lunes, 4 de febrero de 2013

CERRO DE LA TOTORA 5803m

EXPEDICIÓN "EXPRÉS" A LA CUMBRE MÁS ALTA DE LA CORDILLERA DE LA TOTORA

Hoy más que nunca sigue vigente la frase “la cordillera de los Andes guarda aún muchos rincones por conocer…”. Lejos del superpoblado Aconcagua, varias cumbres de 6000 y muchas más de 5000 esperan ser visitadas. Este caso es el del Cerro La Totora, en la provincia de San Juan, la cumbre más alta del cordón del mismo nombre. Este cordón de montañas está ubicado al norte del cordón de Ansilta, conocido grupo de llamativas y englaciadas cumbres. Aún no he podido averiguar el porqué del nombre “De la Totora”, pero así figura en la cartografía oficial y así es conocido también por los habitantes de la zona. Lo que sí encontré fueron los datos sobre el primer ascenso, realizado por Vittorio La Terza, Rogelio Dupont, Roberto Volponi, Dieter Reiner  y Ricardo Gascón del Club Andino Mercedario, el día 26 de diciembre de 1967 (Fuente: Revista CAM n°6 1971, pág. 79). Aníbal Maturano, autor de la única guía de montañas del sector, me había comentado sobre los ascensos posteriores: el tercero y cuarto lo había realizado él, y el quinto y último fue realizado también por deportistas del Club Andino Mercedario.


CERRO DE LA TOTORA VISTO DESDE CALINGASTA. SE VE EL GLACIAR DEL ARROYO DERECHO.

Morfológicamente hablando, el cerro de la Totora es una gran meseta desde la cual parten dos filos paralelos en dirección norte y otros tres filos paralelos en dirección este. Empezando desde el sur, los filos del este conforman las quebradas del arroyo Pedrazal y del arroyo Derecho. Los cinco ascensos conocidos que tenía la montaña hasta ahora se habían realizado desde el Este por algunas de las dos quebradas mencionadas. La quebrada ubicada entre los filos norte, aparentemente sin nombre, desagua en el arroyo Candadito, afluente del río de la Totora. El arroyo Candadito fue la vía de acceso de una cordada de Buenos Aires que había subido una hermosa cumbre virgen ubicada al noroeste de la Totora y que bautizaron como “cerro de los Dragones”, a fines de 2012. Este antecedente, más la reseñada sobre el cerro publicada en el libro “Rutas del Mercedario y montañas del sector” de Aníbal Maturano fueron el incentivo suficiente como para planear una visita a la zona.
MAPA DEL CERRO DE LA TOTORA CON SUS QUEBRADAS DE ACCESO A LA GRAN MESETA
El día 1° de febrero partimos con Gerardo Izco con la idea de intentar la cumbre principal del cerro La Totora. Contábamos con 5 días por delante para tentar el ascenso.  Si la empresa minera que opera en la zona nos dejaba pasar, seguiríamos con la camioneta hasta Candadito, en la entrada del arroyo homónimo, e intentaríamos la ruta norte aparentemente nunca realizada. Y si esto no fuera posible, quedaba la alternativa de realizar el ascenso partiendo desde La Alumbrera, camino más largo que nos exigiría al menos dos jornadas de aproximación, siguiendo la vía de la cara este desde el arroyo Derecho.
A las 6 de la mañana arrancamos en Mendoza, y poco antes de las ocho pasamos por Uspallata con rumbo a Barreal, donde llegamos a las 9 y media. Allí luego de algunas compras de último momento continuamos a Calingasta. Sin perder tiempo tomamos rumbo oeste a través de un camino de tierra que se interna por la quebrada del río La Totora. Llegamos a la Alumbrera pasadas las doce del mediodía y luego de hablar con el encargado de la empresa minera, nos permite utilizar el camino hasta Candadito, treinta kilómetros más arriba, siempre y cuando volvamos el domingo, día de menos tráfico en el angosto camino. Rápidamente con Gerardo sacamos cuentas. Estamos a viernes a mediodía, estar de regreso el domingo significa que hoy mismo debemos acampar lo más alto posible para mañana intentar la cumbre y el domingo bajar. Comparamos con el plan por la cara este y sin pensarlo dos veces le decimos “no hay problema, el domingo a última hora a más tardar estamos acá”. Las rutas de la cara este del cerro exigen dos largas jornadas de aproximación y la alternativa de llegar a Candadito con la camioneta nos tienta demasiado como para desaprovecharla. 
Gerardo hace gala de su capacidad para conducir la L200 y comenzamos a transitar los 30km de camino para 4x4 que nos separan de Candadito. Al principio un vado sencillo sobre el río La Totora donde paramos a sacar una foto y algunas pendientes no muy empinadas. Más adelante, la “Cuesta del Gringo” obliga a Gerardo a realizar dobles maniobras para poder dar las cerradas curvas en los “zigzag” del camino minero. Una hora más tarde llegamos a Candadito.
Allí dejamos estacionada la camioneta y preparamos las mochilas. Hay que sacarle peso; dejamos comida y llevamos lo imprescindible de abrigo y equipo. A las dos de la tarde comenzamos la marcha por la margen oeste del arroyo Candadito. Media hora más tarde y después de bajar al lecho de la quebrada por abruptos acarreos nos damos cuenta que el mejor camino va por la margen opuesta.
La quebrada es realmente muy bonita, con un arroyo de aguas cristalinas y vegas. En dos horas alcanzamos la bifurcación: una abrupta pendiente atravesada por un arroyo es el camino por donde debemos desviarnos. Motivado por ver el panorama que nos depara este pequeño afluente por donde desagua el glaciar norte del Totora, subimos rápidamente los doscientos metros de desnivel del tapón de la entrada. El esfuerzo vale la pena, frente nuestro se abre un prometedor vallecito cerrado al final por un alto filo curvo que reconozco de haberlo estudiado en Google Earth.

