol va a tardar en calentarme. Cuando por fin alcanzo el filo, recibo los primeros rayos que me encandilan y secan mi transpiración. Hacia el Oeste aparecen las llamativas formaciones rocosas del "Peñón Rajado", la cumbre más alta de este sector meridional del Tigre. Pero cubiertas con esta gruesa capa de nieve, se ven más tentadoras que en verano.
Hacia el Este y del otro lado del río Mendoza, aparecen cumbres rocosas sin nombre en el extremo norte del Macizo de la Jaula. Espectaculares agujas de roca no muy confiable, desploman centenares de metros sobre canales que ahora aparecen nevados. Continúo por el espolón que continúa con su fuerte pendiente. El sol en contra justo donde está la cumbre no hace muy cómoda la visualización de la ruta. Por ahora hay que darle para arriba nomás!














Luego de transitar 2/3 partes del filo, debo zigzaguear unas amplias "hondonadas", evitando morros rocosos. La cumbre ya se ve más cerca y a mí me empieza a inquietar la hora... estos días de invierno pareciera que no tienen mediodía, se pasa de la mañana a la tarde muy rápidamente.
Una vez más agradezco haber traído raquetas, sino la actividad hubiera terminado hace rato, harto de abrir huella! Polvaredas va quedando abajo, y uno va tomando conciencia de la importante pendiente que tiene el espolón.

En los últimos metros antes de la cima aparece unos afloramientos rocosos muy inestables que se desprenden a cada paso. Sino estuviera la nieve cubriendo y afirmando todo, esto sería un suplicio! Cuando ya son las cuatro de la tarde estoy asomandome finalmente al filo cumbrero. .


























Hacia el Este aparece un esbelto pico rocoso que supongo debe ser la cumbre principal, pero es demasiado tarde para continuar la ascensión. Medio desconcertado termino de subir el morro que vine viendo desde abajo y encuentro una pequeña pirca. La reviso y lo único que encuentro es un viejo envoltorio rojo de chocolate "Suflair" y garabateado unos nombres y fechas no legibles. Dejo mi testimonio allí, en esta cumbre Oeste del Tambillitos y me pongo a trabajar en la infaltable sesión fotográfica. Una visión magnífica de montañas nevadas se abre hacia los cuatro puntos cardinales. Hacia el norte se abre la quebrada Tambillitos, con cerros escasamente visitados. El Oeste es dominado por el Peñón Rajado y las cumbres que dan nacimiento al Arroyo Polvaredas. Hacia el Este y el Sur, las cumbres septentrionales del Macizo de la Jaula, y muy lejano hacia el Suroeste asoma la estética silueta del Juncal.

















Pero como siempre lo bueno dura poco y uno debe renunciar a seguir gozando de este panorama y poner rumbo al auto que espera unos 1500m más abajo. El descenso se hace largo, las raquetas no son esquíes! y apenas se esconde el sol detras del Peñón Rajado, la temperatura baja sensiblemente. Mientras pierdo metros, disfruto del eterno espectáculo de colores hasta que todo va quedando sumergido en las sombras de la noche. Son las siete y media de la tarde cuando llego al auto, mientras la luna creciente le da un toque irreal al paisaje.