domingo, 24 de noviembre de 2013

PICO VIVI LOTFI 5264m

ASCENSIÓN DE UNA CUMBRE VIRGEN EN EL CORDÓN DE SANTA CLARA

ENGLISH SUMMARY
In the heart of Central Andes, there are some “blank” zones almost ignored by mountaineers. A long and complicated approach by narrow ravines doesn't catch the attention of most of the climbers. Santa Clara Range is one of those solitary and less visited areas. Situated at southern La Jaula Massif in Cordillera Frontal of Mendoza, Santa Clara Range still houses unclimbed peaks some of which are above five thousand meters. I have been exploring La Jaula Massif during the last twenty five years. By 2013 it was the turn to Santa Clara Range. Along with Lotfi Mijel a lifelong friend and a great mountaineer, we shared a unique reason to go there. As well as exploring the unknown region, we wanted to reach the summit of a unclimbed snowy peak in honor of Mijel's sister, Vivi, who died in 2012 after battling a long and painful illness. Vivi was a mountain lover, too and a passionate of nature. She was one-of-a-kind person who enjoyed traveling, and knowing people and cultures around the world. Our expedition began in Punta de Vacas, a little village by side the international route between Argentina and Chile. On November 9th, we approached by Tupungato River Valley, walking along 20km. The weather changed by the second day, as announced by the forecast, and it was snowy and windy. That same day we crossed the mighty Tupungato River and then started the ascent by Del Salto Ravine. By the third day we passed over 3600m and, after crossing moraines and snow patches, we reached 4350m where we established the camp 3 at the foot of the chosen peak. The weather changed again, this time for better, and we got the weather window we were waiting for. We started the summit day at 7:30am, climbing a 40° snow slope. We chose to approach the summit from the southwest edge in order to avoid the bad conditions of the south glacier. The maximum difficulty was 45° snow until we reached the ridge. Then we continued by the ridge until the summit. As we had expected, we found no traces of previous expeditions all along the route nor either on the summit. We named it “Vivi Lotfi Peak”, and we left a map with the route in a little cairn. A magnificent landscape of mountains caught our attention for almost one hour.  The descent was by the North side to avoid the dangerous conditions of snow slopes, but we forced to make a long lap to reach the camp again. The last two days we made a very hard descent by Del Salto Ravine and Tupungato River Valley. The Tupungato River crossing was risky because the flow has increased after the sunny days. We finished this ascent just at the end of the better season for climbing in this remote area. A big steak with fries at Uspallata village was the reward for the very hard last day of the expedition. Now there is a new peak in the heart of Andes and is called “Vivi Lotfi”.
VISTA DEL PICO VIVI LOTFI DESDE LAS NACIENTES DE LA QUEBRADA DEL SALTO

La provincia de Mendoza posee extensas regiones de montañas sin presencia humana, donde aún permanecen sin ascensos un buen número de cumbres de más de 5000m. Luego de explorar el Macizo de la Jaula comenzaron a llamarme la atención los cerros ubicados más al sur en el cordón de Santa Clara. En realidad no se trata de un solo cordón sino de un “ramillete” de cordones que dividen diferentes quebradas y que tiene un origen común en la englaciada área al suroeste del Nevado Excelsior. En uno de esos cordones había detectado algunos cerros y picos de los cuales no tenía antecedentes de ascensiones y que parecían interesantes objetivos. Con Mijel Lotfi teníamos un motivo más que importante para hacer una expedición a la zona. Queríamos subir una cumbre virgen en honor a Vivi, su hermana y mi amiga, que falleció el año pasado luego de luchar contra una larga y dolorosa enfermedad. Sabíamos que una cumbre en esta remota e intacta región de los Andes sería una especial forma de homenajear a Viviana, una amante de la naturaleza y viajera incansable que gozaba de conocer nuevas culturas y gentes.
MAPA DEL MACIZO DE LA JAULA Y CORDÓN SANTA CLARA
La expedición comenzó el sábado 9 de noviembre, cuando dejamos el auto en Punta de Vacas y luego de saludar a Don Ibaceta, nos pusimos las mochilas de 28 kg de peso. Eran las 11:30 y a un paso más que rápido para la carga que llevábamos enfilamos por el camino que se interna por el valle del río Tupungato. El plan trazado en Google Earth se veía muy sencillo, aunque después la realidad se encargaría de mostrar todos esos “detalles” redondeados de ese mundo virtual. Había que recorrer el valle del río Tupungato hasta enfrentarse a la quebrada Del Salto, a unos 22km al sur de Punta de Vacas. Allí cruzaríamos el río, aprovechando que se abre en muchos brazos y después nos internaríamos por el citado afluente, recorriéndolo hasta las nacientes. Nuestro objetivo era una hermosa cumbre de más de 5200m, la más alta del cordón que divide la quebrada Santa Clara de la quebrada Del Salto, y que posee un importante glaciar. Así esbozado, el plan era sencillo y lo único que generaba un poco de incertidumbre era como sería el cruce del río. En dos horas pasamos de largo por el refugio Río Blanco, el primero de una serie de refugios que construyó el MOP (Ministerio de Obras Públicas) en el año 1937, y que aún después de tantos años siguen perfectamente en pie. Hemos recorrido casi como 10km a muy buen paso para la pesada carga que llevamos. Pero esto es solo el aperitivo del primer día, ya que el “crux” es un pasaje escarpado que se haya antes de llegar a Chorrillos. Dicho pasaje, hace un siglo atrás, obligaba a los primeros exploradores a desviarse por el río Blanco al Oeste, remontar un alto portezuelo desde la quebrada del Potrero Escondido y luego bajar hasta la quebrada Chorrillos. Un larguísimo rodeo para sortear la pared rocosa que desploma verticalmente sobre el río. Hoy los pobladores de Polvaredas y Punta de Vacas que transitan la quebrada lo hacen sólo de abril a octubre, cuando el río está bajo y les permite cruzar a caballo en cualquier sector. A nosotros nos habían comentado que hace poco tiempo habían colocado un cable de acero fijado con “bolts” a la roca en la famosa pared rocosa. Así que íbamos preparados con algo de equipo para realizar este pasaje.
En Punta de Vacas, listos para partir
Comienza un largo camino de aproximación
Parada obligada para tomar una foto al Cerro Juan Pobre
Acercándose a la entrada de la quebrada Santa Clara
