PARAJE "LA ALUMBRERA"
UNO DE LOS VADOS EN EL CAMINO HACIA CANDADITO
POR EL ARROYO CANDADITO
SUBIENDO POR EL ARROYO NORTE
Antes de salir no encontré antecedentes de expediciones por este flanco de la montaña, ni tampoco algún nombre que posea esta quebradita. Y aquí en el terreno también se puede corroborar eso, sólo senderos de guanaco surcan las laderas sin ningún rastro del hombre. Pero es un fuerte olor a “chivo” o cabras el que nos llama la atención. Al principio pensamos que proviene de la quebrada donde vamos entrando, pero más tarde nos damos cuenta que lo trae el viento desde las nacientes del arroyo Candadito.
Sólo paramos cada una hora para reponer líquidos y comer algo, ya son más de las cuatro y media de la tarde y aún nos falta un rato largo para acampar.
Los guanacos han trazado cómodos senderos sobre la margen oeste de la quebrada. A través de ellos sorteamos un estrecho cajón rocoso donde el arroyo ha horadado su camino. Más adelante el sol se esconde tras los filos e inmediatamente cae la temperatura. Cada vez que vengo a San Juan me sorprende el clima desértico de contrastes entre el sol y la sombra, el día y la noche.
Un trecho más de caminata a buen ritmo y finalmente nos decidimos por un excelente lugar para armar la carpa a 4150m de altura y con el arroyo a pocos metros. Un “revolcadero” de guanacos nos facilita la tarea y en veinte minutos ya tenemos la carpa armada y el agua calentándose para hacer un té. Ya son las ocho de la tarde y comienza una sesión de mediatarde, picada y cena sin solución de continuidad. Hemos traído comida liofilizada para aligerar el peso de las mochilas, así que un “arroz con pollo teriyaki” es nuestro menú. Pronto estamos “ensobrados” y no tardamos en quedarnos dormidos.

