sábado, 13 de diciembre de 2014

CERRO MIGUEL DEDIOL 5068m

EXPLORACIÓN Y BAUTISMO EN EL CORDÓN DE LAS DELICIAS 


Un cordón de montañas  muchas veces mencionado pero poco visitado fue el destino de una ascensión de un fin de semana largo. ¿Es posible intentar alguna ignota cumbre en apenas cuatro días? Esa fue la pregunta y para contestarla hacia allá nos dirijimos con Lito Sánchez.  El cordón de las Delicias es el hermoso telón de fondo de las fincas y viñedos de la zona de Tupungato. Es el gran bloque de montañas de color claro, que aparece entre el Tupungato y el Pircas. Hace 30 años, cuando apenas comenzaba con el montañismo, fui invitado por mi amigo Pablo Díaz Valentín a la estancia San Pablo. Desde allí estudiamos estas hermosas y lejanas cumbres. Hicimos largas e infructuosas caminatas buscando su acceso. Hoy gracias al modelo virtual de Google Earth, se puede elegir otras alternativas, aunque después la realidad nos termine de demostrar los “errores” del modelo virtual.
Vehículo a 3540m
Lagunas de deshielo
Sendas de mulas

Aún queda bastante para el portillo

Quebrada Yaretas desde las alturas

En el estrecho portillo

Descendiendo, al fondo cerro Pirámide

Casi mil metros más abajo del portillo

Providencial sitio de vivac

Marmolejo al atardecer

Ganando altura

Llegando al portezuelo de 3700


Largos ladeos
Los dos objetivos
Vivac "El Balcón"
Merecido descanso
Madrugada de luna llena
Primeros rayos de sol
Salimos el sábado 6 de diciembre en auto con rumbo al Portillo Argentino. Luego de algunas compras en Tunuyán, donde por casualidad, en la panadería nos encontramos con Leonardo Rodríguez. No nos conocíamos personalmente, pero un par de palabras bastaron para que iniciáramos una charla que seguramente seguiremos en otra oportunidad. Historias de ascensos a los diferentes cincomiles del Portillo captaban mi atención, pero nos urgía seguir viaje, el día recién comenzaba y nos quedaba una larga marcha aún.
A las 11 de la mañana pasamos por Portinari, cumpliendo los trámites de rigor. Seguimos viaje, pasamos el puente del Cajón, donde una gran cantidad de autos daba prueba del excelente lugar de escalada en el que se ha convertido este valle. A partir de este punto, el camino se pone áspero con muchas piedras sueltas. Las máquinas viales han repasado y en algunos casos ensanchado el camino, dejando material suelto que a veces dificulta la tracción de los vehículos livianos. Luego de sufrir un buen rato por el auto, llegamos a Scaravelli. “Desde acá el camino mejora” fue mi frase para convencerlo a Lito de seguir subiendo. Avanzamos hasta la bifurcación, donde el camino se divide para Manantiales y el Portillo. Luego de amagar a dejar el auto allí, el buen estado del camino que sigue hacia la quebrada Yaretas nos convence de ganar algunos metros más. Finalmente, y por la integridad del Suran, decidimos dejarlo en el Real de Yaretas, al pie de la morena, a 3540m. Son las 12:40 del mediodía cuando nos ponemos las mochilas y enfilamos al Portillo. Vamos livianos, no llevamos carpa, nos esperan noches estrelladas. La última vez que anduve por aquí fue hace siete años, cuando con Cecilia fuimos en una jornada desde Mendoza hasta el Portillo. Y Lito hace tiempo que no anda por aquí…hace 30 años cuando integraba la expedición del Club Andinista Mendoza con destino al Marmolejo y Negro Pabellón. Así que vamos gozando del paisaje, descubriéndolo de nuevo. La subida se ha hecho amena y en cuatro horas estamos en el Portillo. El típico viento helado que nos obliga a abrigarnos y sin perder tiempo seguir la marcha. Los hielos refulgentes del Nevado Piuquenes nos saludan a lo lejos, y también asoma altivo su aguda cumbre el Alto San Juan.
Comenzamos el descenso, sin poder dejar de pensar que tendremos que volver a subir este paso, dentro de un par de días cuando regresemos…Hay una “máxima” en la montaña y es que “nunca se debe perder altura”…pero ¡aquí es imposible cumplirla! A paso forzado vamos perdiendo altura, atravesando algunos nevés y morenas. Pensábamos que en un par de horas llegaríamos al lugar elegido para vivac, pero el tramo es largo y recién a las 8PM llegamos. Estamos a 3340m, 1000m más abajo que el Portillo. Hemos elegido un lugar un poco más arriba que el “Real de la Olla”. De esta manera, el segundo día de aproximación lo podemos comenzar cruzando el río y sin perder tanta altura, ladear para entrar al brazo norte del arroyo de La Olla.
Aprovechamos los últimos minutos de luz del día para preparar el vivac, no sin antes “pelearnos” con las hormigas que abundan debajo de cada piedra. Un hermoso atardecer con el Marmolejo como protagonista y en poco minutos más ya estamos en las bolsas de dormir. No tardo mucho en quedarme dormido, mientras Lito se deleita mirando satélites y estrellas fugaces.Al día siguiente luego de cruzar el río, comenzamos el famoso ladeo estudiado el día anterior. Siguiendo senderos de guanaco, avanzamos a buen paso, a bastante altura sobre el cauce del arroyo. Una hora más tarde y unos 3km más adelante, cruzamos el arroyo. Ahora toca encarar un suave portezuelo ubicado al norte. Esta quebrada por donde nos hemos desviado, se caracteriza por ser amplia y de suave pendiente, muy cómoda para caminar. Otra hora más de marcha y estamos en el portezuelo a 3700m. Ya llevamos un poco más de un día de marcha y Lito me pregunta: “¿Dónde está el cerro que venimos a subir?”. Tiene razón, disponemos de 4 días y si al segundo todavía no se deja ver… ¡es que está demasiado lejos! Un poco ambicioso objetivo que no pierdo esperanzas de intentar. Lo que sigue a continuación es un poco entretenido “ladeo” (obviamente para tratar de perder la menor altura posible) buscando alcanzar el próximo filo que tenemos al norte. Así que seguimos a buen paso, realizando alguna que otra apacheta para identificar el camino de regreso, ya sea de noche o con niebla.  