miércoles, 2 de marzo de 2016

CERRO INCA (4520m), PICO ABISMAL (4631m) y PICO AMBAR (4544m)

Explorando nuevos rincones de la montaña de Mendoza

Partimos con Lito Sánchez el penúltimo día de febrero rumbo a la zona norte de Puente del Inca. Como siempre y sobretodo en los últimos tiempos, no contamos con varias jornadas por delante, sino con apenas dos, y para colmo comenzando bastante tarde. Son las 13:50 cuando dejamos el auto en Los Puquios y comenzamos la marcha. Siguiendo el arroyo Cementerio, entramos en una hermosa quebradita que nos hace ganar altura rápidamente. Como todo el sector afectado a la formación geológica Santa María, estamos rodeados por bandas rocosas que complican el paso. Hace algunos años atrás, cuando subí el Banderita y el Panta anduve por estos mismos lugares. En aquella oportunidad encontré un lugar para superar la primera barrera rocosa, escalando unos 10m de III° grado. Esta vez no sabíamos por dónde nos iba a convenir subir. Y preferimos seguir el consejo de uno de los arrieros que cruzamos en el ascenso. Así es que comenzamos a ganar altura por senderos de animales hasta alcanzar los 3500m (800m de desnivel en poco menos de tres horas…).
Ingresando a la quebrada del arroyo Cementerio
Ganando altura
Panorámica desde los 3500m 
Pero aquí nos damos cuenta de la diferencia de los senderos que pretendemos usar los montañistas que los que usan los “de a caballo”: desde este punto las huellas vuelven a bajar al fondo de la quebrada, perdiendo casi 150m de desnivel. Aprovechamos este mirador para reconocer la zona: el lejano Santa María y el cerro antepuesto, que según el libro “Montañas de Argentina” de Alfredo Magnani, es el “Inca”. Sin otra alternativa y sin perder tiempo comenzamos el descenso. En pocos minutos nos encontramos nuevamente a la vera del arroyo, más arriba del encajonamiento que provocan las bandas rocosas. La quebradita es muy linda y seguimos a buen paso pensando ya en un lugar para vivaquear. Lo encontramos más arriba de una vega, a 3650m, cuando la vegetación casi desaparece por completo. El revolcadero de animales queda convertido en un hermoso sitio de vivac, luego del incansable trabajo de Lito. Antes de cenar, nos damos el tiempo para reconocer los primeros metros de la marcha del día siguiente, que pensamos iniciar antes del amanecer.
Vivac a 3650m
Picos al atardecer
Tupungato al amanecer
Primeros rayos en el Nevado del Plomo
Disfrutamos de una hermosa noche estrellada hasta las 5AM, hora en que suena el despertador. Una hora más tarde estamos comenzando la marcha, rumbo al portezuelo del final de nuestra quebradita. El amanecer nos alcanza antes del portezuelo, pero el sol lo hará un par de horas más tarde, ya que vamos subiendo por la vertiente oeste. A buen paso vamos ganando metros y en tres horas alcanzamos la cumbre que veíamos lejana desde el vivac. Estamos a 4520m según el gps. Revolvemos la pequeña pirca en busca de nuestros antecesores: un ascenso de 2010 por una montañista francesa quien aclara que desconoce el nombre del cerro llamado “Inca” por Magnani. Sin perder tiempo, seguimos el filo, donde tenemos que perder altura y ladear algunos riscos. Una hora después nos enfrentamos a la realidad: los dos resaltes de la gran rampa empinada del Santa María son infranqueables sin nieve. Aprieto el ojo contra la cámara de fotos buscando algún punto débil pero es inútil. Parece que habrá que volver para intentar el Santa María cuando la cantidad de nieve sea suficiente para cubrirlos.
Pendientes finales del cerro Inca
Penitentes en el filo
La gran muralla del Santa María
Pirca de cumbre del Pico Abismal
A nuestra derecha nos llama la atención un pico rocoso. Mientras termino de hacer unas fotos, Lito emprende el reconocimiento del mismo. En un rato más, estamos “gateando” por la cara más accesible. Y luego de un par de pasos expuestos llegamos al “crux”: un pequeño resalte en roca más que descompuesta y con un “patio de varios metros” debajo nuestro. Lito encara la exploración resuelto como siempre y detrás voy yo. Es más fácil de lo que parece, pero muy expuesto. Perder el paso nos llevaría a una larga caída, no hay lugar para errores. Superado este pequeño paso, subimos los últimos metros hasta el vértice del pico. Estamos a 4631m, en el punto más alto del filo que une el cerro Inca con el Santa María. No encontramos vestigios de anteriores montañistas, a pesar de la minuciosa búsqueda que hacemos en la diminuta cumbre. Inmediatamente Lito comienza a construir una pirca mientras hago el comprobante y saco fotos. La vista desde aquí es espeluznante: un vacío increíble se abre al Norte, al Este y al Sur. Al Oeste la angosta rampa inclinada con el escalón que escalamos. La sombría pared del Santa María domina parte del paisaje, y la quebrada homónima se abre allá lejos a nuestros pies. Luego de deliberar sobre el nombre que le pondríamos, se nos ocurre Pico “Abismal”, por la sensación que nos deja la estadía en la cumbre. Destrepamos cuidadosamente la rampa y el resaltito y en minutos estamos nuevamente en el filo.
Panorámica de cumbre desde el Pico Abismal
Panorámica de cumbre desde el Pico Abismal
Destrepe delicado
El resalte escalado