MARACADAS SENDAS DE GUANACO
A 3800m, LA VEGETACIÓN ES ESCASA
ARMADO DE CAMPAMENTO A 4150m
NACIENTES DEL ARROYO NORTE
Y realmente nos quedamos dormidos porque no escuchamos la alarma a las 5:30 AM, y recién una hora después me despierto sobresaltado. A pesar que apuramos los trámites del desayuno, recién a las 7:30 AM estamos en marcha. Menos mal que el terreno para comenzar la larga jornada de cumbre es de pendientes suaves al comienzo, como para ir entrando en calor. Remontamos la quebradita hasta las nacientes. Con el famoso Google Earth uno puede estudiar previamente la ruta, pero a la vez le quita la sorpresa al recorrido. Sólo queda comprobar lo diferente que puede ser ese modelo virtual al terreno real. Los primeros rayos de sol nos alcanzan cuando estamos llegando al pie de unos de los “crux” de la ruta elegida: poder subir a la meseta pasando por el costado del glaciar norte del Totora. Y lo que se ve desde aquí no es muy sencillo: el glaciar desciende abruptamente mostrando su filosa dentadura de grandes penitentes y no se ve una morena lateral  que pueda darnos la chance de alcanzar el plano superior. No queda otra que elegir algún pedrero o canal de acarreo del largo filo curvo que se veía desde la entrada de la quebrada y rogar para que conecte con la parte superior de la montaña. Elegimos la canaleta menos empinada y más cercana al glaciar y comenzamos a subir. El terreno es bastante ingrato, ¡aunque han habido peores! Una hora después hemos superado casi los 300 m de desnivel, y salimos al filo a ver que nos encontramos. Un impresionante frente del glaciar y por suerte un pequeño “corredor” entre éste y el filo curvo que nos permite buscar un paso hacia la gran meseta. Un viento frío me obliga a abrigarme mientras espero a Gerardo. Son las diez de la mañana y estamos a 5000 m, podríamos concluir que mucho no nos queda para la cumbre, que raya los 5800 m. Pero sabemos que aún nos falta una gran distancia horizontal. Hacemos el rodeo del glaciar por el Este y nos montamos a la meseta.

BORDEANDO EL GLACIAR NORTE
EN LA MESETA, ASOMA UNA CUMBRE SECUNDARIA
CERRO OLIVARES CENTRAL, O MAJADITA, 6250m
MARCHANDO SOBRE LA MESETA NEVADA
El viento frío sigue castigando, pero el cielo permanece impecable, sin una nube. Ahora avanzamos bordeando el glaciar, caminando sobre nieve endurecida que quedó de las últimas tormentas. Algunas evidentes grietas nos previenen de no acortar distancias caminando sobre él. A pesar que estamos sobre los 5200 m de altura, no es mucho lo que se puede adivinar del camino hacia la cumbre: una gran planicie nevada, y una llamativa cumbrecita secundaria al Oeste.
Hay que seguir bastante más hacia el sur y rodear una pequeña elevación para poder recién ver la cumbre principal. Recién a la 1:30 PM el cerro de la Totora nos muestra la pirámide trunca de su cumbre sobresaliendo sin dejar a lugar a dudas de que es el punto más alto de la montaña. Y realmente es un extraño caso este cerro, que presenta empinadas laderas y una extensa meseta de unos 15 km en sentido norte-sur y unos 5km en sentido este-oeste con una altura entre los 5200 y 5400m. Y cuatro grandes glaciares que descuelgan sus lenguas hacia el norte, este y sur.
Apuro el paso, aún es bastante la distancia que tenemos hasta la cumbre. Y esto es evidente al caminar y caminar y seguir viendo la perspectiva de la cumbre sin variar un ápice! Vamos atravesando campos de nieve reciente mientras voy estudiando por donde subir la pirámide final. Se ven algunos largos pedreros que rematan en los roqueríos que rodean la cumbre. Y éstos no se ven fáciles de superar. Habrá que acercarse un poco más para estudiar algún paso. Lo que sí está claro es que hay que elegir una vía de ascenso sobre la cara este al abrigo del viento.

LA PIRÁMIDE TRUNCA DE LA CUMBRE PRINCIPAL
FALTA BASTANTE DISTANCIA PARA LA CUMBRE
ENCARANDO LAS ÚLTIMAS PENDIENTES
CUMBRES VÍRGENES AL NORTE DE LA TOTORA
Hago un descanso a 5400 m,  al pie de una gran roca en forma de colmillo. Gerardo llega un rato después y me dice que evaluando lo que queda, prefiere no seguir subiendo y guardar fuerzas para el regreso, donde hay que atravesar nuevamente la gran meseta nevada. Yo me siento muy bien y quiero evaluar como es el terreno que sigue. Así que tomo como parámetro ascender durante una hora y ver si el ritmo es el necesario para salvar el desnivel restante antes de la hora límite fijada. Gerardo se queda haciéndome el aguante mientras voy ganando metros palmo a palmo. El terreno es bastante firme, mucho más de lo que se veía a simple vista, y en media hora ya llevo 170 m de desnivel. Cuando me voy acercando a la barrera de rocas que rodea al filo cumbrero, realizo una travesía hacia el sur buscando algún paso más fácil. No llevo grampones, ni piqueta, sólo bastones y las botas, así que no hay que arriesgar. Haciendo algunos malabarismos por roca y luego “punteando” con las botas en la nieve dura termino de subir la pequeña cornisa a las 4:35 PM.