El día que se había mostrado soleado en la mañana, fue volviéndose gris, tal como lo auguraba el pronóstico. Nubes de viento terminaron de poblar el cielo y para cuando llegamos al escarpe rocoso, a las 5 de la tarde, el viento frío nos obligó a abrigarnos. A primera vista no se alcanzaba a ver el final de la travesía, sólo que se iba poniendo cada vez más vertical. Este pasaje no sería nada sin mochila, pero los 28kg que cargábamos nos hacían dudar. Con el casco puesto, cámara guardada en la mochila y asegurado al cable con un mosquetón de seguro, nos pusimos a realizar la travesía. Al principio parecía todo bastante sencillo, aunque los movimientos de escalada con semejante peso en la espalda siempre son una tortura. Pero mirar hacia adelante y ver que el cable rodea una “panza” de roca donde no hay muchos lugares donde pararse nos empieza a inquietar. Vamos avanzando simultáneamente y aprovechamos los anclajes para descansar cuando debemos cambiar el mosquetón. Así vamos sorteando esta “vía ferrata”, apurando los últimos tramos que nos dejan sin fuerza en los abdominales, por la mochila que nos tira hacia atrás. Sorteado el paso, guardamos el equipo de escalada en la mochila y volvemos al mismo ritmo veloz que traíamos. Todavía estamos lejos del refugio Chorrillos, lugar elegido para dormir en la primera noche. Un cruce en las aguas heladas del arroyo Chorrillos nos hace apurar para llegar al refugio, aunque éste parece no acercarse más. A las 7 y media de la tarde, ocho horas después de salir de Punta de Vacas estamos refugiándonos del viento en esta vieja construcción. Leyendas que pueblan las paredes interiores nos entretienen un rato, hasta que nos vamos a buscar agua al río. No queda otra que esperar que la barrosa agua del río Tupungato decante antes de poder tomarla. La temperatura va bajando, las ráfagas de viento ya traen algunos copos de la nevizca que parece instalarse en las altas cumbres y nosotros temprano ya estamos dormidos.
Travesía sobre el escarpe rocoso
La mochila de 28kg no ayuda...
A lo lejos aparece el refugio Chorrillos

A tomar agua turbia!
