Una hora más de marcha y hemos alcanzado el filo que teníamos enfrente. Desde aquí sí se pueden ver nuestros objetivos…aún muy lejos! Y para colmo nos desengañamos con el terreno que sigue a continuación. Lo que se veía en Google Earth como “un cambio de color” en el terreno, aquí son estratos inclinados de roca que impiden el paso. Y es aquí donde hay que volver a los orígenes, eso de decidir sobre la marcha y probar suerte en el terreno. Nos decidimos por subir el filo que estábamos faldeando, y ver si más arriba podemos volver a ladear superando el obstáculo. El terreno es bastante firme y nos permite ganar altura en poco tiempo. En varios sectores son visibles los providenciales senderos de guanaco que nos permiten subir cómodamente. Finalmente alcanzamos un pequeño portezuelo a 4340m. Volver a ladear hacia el norte implica bajar nuevamente, así que nos decidimos a vivaquear en este lugar, aún a pesar de que el objetivo está lejos. Son poco más de las 3PM, y nos relajamos un poco preparando un almuerzo tardío. El día sigue espléndido y gozamos de la vista que tenemos desde aquí: hacia el sureste, el cordón del Portillo con los Gemelos, a la derecha y bien lejanos el cerro De la Laguna y volcán Maipo. Al suroeste la omnipresente mole del Marmolejo. Al oeste y enfrente el conjunto Piuquenes-Alto San Juan y hacia el noroeste el Negro Pabellón.  Y al este, las empinadas pendientes que nos esperan el día de cumbre.Con los últimos rayos de sol, ya estamos preparados para el vivac, calentando agua desde la bolsa de dormir. Una sopa para mí y un té para Lito es nuestra frugal cena. La noche es increíblemente calma, sin una gota de viento y una temperatura más que agradable para la altura que estamos. El reloj suena a las 4AM y comenzamos los preparativos. Bajo la luz de luna no necesitamos siquiera prender las linternas para desayunar. A las 5:10AM estamos en marcha, subiendo acarreos. No hace demasiado frío y el espectáculo de los Nevados Piquenes y San Juan brillando bajo la luz de la luna es impagable. No sé si es que es el terreno bastante firme o son mis ganas de subir montañas…pero hasta el pedrero más ingrato me parece cómodo…Luego de ganar unos 200m de altura, vamos ladeando hacia un pequeño vallecito y dirigirnos a nuestros objetivos. El sol comienza a iluminar las altas cumbres y en poco tiempo más también nos alcanza a nosotros. Estamos a 4850m y son casi las 8 de la mañana. Y desde aquí vemos nuestro objetivo de máxima aún bien lejos. Desde el portezuelo nos asomamos al norte y vemos un vallecito morénico bastante encerrado, rodeado de varias cumbres de ignotos “cincomiles”.Seguimos con rumbo noroeste, para estudiar el filo que debemos continuar. Ladeamos nevés y pedreros empinados hasta poder observar que debemos perder nuevamente altura para rodear los riscos que presenta el filo. Y luego volver a subir por pedreros empinados, buscar un camino posible para superar riscos y canales de nieve para finalmente acometer las pendientes finales del cerro. Estimamos el tiempo necesario para alcanzar esta cumbre (4hs de ascenso y 2 más al descenso) y concluimos que no es posible si debemos estar mañana en Mendoza. No fue fácil renunciar a seguir subiendo hacia la cumbre más alta, pero era obvio que se necesita al menos un día más. Por lo que decidimos atacar la cercana cumbre que teníamos a nuestras espaldas, el “plan B” de la expedición. Esta cumbre era la que domina el paisaje desde el vivac en el portezuelo, mostrando su abrupta cara sur que guarda interesantes nevés para utilizar como vía de ascensión. Nosotros que apostamos por el más alto, la rodeamos lo más rápidamente posible, y ahora la ascendíamos por el cómodo filo norte.
Asomándose al valle oculto
Rumbo a la cumbre
Panorámica del grupo Piuquenes - Alto San Juan - Tupungatito
A las 9 y media de la mañana llegábamos al punto más alto, donde asoman unos riscos de granito naranja. Felicitaciones de rigor, por una nueva cumbre con el amigo Lito. Revisamos minuciosamente todo pero como era de esperar, no encontramos vestigios de ascensos anteriores. Nos dedicamos a fotografiar el impresionante paisaje, en un día totalmente calmo. Al oeste, la fantástica muralla blanca del Piuquenes-Alto San Juan-Bravard. Al noroeste la extensa mole del Negro Pabellón y sus vasallos. Al norte la cumbre más alta del cordón. Al este varios ignotos cincomiles. Al sur, asoman el Pircas, Yeiporá, Meiji y Gemelos. Y justo enfrente nuestro, un hermoso cerro recientemente por montañistas de La Pampa que lo llamaron “El Bautismo. Este cerro posee un hermoso “penacho” rocoso a modo de cumbre y que impidió a los mencionados montañistas alcanzar el punto más alto. A la derecha de “El Bautismo”, las lejanas cumbres del cerro Laguna, Volcán Maipo y el escalofriante perfil vertical del Castillo. Y cerrando la panorámica el a esta altura clásico Marmolejo.
Panorámica 360°
Alegría y pirca de cumbre
Excelsior y sus vasallos
Mientras termino de sacar fotos, ya Lito está con la construcción de la pirca de cumbre. Decidimos homenajear a un viejo montañista fallecido hace varios años y que trascendiera por ser un prolífico fabricante de material de montaña. “Miguel Dediol” es el nombre con que llamamos a esta cumbre, en recuerdo a aquella persona que fabricó piquetas, martillos, grampones, mochilas y clavos para varias generaciones de montañistas. Su marca “Himal” fue un clásico cuando la actividad apenas comenzaba en este país.
Panorámica grupo Maipo - Castillo
Descenso apresurado
Estudiando objetivos
Comenzando el descenso
La sopa y la cumbre
Una hora y cuarto disfrutamos esta hermosa cumbre, hasta que resignados debemos comenzar a bajar: no sólo debemos llegar al vivac, sino también acortar el trayecto del último día. Un par de horas nos lleva llegar nuevamente donde ha quedado nuestro equipo. Allí hacemos un frugal almuerzo con las últimas sopas que nos quedan y emprendemos el descenso al valle. Esta vez ya tenemos estudiada la alternativa más directa para evitar los largos ladeos que hicimos de ida.
Panorámica desde el col de 3700m