EN LA CUMBRE
PIRCA REALIZADA, LA NIEVE IMPIDIÓ ENCONTRAR ANTERIORES TESTIMONIOS
VISTA PANORÁMICA DE LA RAMADA (IZQUIERDA) Y MERCEDARIO (DERECHA)
VISTA PANORÁMICA DE LAS CUMBRES DE ANSILTA
CUMBRE NORTE Y LAGUNA
OLIVARES DE LÍMITE 6215m
El filo de la cumbre es bastante plano, con la parte más alta al sur. Hacia allá me dirijo buscando alguna pequeña pirca o algo que señale el punto más alto. Pero la nieve existente no permite encontrar nada, así que sin perder tiempo me aboco a las tareas de medir, sacar fotos y armar una pequeña pirca. El día súper diáfano es ideal para las fotos, sobretodo ahora que el viento amainó y se puede disfrutar este momento con más calma. Media hora gozando de la cumbre fue suficiente como para comenzar a sentir la urgencia de descender ya que el camino de regreso es bastante largo.

El destrepe de la cornisa de nieve y las rocas exigen atención para evitar algún percance. En media hora ya estoy de nuevo en los pedreros y al cabo de una hora voy siguiendo las huellas de Gerardo que ya ha emprendido el regreso. La travesía de la meseta nevada es muy cansadora y entiendo la preocupación de Gerardo de querer guardar fuerzas para esta parte.
Sin inconvenientes voy desandando el camino hasta llegar a la canaleta de bajada al vallecito. Último tramo complicado y sólo queda desandar las morenas. Lo alcanzo a Gerardo y terminamos la marcha al campamento comentando las distintas vivencias de tan largo día. Con las últimas luces alcanzamos la carpa e inevitablemente preparo una de las clásicas “picadas” para reponer fuerzas. No tardamos mucho para caer rendidos por el sueño. Al día siguiente, sabemos que debemos desandar el camino desde el campamento hasta el vehículo. Da ganas de tomarse un día de descanso para después  encarar algunas de las otras cumbres cercanas al campamento y que aparentemente no tienen nombre. Pero acordamos con la gente de La Alumbrera que bajaríamos el domingo y queremos cumplir con lo pactado ya que pretendemos volver por aquí a seguir subiendo cerros!
A las 10:15 AM comenzamos a desandar nuestra quebradita. Y es en el regreso que vamos tomando conciencia de lo mucho que caminamos el primer día. Al cabo de dos horas volvemos a reencontrarnos con las verdes vegas del arroyo Candadito y los patos del torrente que buscan su comida. Y sin muchos descansos seguimos rumbo al vehículo al cual llegamos a las 2 PM, exactamente 48 hs después de haberlo dejado. Nuevamente Gerardo debe sacar a relucir su oficio de conductor profesional y desandar los 30km hasta la Alumbrera. Más abajo, y calcinados por el sol de la tarde, ponemos rumbo a Barreal mientras miramos de reojo los tentadores objetivos de Ansilta. Estamos seguros que San Juan nos tendrá de vuelta por sus hermosas y solitarias montañas.

GLACIAR NORTE
FRENTE DEL GLACIAR NORTE
EN EL CAMPAMENTO BASE
PICADA DURANTE EL REGRESO
BAJANDO AL ARROYO CANDADITO
"BERRO" (Mimulus luteus)
PATO DEL TORRENTE (Merganetta armata)
LLEGANDO A CANDADITO