A la mañana siguiente, ya se ve el producto del mal tiempo: la nieve cubre todo a partir de los 3000m y el fuerte viento nos castiga con algunos copos. Nosotros debemos poner las mejores ganas para cruzar el río con este clima. Por suerte el agua viene más limpia que en la tarde anterior, así que a unos metros del refugio nos metemos al agua y cruzamos. En la parte más profunda no nos llega a la entrepierna, el problema es la temperatura del agua que es realmente baja y “duele” bastante. El río es tan ancho que uno termina con los pies helados. Y nos cuesta una hora y pico de marcha forzada hasta la entrada de nuestra quebrada para que entren en calor nuevamente.
Amanecer tormentoso
Fresco cruce del río Tupungato
Pies helados bajo la ventisca
El Polleras oculto por las nubes de tormenta
























Allí aprovechamos a hacer un descanso y encarar con más energía las primeras pendientes de la quebrada. Ésta se presenta angosta y con pendientes empinadas, por lo que al principio intentamos seguir el cauce del arroyo, hasta que este se encajona y debemos ganar altura. Más arriba la quebrada presenta un aspecto más “amigable” que otras de la región y permite transitarla sin problemas. Las horas van transcurriendo en este día gris y no es mucho el paisaje que podemos ver, solo seguir avanzando hacia nuestro objetivo. A eso de las 4 y media de la tarde, decidimos acampar a 3600m sobre un gran cono de deyección que cae de una quebrada lateral. Esta quebrada conduce a un cerro que también teníamos en la mira y que pensamos intentar cuando vayamos bajando del Pico Vivi. Esa tarde nos dedicamos a descansar bajo los rayos del sol que comienza a asomar dando fin al período de mal tiempo anunciado. Y vemos por fin las montañas del fondo de la quebrada y en una inusual perspectiva los cerros del cordón Chorrillos y Clonquis.
Ya desviados por nuestro afluente, poco es lo que vemos
Siguiendo algunos senderos de guanaco
Campamento 1 a 3600m
Cambia la cara una vez dentro de la carpa...
























Al día siguiente, bajo un sol radiante, encaramos el ascenso por morenas de grandes bloques. ¡Menos mal que enfrentamos este ingrato tramo con energía y descansados! En una hora y media alcanzamos un hermoso playón surcado por un arroyo de agua cristalina a 3800m. Hacemos un descanso y no dejamos de sorprendernos de ser los primeros seres humanos que recorren esta quebrada. Sólo algún sendero de guanacos hemos visto hasta aquí, ningún otro indicio que nos hable de anteriores visitantes. Seguimos ganando altura mientras nos deleitamos con los cerros que forman los límites de la quebrada. Hay un pico rojizo muy esbelto y otro con una hermosa “pala” de nieve que también invita a ser subido. Vamos trasponiendo morenas y playones hasta que llegamos a una estrechura del arroyo donde subimos por un terreno de grandes bloques entre morenas. Ya estamos como a 4000m pero nos falta bastante distancia para alcanzar el lugar elegido para el tercer campamento, al pie de nuestro objetivo.
Cordón del Clonquis a la distancia
Luna llena y cumbre virgen
Tercer día de aproximación
Llegando al gran playón a 3800m

























Una larga marcha por suaves morenas nos conduce a un último playón. Y comienza a verse el impresionante glaciar de la cara sur de nuestro pico. Encontramos un buen lugar de campamento al reparo del viento a poco pasos del comienzo de la vía que habíamos imaginado. Es tarde y estamos cansados, pero en pocos minutos nos ponemos a mejorar el terreno, armar la carpa y buscar nieve para hacer agua. Estamos a 4350m, y desde aquí el glaciar se ve intimidante, dando la apariencia de un pico mucho más alto. Una nueva comida liofilizada nos repone las energías gastadas durante la jornada y pronto nos metemos en las bolsas.
A 4000m atravesando algunos pequeños nevés 
En el tramo final de la quebrada
Fabricando el lugar de campamento a 4350m
Campamento listo y pico Vivi Lotfi detrás
























Al cuarto día de actividad, nos despertamos a las 6:00AM y una hora y media más tarde recién estamos saliendo hacia la cumbre. Encaramos unas pendientes de nieve al lado del glaciar, que nos llevarán al vallecito superior, donde veremos bien la ruta a seguir. La inclinación máxima es 40° y zigzagueando ganamos altura en poco tiempo. Apenas el sol nos alcanza, también comienza la rápida transformación del terreno donde nos movemos. Apenas me percato de algunas piedras que Mijel me avisa que caen desde unos roqueríos cercanos.
Pendientes iniciales del día de cumbre
Superando la primer pala de nieve al lado del glaciar
Glaciar del Pico Vivi y nacientes de la quebrada
A 4600m decidimos subir por el filo SO
