Desde el mismo portezuelo nos descolgamos por cómodos pedreros al borde de un largo nevé. En poco menos de una hora ya estamos en el chato portezuelo de 3700m. Y desde allí sin mucha demora continuamos hacia el fondo de la quebrada. El día que había amanecido espléndido en la mañana ahora ha cambiado. Han aparecido nubes sobre “nuestros” cerros como si estuvieran inquietos por los visitantes que acaban de tener… Son las cuatro de la tarde cuando alcanzamos el arroyo que baja del Portillo. Lo cruzamos con el obligado y reparador baño de pies y debemos comenzar a subir nuevamente.
Devorando quebradas
Espectáculo vespertino
Regreso de subida
Reunión cumbre, arriero-militar
Llegando al portillo
Bajando la quebrada Yaretas
No es fácil programarse para comenzar a subir luego de venir bajando varias horas desde la cumbre de un lejano cincomil, pero así es el plan elegido!. A las 6:45PM alcanzamos los 3640m en un cómodo sitio para vivac en medio de un gran playón y protegidos por una gran roca. Comienza la tarea de relajarnos un poco de la larga jornada que empezó hace más de 14 horas cuando salimos a la cumbre. Una larga charla mientras pasamos de la mediatarde a la cena sin solución de continuidad. Antes de las 10PM ya estamos dentro de las bolsas de dormir mientras miramos inquietos las negras nubes sobre el Polonia Milenaria. El cuarto y último día lo comenzamos con la misma tranquilidad con que terminamos el tercero y recién a las 9:30AM estamos en marcha. Nos toca terminar de subir el Portillo y bajar hasta el auto. Como sucede siempre a comienzo de una nueva jornada, el cuerpo está fresco y el paso es ágil. Un par de horas nos lleva llegar a los 4100m donde hacemos una picada para encarar las pendientes finales. A diferencia de los solitarios días anteriores, hoy nos hemos encontrado con varios grupos de arrieros y militares que suben y bajan. Uno de los militares, desde la mula en que va montado nos pregunta ¿Cómo anduvo el “tracking”? Se hace un silencio entre nosotros antes de contestarle…¿Cómo explicarle la pasión de vivir la montaña virgen, subir por senderos de guanaco, dormir vigilados por la luna llena y gozar de cada pico y montaña que aparece en el horizonte? Optamos sólo por el “muy bien , muy bien…” y seguimos caminando cargando nuestras mochilas. En tres horas y media alcanzamos el paso del Portillo. Apenas un par de minutos son suficientes para recuperarnos y seguir ahora bajando hacia el este. En poco tiempo alcanzamos los militares y sus mulas que descansan en un “real” y continuamos viaje hacia el auto. A cada paso giramos las cabezas planeando las próximas ascensiones por la zona. En una hora y media desde el Portillo estamos en el Suran que nos espera intacto. Y nosotros no tan intactos después de la larga pateada, pero muy contentos de conocer otro rincón más de los Andes.