martes, 1 de enero de 2013

CERRO PLATA (5963) EN EL DÍA DESDE MENDOZA

ASCENSIONES "RELÁMPAGOS" EN EL CORDÓN DEL PLATA

El cordón del Plata es desde hace casi un siglo la escuela de alta montaña de Mendoza. En un comienzo, el acceso a la base de los cerros era casi tan tedioso y largo como el ascenso en sí mismo. Desde “Chacritas” cerca de Potrerillos, partían caminando los primeros andinistas, tardando una semana para ir y volver a un “5000”. Ya en la década del ’50, con el desarrollo del centro de ski “Vallecitos”, la accesibilidad a la zona central del cordón cambió completamente. Desde ese momento llegar a casi los 3000 m de altura en vehículo permite acceder a una gran cantidad de cumbres para ascender en un fin de semana. A comienzos de los ’80, cuando empecé a dar los primeros pasos en la alta montaña, el ascenso al Agustín Álvarez, Santa Elena, Blanco, Vallecitos o Plata nos llevaba como mínimo 3 o 4 días. Un equipo rudimentario no ayudaba mucho con el peso y mochilas de armazón metálico tampoco. Pero las ganas de vivir la montaña compensaban los dolores y molestias. Mi primera ascensión de alta montaña con mis hermanos Bernardo y Federico nos llevó 3 días desde la villa El Salto. El cerro era el “Falso Santa Elena” de poco más de 4700 m, con un desnivel de unos 2800 m desde el punto de partida (la tranquera). Un par de años más tarde, Federico junto a Juan Carlos Castro realizan la ascensión en un día desde la Villa El Salto. Desde ese momento comencé a “desmitificar” las ascensiones de cumbres de alta montaña. Sabía que estando entrenado y aclimatado era posible hacer “ascensiones relámpago” a las cumbres más altas; era la oportunidad de poder vivir la montaña cuando se tiene poco tiempo o cuando uno busca aclimatación y entrenamiento para objetivos mayores.

CERRO AGUSTÍN ÁLVAREZ (5150) EN UN DÍA DESDE VILLA EL SALTO / NOVIEMBRE DE 1987. Durante mi preparación para el Aconcagua, me surgió la idea de redoblar la apuesta y encarar el Agustín Álvarez, cerro que usualmente nos tomaba al menos 3 días, en una sola jornada desde mi casa de “El Salto”. Entusiasmé al “incansable” Carlitos Varela, y el lunes 23 de noviembre nos tomamos el ómnibus de TAC a la Villa El Salto. Esa noche, apenas nos recostamos un par de horas y a las 3:08 AM comenzamos la larga pateada. El invierno del ’87 había sido pródigo en nevadas y la nieve aún cubría la montaña a partir de los 3200 m. Unas 5 horas después de salir, alcanzábamos el refugio IANIGLA; desde la base de la morena habíamos ido subiendo con botas dobles y grampones por la presencia de nieve dura. A mediodía y bastante cansados llegábamos a la base del filo norte del Santa Elena. La subida por el filo iba a ser muy dura por el viento y el cansancio acumulado, y recién a las 4:15 PM alcanzábamos la cumbre. Minutos más tarde, continuábamos al Agustín Álvarez. Recién a las 5:50 PM llegaríamos a la cumbre del Agustín Álvarez, donde no encontramos testimonio por la acumulación de nieve. Quince minutos más tarde comenzábamos el veloz descenso: en 20 minutos llegábamos a donde habíamos dejado la mochila al pie del Santa Elena y en dos horas “esquiamos” toda la quebrada del Salto hasta la Cascada. A las 11:30 PM llegábamos a la casa, luego de 20 horas y 20 minutos de actividad. 
INTENTO CERRO BLANCO (5141) EN UN DÍA DESDE VILLA EL SALTO / ABRIL DE 1988. Meses más tarde, y siguiendo la misma tónica intenté el cerro Blanco en el día desde la villa El Salto. Junto a Virginia Mackern salimos a las doce de la noche, pero un par de horas más tarde, llegando a la cascada me dí cuenta que me había olvidado parte de la comida de marcha, combustible imprescindible para este tipo de actividad. En conclusión, cambiamos de objetivo por uno más corto y subimos el Pico El Salto (4750) en una jornada.

ASCENSIONES EN UN DÍA AL FRANKE (4811), VALLECITOS (5470), LOMAS AMARILLAS (5137), MORRO CHATO (4851), RINCÓN (5364) Y PLATA (5963). Años más tarde, y contando con vehículo propio, cambié de punto de partida, la casa de la villa El Salto por Vallecitos. Así fue como ascendí en una jornada al Franke (noviembre de 1995), Vallecitos (agosto de 1996), Morro Chato (mayo de1997), Lomas Amarillas (octubre de 1997), Mausy (abril de 1999), Rincón (diciembre de 2002). Y por fin llegó el turno de intentar en el día el más alto, el Plata. En diciembre de 2004 pensé que era el momento y con aclimatación en un 4000 m una semana antes, partí a las 3 am luego de dejar el auto en Vallecitos. Fui a buen paso hasta el portezuelo Plata – Lomas Amarillas. Allí empezó el viento, que me fue quemando las pocas calorías. A partir de ese momento el ritmo decayó, y terminé haciendo cumbre a las 4 PM, más con “cabeza” que con físico. El regreso casi rayando en lo épico, lo terminé a las 11 PM en el auto. Desde ese ascenso, volví a repetir el cerro Vallecitos, siempre a modo de preparación o aclimatación previa a una expedición más larga. Pero volver al Plata en el día no estaba en mis planes, el agotador ascenso de 2004 me había dejado un gusto agridulce.