Una vez arriba, a 4600m, estudiamos la faz sur del pico, defendida por el impresionante glaciar. Y la ruta imaginada en Google Earth aquí no se ve tan factible, dadas las condiciones de hielo cristal que presenta en varios sectores. Sólo contamos con un piolet de travesía y un par de grampones, insuficiente material para encarar esas condiciones del hielo. Y a regañadientes enfilamos hacia una pala de nieve que nos conduce hacia el filo suroeste de la montaña. Encontramos nieve dura en algunos sectores y nieve blanda sobre hielo en otros, y con mucho cuidado vamos sorteando los diferentes pasos teniendo especial atención por algún desprendimiento. El tramo final antes del filo es el más empinado, y mientras lo subimos tratamos de imaginarnos cómo será el descenso por el mismo lugar horas más tarde cuando regresemos de la cumbre. Terminamos saliendo al filo, estamos a 4900m y sabemos que mucho no nos queda de altura, pero sí de distancia.
Ganando altura en pendientes de nieve a 4700m
Comenzando el corto tramo de mayor empinación
Sobre el filo SO, a 4900m
En el filo rodeando algunos riscos
























Vamos recorriendo el filo a través de algunas cornisas de nieve, algunos riscos y lomos. Cerca del mediodía nos vamos acercando a la primera cumbre que habíamos visto en Google Earth. Mientras la rodeamos, observamos el camino de descenso: unas suaves laderas de acarreo que bajan al valle norte del cerro, que nos evitarán los problemas de las pendientes de nieve que hemos subido. Mientras voy subiendo a esta primera cumbre, no puedo evitar las lágrimas, pensar el motivo que nos trajo hasta aquí y estar a punto de lograrlo… Mijel viene más atrás filmando. Un abrazo y continuamos a la cumbre central, situada medio kilómetro más al Este.
En la primera cumbre del filo
Hacia la cumbre más alta
Contentos y emocionados
Pirca y testimonio
























Momentos más tarde estamos en el punto más alto, en una hermosa cumbre rodeada de un impresionante paisaje de montañas. Y desde este momento esta cumbre llevará el nombre de la querida Vivi, en el corazón de los Andes Centrales, en una de las regiones más intactas de nuestra cordillera. Armamos una pequeña pirca acarreando algunas piedras, unos metros al oeste del punto más alto, que está ocupado por una cornisa de nieve. Y dejamos un mapa con el itinerario realizado y en el reverso Mijel escribe la dedicatoria y los datos de la ascensión. Luego de disfrutar un rato de ese increíble paisaje desde ese punto privilegiado, abandonamos el lugar con los pensamientos puestos en Vivi y comenzamos el descenso.
Vista panorámica desde el NNO hasta el ENE

Vista panorámica desde el S hasta el O
Una vez alcanzada la primera cumbre, torcemos al norte y comenzamos a bajar por los pedreros. Al principio los pedreros empinados y duros nos obligan a ir despacio. Más abajo la marcha es más cómoda y en menos de una hora estamos recorriendo el vallecito norte del cerro, gozando de una espeluznante vista de la cara sur del otro pico virgen que tenemos en la mira. Bajamos sin inconveniente por el vallecito lateral, hasta alcanzar el valle principal, al cual salimos a los playones que están casi a 4000m. Y es aquí donde comienza nuestro calvario. Debemos volver a remontar las morenas de la quebrada hasta el campamento. Mijel viene bastante débil por un ataque de diarrea que le agarró a poco de llegar a la cumbre y en lo que va del día no ha comido casi nada. Así que vamos a paso lento pero seguro marchando hasta el campamento al cual llegamos muy cansados a las seis y media de la tarde. El Pico Vivi nos cuida desde lo alto mientras nosotros nos refugiamos en la carpa, Mijel se entrega al descanso y yo me dedico a cocinar liofilizados para reponer fuerzas.
Descenso por la ladera norte
Vallecito norte del Pico Vivi












Al día siguiente, esperamos que el sol alcance el campamento mientras desayunamos y conversamos sobre lo vivido el día de cumbre. Luego me voy a sacar algunas fotos hacia el final de la quebrada, mientras Mijel va levantando el campamento. Con cámara y gps en mano parto hacia arriba. En cuarenta minutos alcanzo los 4550m sobre una morena que me da una espléndida vista de toda la quebrada y especialmente del Pico Vivi. Saco fotos panorámicas y empiezo a bajar rápidamente. Minutos después estoy nuevamente en el campamento y terminamos de armar las mochilas. Abandonamos el lugar con la clásica nostalgia que da el no saber cuándo uno podrá regresar por estos lugares.
Vamos desandando el largo camino, esbozando horarios para saber en cuantos días saldremos de aquí. En principio pensábamos subir también la otra cumbre situada al Oeste, saliendo desde el campamento de 3600m. Pero el problema estomacal de Mijel lo ha dejado con las reservas al mínimo y preferimos descender. Muchas de las decisiones que uno debe tomar en estas expediciones se sopesan en el momento, sabiendo que nos separan tres días de marcha al lugar poblado más cercano y que no tenemos ningún tipo de comunicación con el exterior. Por lo que muchas veces optamos por la decisión más conservadora, buscando evitar problemas.
Los tres (Pico Vivi, Mijel y Pablo)
Largo descenso por morenas
Flora autóctona a 3800m
Remojón durante el descenso
