miércoles, 15 de octubre de 2014

PICO YEI-PORÁ 5091 / CORDÓN DEL PORTILLO

La cumbre que esperó 58 años una segunda ascensión…


La primavera es muy corta, son muchos los proyectos y pocos los días disponibles. Así que buscamos aprovechar el fin de semana largo de octubre y enfilamos para la zona del Portillo. Muchas veces había chateado con el cordobés Diego Molina sobre futuros ascensos en esa hermosa zona cordillerana. Desde el empuje de sus jóvenes años y su capacidad técnica, Diego me había propuesto más de un osado proyecto. Pero en esta ocasión, coincidíamos en intentar algo más modesto pero no por eso menos interesante: alguna de los picos ubicados al Este de la Torre del Campanario.


El  cordón del Portillo forma parte de la cordillera Frontal de Mendoza, en el departamento de Tunuyán. Si bien los primeros ascensos a las cumbres de más de 5000m datan de la década del ’50 del siglo pasado, es un gran desconocido para la mayoría de los montañistas. Su máxima altura, el Pircas, sobresale en el perfil de montañas cuando se lo observa desde el llano mendocino. Otros picos agudos tampoco pasan desapercibidos como los Gemelos, Huarpes, Tres Picos de Amor y Portillo. La Torre del Campanario, un hermoso pico de excelente granito ubicado en el corazón del cordón,  es la joya de la región. Y últimamente, este objetivo ha vuelto a recibir visitantes con ganas de abrir nuevas líneas en sus paredes. 