CERRO PLATA EN UN DÍA POR SEGUNDA VEZ / DICIEMBRE DE 2012. Luego de un impasse de 4 meses por una fractura, no quería que el año se terminara sin volver a las montañas. Pero no había habido tiempo para ningún ascenso previo, así que el penúltimo día del año salí para Vallecitos. La idea era subir “algo” para prepararse para los proyectos pendientes. Pasadas las 7 y media de la mañana, un poco tarde para tanta expectativa, me pongo en marcha. He chequeado el pronóstico en mountain-forecast y predice buen tiempo en altura con muy poco viento. El sol pega fuerte desde temprano y ya en las veguitas voy refrescándome con el agua de los arroyitos. Esta vez voy usando un monitor cardíaco para mantener un ritmo constante y tampoco exigir más de lo que el cuerpo puede dar.

En 3 horas llego al campamento del Salto y sigo hacia la hollada. Allí me encuentro con un solitario montañista de Buenos Aires que hace sus primeras armas en el cordón del Plata. El clima sigue bueno, y yo continúo al ritmo propuesto, un poquito más lento que otras veces, tratando de regular las fuerzas. A las 6 horas de haber comenzado, llego al portezuelo Plata-Vallecitos con clima ideal y muy poco viento. Veo los dos posibles objetivos: el largo y agotador Plata o el conocido Vallecitos, y me tiento. ¡Vamos al Plata, que otro día con este clima no sé cuando se volverá a repetir! Fijo un horario límite para hacer cumbre, y divido el desnivel que me separa a la cumbre en las 3 horas que dispongo para llegar. Así puedo ir controlando cuanto me falta y si va a ser posible mantener el ritmo para llegar a la cumbre. A diferencia de experiencias anteriores, no he sentido los efectos de la altura, cosa bastante extraña ya que la puna pega fuerte desde el portezuelo en adelante. Y lo más sorprendente, sin ninguna aclimatación previa, la última cumbre fue hace 4 meses…esto es demasiado pedir!

En la travesía que conduce al filo cumbrero, me he cruzado con un par de personas que bajan. Uno de ellos me comenta que es tarde para seguir subiendo, comentario muy lógico dado la hora de día. Por un momento dudo ya que son las 3 PM y aún quedan unos 400 m de desnivel. Pero sigo manteniendo el ritmo y en un rato más llego al filo. Siempre se hace largo este tramo, pero esta vez me siento bien y con fuerzas así que sin detenerme voy ganando metros. A menos de 100 m de la cumbre, me encuentro con otras tres personas que bajan. Me dicen que me quedan como 45 minutos o una hora, para los últimos dos o tres zigzag del sendero. “Es mucho tiempo, espero que sea menos” pienso, mientras continúo el ascenso con el ritmo que traía. En unos 15 minutos estoy arriba. Algunos instantes para tomar fotos y hacer la medición con GPS. La vista hacia la pared sur es intimidante, al suroeste el Nevado Excelsior,. A las 5:10 PM comienzo el descenso. Concienzudamente voy desandando el camino, en una hora alcanzo el portezuelo del Vallecitos. Antes de llegar a la Hollada encuentro al grupo que había hecho cumbre antes que yo. Son las 7:30 PM cuando paso por el campamento del Salto. Sin que la atención decaiga sigo caminando a toda marcha para aprovechar los minutos de luz que quedan, y me puedo dar por satisfecho al llegar a las 9:40 PM al auto con la última penumbra, pero contento y sorprendentemente bastante entero!

miércoles, 12 de diciembre de 2012

RELATO HISTÓRICO TORRE DEL CAMPANARIO (2° PARTE)