En tres horas hemos desandado buena parte de la quebrada, alcanzando el campamento 2. Y allí decidimos seguir bajando ese mismo día hacia el valle del Tupungato. La marcha de descenso se hace dura, vamos muy cargados y como siempre los últimos tramos del día se vuelven realmente una tortura. Luego de 6 horas de marcha, hemos recorrido los 15km de quebrada, desde los 4350m hasta los 2650m, y nos largamos a aprovechar las últimas horas del día para alcanzar el refugio Chorrillos, acortando distancias para el útlimo día. Y toca nuevamente el cruce del río Tupungato, que a esta hora de la tarde viene un poco más cargado que en la ida. Guardo la cámara de fotos y gps dentro de la mochila, calzados con sandalias y sin pantalones nos lanzamos al agua. Al principio no nos mojamos más allá de la rodilla, pero el río es muy ancho y sabemos que hay sectores más hondos. Encaramos hacia una islita, Mijel atraviesa primero la correntada y me advierte de su fuerza. Yo voy concentrado en no perder el paso, siento el empuje que hace en mis piernas y veo muy cerca la orilla. Hago el próximo paso, y cuando me quiero acordar estoy rodeado de agua. He perdido el equilibrio y ahora tengo que ver como levantarme! En pocos segundos me encuentro flotando panza arriba, braceando con la mano derecha para salir de la corriente más fuerte. El agua y el susto me han dejado sin aliento. Y la mochila, que pesaba 27kilos cuando estaba seca no quiero saber cuánto va a pesar mojada. Así que sin perder tiempo, la arrastro a la orilla. Lástima que es la misma orilla de donde comencé a cruzar… Mijel deja su mochila y vuelve a cruzar el río a darme una mano. Se carga la mochila y sin perder tiempo encaramos nuevamente el torrente con la técnica “araña”, agarrados de los hombros avanzamos con mayor seguridad. Una vez del otro lado comenzamos una carrera para buscar un lugar de acampe. Yo tiemblo de frío pero sobretodo de la adrenalina que me ha dejado semejante chapuzón con ese muerto atado a la espalda que te impide mover... Mientras mi compañero arma rápidamente la carpa yo voy desarmando la mochila para ver lo que se ha mojado. Y me sorprendo que la mayoría de las cosas estén secas, incluyendo la bolsa de dormir que estaba en el compartimento inferior, sólo se mojaron las botas que estaban colgadas afuera y un par de cosas más. Una vez cambiados, hacemos una fogata y disfrutamos de la última noche de expedición.
Guayata o ganso andino, Chloephaga melanoptera
Último campamento y fogata para secar ropa
Sexto día descendiendo por el valle del Tupungato
Travesía terminada, a seguir la marcha
























El sexto y último día, nos despertamos temprano, pensando en el “crux” que nos toca: la travesía en el escarpe rocoso. Así que temprano levantamos el campamento y pasamos rápidamente por el refugio Chorrillos, cruzamos el arroyo homónimo y seguimos a buen a paso hasta el escarpe. Antes de realizar la travesía, dedicamos unos minutos a comer y tomar algo para recuperar fuerzas. Y comenzamos nuevamente a remontar el cable, dándonos cuenta que cansados con los días de actividad que llevamos todo nos cuesta un poco más. Sobrepasado este obstáculo, volvemos a cargar las mochilas y poner “piloto automático” para llegar a Punta de Vacas. Pero aún nos separan más de 15km de quebrada, con sectores abruptos, con grandes bloques y costeos al lado del río. Las horas van pasando y el sol abrasador nos va deshidratando. Finalmente llegamos al auto a las 5 de la tarde, muy cansados pero también muy contentos. Y sin perder tiempo nos vamos hacia Uspallata, un churrasco con papas fritas es el premio a este último día de expedición. Hay un nuevo pico en el corazón de los Andes y se llama “Vivi Lotfi”.
Pato crestón, Lophonetta specularioides
Pequeña lagunita entre los refugios Río Blanco y Chorrillos
Piloto automático y a seguir caminando
Cansados y felices por el objetivo cumplido