El viernes 10 de octubre paso a buscar a Diego por la terminal de Mendoza, y enfilamos hacia el sur. A horas de mediodía, luego de algunas paradas obligadas para llenar el estómago en Tunuyán y también para llenar papeles en Gendarmería, estacionamos el auto en el puente del Cajón de Arenales. Allí luego de seleccionar el equipo a llevar, nos encontramos con uno de los personajes de la zona, el “Yagua”. Este conocido personaje ha trabajado mucho para que todo este sector de montañas pueda seguir siendo usado libremente por los andinistas. Nos pone un poco al tanto de los diferentes logros y gestiones de los últimos meses. Luego de la breve charla y sin demorarnos más, partimos hacia arriba. Son las dos de la tarde y a pesar del sol primaveral se siente aún el aire frío. Una vez más, volvemos a recorrer esta hermosa quebrada. Tanto Diego como yo tenemos experiencias anteriores en la zona. Y vamos compartiendo los diferentes momentos vividos. Me acuerdo aún de mi primera expedición en la zona, en enero de 1992 con mi hermano Federico, cuando intentamos el Huarpes. Y Diego me cuenta de aquélla “histórica” ascensión en 4 días a la Torre del Campanario junto al francés Fabien Quetier. En tres horas hemos alcanzado el “Real de Mirta”, donde concluimos la jornada. Aprovechamos los últimos momentos de sol para armar campamento y disfrutar de las vistas de este hermoso lugar. Y una vez instalados, a sacar las acuarelas y pintar. ¡Un lujo del cual no quise privarme, aunque sea solo por un breve momento!
Al día siguiente, continuamos la marcha, encarando una de las partes más “ingratas” del ascenso: el segundo tapón. En poco más de una hora lo hemos superado y ya gozamos de la hermosa vista de la zona cercana a la Cascada. Sólo una parada necesaria para tomar líquido y continuamos. A poca distancia, ya estamos calzando las raquetas de nieve. Gracias a ellas, podemos avanzar sin malgastar energías, ganando altura rápidamente. Encaramos las morenas al pie del Paso Tucson por el Este, evitando subir y bajar inútilmente. El paisaje que se va abriendo a nuestros pies es cada vez más amplio. Las pendientes finales antes de alcanzar el paso son bastante empinadas y debemos esforzarnos en mantener el paso. Son poco más de las cuatro de la tarde cuando alcanzo el glaciar y me deleito con la vista hacia el Sur. Me dedico a sacar fotos mientras espero a Diego que viene un poco más atrás. Apenas llega, elegimos el lugar para armar campamento. Lo encontramos al lado de una gran roca que nos puede proteger de las caídas de piedras de uno de los picos que enmarca el paso. Luego de una sopa, nos ponemos a trabajar en fabricar el lugar. Con la pala cavamos una trinchera donde ubicamos la carpa para estar protegidos del viento. Un poco más de una hora nos lleva el trabajo. Con gusto nos refugiamos dentro a reponer energías. La jornada ha sido intensa y la altura se siente: estamos a 4580m.  Como el día anterior, disfruto de las vistas del campamento para pintar una acuarela a pesar de los -5°C. Luego continuamos con el trabajo de derretir nieve, hidratarnos y comer. 