EL TESTIMONIO DE CUMBRE DE LA PRIMERA ASCENSIÓN
Hace unas semanas atrás, leyendo la revista Kooch n° 30, en la página 4 encuentro una nota sobre la primera ascensión a la pared Sur del Chañi. En la misma se destacan algunas otras memorables escaladas del protagonista, Jorge “el Yuyo” Tarditti. Y entre esas escaladas “históricas” aparece la segunda ascensión a la Torre del Campanario en 1975. Después de la grata experiencia de haber tomado contacto con la historia de esta cumbre a través del relato de Gallop, no pude menos que mandarle un mensaje a Jorge Tarditti para preguntarle detalles de esa “segunda ascensión”. Así es que sin más preámbulos, lo “facebuquié” y le mandé un mensaje preguntándole por su ascenso y si habían hallado los testimonios dejados por Chiartano, Gallop y Vidoni. Inmediatamente recibo la respuesta donde me cuenta los detalles de esa ascensión del 8 de enero de 1975 junto a su hermano Eduardo. Y del intento previo donde llegaron a 50 m de la cumbre junto a Alejandro Randis. Esta segunda ascensión a la Torre del Campanario, Jorge la realiza a los 19 años, junto a su hermano de 17. Según sus palabras … “nos metimos en una pared de puta madre en la torre y no teníamos idea adonde llegaríamos”…. La ruta, luego denominada “ruta CAC” tenía 250m de desnivel y una dificultad de 5+. Al día siguiente de su épico ascenso, Edgardo Porcellana, quien años después fallecería barrido por un alud en el Manaslú, junto a otros dos integrantes del CABA realizan la tercera ascensión absoluta a la Torre. 
Jorge me envió amablemente las fotos para  ilustrar este informe.De esta manera, se cierra el círculo sobre la primera ascensión al Campanario, al poder mostrar los testimonios dejados por los pioneros y encontrados 19 años más tarde por la joven cordada cordobesa.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

CERRO BERMEJO 3905m

PEQUEÑA CUMBRE AL SUROESTE DEL PASO CRISTO REDENTOR
 
Primeras pendientes rumbo al Cristo
Pico Mar 4890m, en las nacientes de Matienzo
Escasa nieve en la cara E del paso
Pico De la Iglesia 4233
Canteos en nieves duras antes del paso
En el paso Cristo Redentor
Cerro Cabeza del Inca 4193m y Alto de la Posada 4260m
Hacia el col, atrás el Bermejo 3905m
Llegando a la cumbre, bajo el fuerte viento
Mijel junto a la pirca, atrás el Navarro Norte 4660m
Repetida tarea durante la jornada, poner y sacar pieles
Reascenso al paso desde la vertiente chilena
Últimas luces sobre  el Tolosa 5432m
Acocagua, detalle con zoom
Llegó y pasó el invierno...y de las grandes nevadas ni noticias. Pero hay que aprovechar las escasas nieves aunque sea para estirar las piernas! Con Mijel y Maga tomamos rumbo hacia Las Cuevas. Mientras Maga se queda con los chicos del CAM haciendo una salida del curso de iniciación, nosotros enfilamos hacia el Cristo bajo un cielo plomizo. Es la una de la tarde cuando empezamos el ascenso. Realmente llama la atención la poca nieve que hay. El fuerte viento también hace lo suyo impidiendo que se acumule. Las primeras pendientes nos sirven para ir entrando en calor. Mucho tiempo ha pasado desde los últimos ascensos realizados en esquís. El viento comienza a aumentar de intensidad, mientras nosotros también aumentamos el ritmo. La idea es subir hasta el paso del Cristo Redentor y después tomar dirección suroeste hacia una pequeña cumbre del lado chileno, el Bermejo. Mijel lo conoce desde hace un par de años, cuando lo subió con un curso de guías de montaña. La nieve está bastante dura en general, salvo a sotavento donde se acumula la nieve volada. Hacemos el rodeo para llegar hasta el monumento canteando pendientes duras y empinadas. Un par de horas después de comenzar la marcha llegamos al paso, donde nos recibe un fuerte viento y más nieve volada. No hay tiempo que perder, ya son las tres de la tarde y nos largamos a la travesía descendente hacia nuestro objetivo. Del lado chileno las condiciones de la nieve son totalmente diferentes, unos 20 o 30cm de nieve blanda que invitan a descender directamente hacia la boca oeste del túnel. Pareciera que fueran dos lugares muy distantes entre sí, pero son dos vertientes de un mismo cordón... Sacamos las pieles y nos largamos en travesía. Nuestro envión no dura mucho y hacemos otra parada técnica para volver a colocarlas. Vamos enfilando al pequeño col del Bermejo, intrigados por el ascenso de su morro cumbrero. Una vez en el col y sin siquiera sentarnos, comemos algo mientras el viento nos castiga sin piedad. Atacamos las últimas pendientes. Aquí las ráfagas nos cuelan los pequeños cristales por el cuello, lentes y cualquier otra rendija de nuestra vestimenta. Tras unos empinados zigzags estamos llegando a la cumbre. La furia con que sopla el viento convierte a la sencilla tarea de sacar las pieles en una arriesgada maniobra, en la que puede salir volando parte del equipo en cualquier momento. Tomamos un par de fotos y prendemos el GPS. A los 5 minutos Mijel ya está listo para el descenso, mientras yo aún estoy luchando con el viento para guardar las pieles en la mochila. Primeros giros sin problemas mientras vamos tanteando la nieve honda, alejándonos de las máximas pendientes donde es mayor el peligro de avalanchas. Minutos después, tras haber cruzado nuevamente el col, volvemos a colocar pieles. Ahora toca remontar pendientes hasta el paso otra vez. Los últimos rayos de sol nos dan casi horizontalmente; vamos con el tiempo justo para llegar a Las Cuevas con las últimas luces. En el paso el efecto "Venturi" del viento nos arroja hacia el este. Flanqueo de nieve dura y empezamos el añorado descenso. Una primera bajada con nieve similar a la del lado chileno y después hielo y costra me dan trabajo para un descenso decente. Mijel no hace mucha distinción de calidades y arremete con todo tipo de pendientes sin ningún problema. A las siete de la tarde estamos llegando al auto. Rato más tarde estamos en el refugio "Viento Blanco" junto a algunos amigos comiendo un rico asado hecho por Néstor, el dueño de casa. Esa noche la conversación cambia a distintos temas como cambiamos las botellas que riegan la cena. Al día siguiente con Pali, Mariano y Néstor salimos rumbo a Matienzo para una actividad liviana: subir hacia los Paramillos del Tolosa para esquiar el pequeño vallecito que siempre guarda buena nieve. Todo transcurre según lo previsto hasta el final del descenso, donde tengo una impensada caída. Resultado: un fuerte golpe en el hombro que me impide continuar esquiando. Mijel y Mariano se hacen cargo de mi equipo. El lunes, luego de la consulta médica, me enteraría que me había quebrado el húmero. Como dijo un amigo en estos días de reposo obligatorio que ahora tocan, "a veces nos olvidamos que nuestros huesos también se pueden romper".  
Panorámica desde la cumbre del Bermejo