Lito rumbo al Pico Ambar
Nos dirigimos ahora hacia otro pico que también nos había llamado la atención, aunque de menor altura que el que acabamos de subir. Nos acercamos al próximo objetivo volteando la cabeza repetidamente para fotografiar el “Abismal”. El segundo pico está constituido por una llamativa roca amarillenta que lo hace resaltar frente al conjunto color “chocolate” que nos rodea. Este pico no ofrece dificultades, sólo una rampa empinada que nos conduce sin problemas a la parte más alta. Tampoco encontramos nada en él y repetimos el ritual al que estamos acostumbrados: pirca y fotos. Otra vez volvemos a gozar de una excelente visión panorámica y ahora nos tomamos el tiempo para hacer un corto almuerzo. El gps marca 4544m, un poco más bajo que el “Abismal” y apenas más alto que el ahora lejano cerro “Inca”. A las 13hs comenzamos el descenso.
Panorámica desde la cumbre del Pico Ambar
Panorámica desde la cumbre del Pico Ambar
Cumbre del Pico Ambar
Desandando el filo
Desandamos nuevamente el filo, subiendo y bajando morros hasta llegar nuevamente al cerro Inca. Allí nos tomamos el tiempo y hacemos lo que no hicimos en la ida: escribir el comprobante , rearmar la pirca y sacar más fotos. Contentos luego de haber reconocido todo este sector de montañas, emprendemos el regreso al vivac. Y mientras desandamos nuestros pasos nos sucede lo de siempre: sorprendernos de las ganas con que subíamos palmo a palmo esta mañana el terreno por momentos ingrato. ¡Se ve que teníamos ganas de “patear cerros”!
Panorámica desde la cumbre del cerro Inca
Panorámica desde la cumbre del cerro Inca
Contentos, una cumbre más
Descenso hacia el vivac
En el vivac nos tomamos el tiempo para refrescarnos un poco y comer algo. Y en minutos más volvemos a partir. Desandamos cómodamente el tramo hasta el comienzo del encajonamiento del arroyo. Y aquí optamos por tomar la margen oeste del arroyo, para evitar tener que subir los metros perdidos en el ascenso al campamento. Seguimos senderos de animales que van faldeando al cerro Banderita. Estos senderos son muy cómodos pero a la vez el recorrido es muy largo. Dudamos de bajar por el paso que utilicé años atrás y retomar la quebrada del arroyo Cementerio, pero preferimos seguir los senderos para conocer adonde terminan. Y como era de esperarse, luego de un largo rodeo, terminan en cercanías del predio militar de Puente del Inca. Así es que con bastante sigilo, luego de descender por una quebradita con cascada incluida, nos alejamos tratando de no espantar las mulas que pastan. A las 18hs alcanzamos el vehículo en los Puquios, donde nos tomamos el tiempo para tomar unos mates con los arrieros amigos de Lito. Un fin de semana más y un nuevo rincón de montañas conocido.
Relax
Largo descenso al vehículo