Al día siguiente, la alarma del reloj suena a las 6 AM y comenzamos con los preparativos. Pero Diego no se siente muy bien por el rápido ascenso sin aclimatación previa y no puede pasar siquiera algunos tragos de té. El clima afuera se presenta tal como lo anunciaba el pronóstico: nubes altas cubren el cielo y pareciera que no falta mucho para que comiencen a caer los primeros copos. Comienzo con las tareas de fabricar agua mientras mi compañero intenta descansar para sentirse mejor. Una hora de sueño ayuda a Diego a recuperarse y cambiar la cara. Nos ponemos a comer y tomar algo para salir y “darlo todo” según expresión de mi compañero. Preparamos una buena cantidad de café, comemos unas galletas y ya estamos listos para aprovechar nuestra oportunidad de subir alguna cumbre. Y recién a las 11:20 AM abandonamos el campamento rumbo a algunos de los canales de los cerros que tenemos a nuestra izquierda. En principio íbamos a intentar una cumbre de la cual no habíamos encontrado ninguna información, pero dada la hora tardía, nos decidimos por el más cercano y que creemos es el “Yeporá”. Esta cumbre bautizada por Ulises Vitale y compañeros durante la expedición a la Torre del Campanario en el año 1956, no le conocemos posteriores ascensos.
Elegimos el evidente canal diagonal que asciende directamente a lo que pensamos es la cumbre. Comenzamos ascendiendo directamente de frente a la pendiente, en nieve en excelentes condiciones. Vamos ganando altura rápidamente, mientras miramos de reojo que es lo que sigue más arriba. En los puntos más abruptos, el canal no supera los 45°. Llegamos a una gran “Y” en la cual le sugiero a Diego tomar por la izquierda. Seguimos ganando metros hasta que terminamos al pie de unos peñones que suponemos es la cumbre. Comienzan algunos pasos fáciles en roca descompuesta y travesías expuestas, buscando el punto más alto. Pero nos vamos dando cuenta que la cumbre está más al Sur, así que debemos continuar por el filo. Finalmente vemos lo que se muestra como el punto más alto, pero para llegar aún tenemos que rodear algunos resaltes. A las 2:30 PM alcanzamos la cumbre. Una vista increíble nos deleita por un buen rato. Mientras realizo la tarea de fotografiar cuanto cerro asome por el horizonte, a Diego le toca el de escribir el testimonio. No habíamos encontrado nada de anteriores ascensos, así que decidimos dejar un pequeño tubo plástico con nuestros datos. Luego de permanecer una media hora y cuando estamos armando una “pirca” de cumbre, Diego descubre una caja metálica oxidada justo al lado de nuestra pirca. No puede ser más grande nuestra alegría al encontrar estos vestigios! Mientras Diego abre la caja, no pierdo la oportunidad de filmar…Una pequeña libreta de tapa roja es el libro de cumbre, con solo una página llena: la de los primeros ascensionistas hace 58 años!!!! Jesús Casanova, Fernando Belinaud y Ulises Vitale fueron nuestros antecesores. Un banderín del Club Andinista Mendoza en perfectas condiciones de preservación acompaña a la libreta. Exultantes por el descubrimiento, rehacemos el testimonio, ahora en la página 2 del “libro de cumbre”. Volvemos a sacar fotos ahora con nuestro “descubrimiento” y a las 3:20PM comenzamos el descenso. Ahora lo hacemos por una vía más directa, el canal que baja directamente desde la cumbre al glaciar, y posiblemente el camino elegido por los primeros ascensionistas. 






Una hora después, estamos nuevamente en la gran planicie helada que es en esta época el Gran Glaciar de Arenales. Mientras Diego sigue camino al campamento, aprovecho a tomar fotografías de nuestra cumbre, adentrándome un poco en este mar helado.
Una vez en el campamento, tomamos la decisión de comenzar a bajar. De esa manera podemos acortar la actividad del día lunes feriado, y llegar con tiempo de sobra a Mendoza, dado que Diego tiene que viajar esa misma noche a Córdoba. Mientras desarmamos campamento, nos hacemos una sopa y a las 6:20PM estamos descendiendo el paso Tucson. Lo hacemos con los grampones puestos, dado las condiciones de la nieve y los kilos que llevamos. Apuramos el paso aprovechando las últimas luces del día, pero a pesar de nuestro esfuerzo la noche nos alcanza cuando comenzamos a bajar el segundo tapón. No queda otra, hay que seguir con las frontales. A las 9:20PM estamos en el Real de Mirta, muy cansados pero contentos por la intensa jornada vivida.
Al día siguiente, con tranquilidad desandamos el Cajón de Arenales hasta el auto, estudiando a diestra y siniestra la cantidad de paredes y agujas que aún esperan a los escaladores en este hermoso rincón andino. 
Y mientras recorremos el camino de regreso, volvemos nuestra vista a atrás, para ubicar esa cumbre alcanzada y las demás que quedan por subir…