jueves, 26 de julio de 2012

CERRO JUAN POBRE 4138m

FAMOSO EN LOS MAPAS, DESCONOCIDO EN LA REALIDAD

El cerro Juan Pobre forma parte del vocabulario de nombres de cerros de la cartografía oficial. Por ello, quienes trazaron los límites del Parque Aconcagua lo eligieron como vértice sureste del mismo. Esto ha llevado  a que sea mencionado y reconocido en mapas y papeles, pero en el terreno prácticamente pase desapercibido. El gran desnivel y poca distancia horizontal entre su cumbre y la ruta internacional hace muy díficil ubicarlo. Uno esperaría de una cumbre "tan famosa" una prominencia mayor, pero comparte la misma que su "vecino de enfrente", el Vacas, otra cumbre ya descripta en este blog. Pero su altura superior a los 4000m asegura una vista magnífica y poco común de los Andes Centrales, con el valle y volcán Tupungato como protagonistas. 
Salgo de Mendoza a las 6 de la mañana de un frío día de Julio. Este invierno parece que viene seco una vez más, y esto que era "anormal" comienza a ser normal...Los últimos tres años la nieve ha sido bastante escasa. Espero que los días que restan del invierno traigan alguna nevadita más!. 

A las 9, y luego de conversar con el guardaparque apostado en la entrada de la quebrada Vacas, enfilo hacia el canal de nieve y acarreo que me llevará al filo del Juan Pobre. Lito Sánchez me comentó que años atrás lo había intentado, subiendo por el mismo canal, pero que una vez sobre el filo y luego de subir y bajar varios "morros" se pegaron la vuelta sin ubicar la cumbre. En principio tenía intenciones de subirlo por la vertiente Este, que da hacia el río Mendoza. Pero estudiando en detalle la subida, preferí hacerlo por esta vía que es menos empinada y al guardar algo de nieve puede facilitar la subida. 
En la primera hora de marcha, ya he subido 400m, tengo que llevar bien el ritmo porque es tan largo el itinerario que el día de invierno puede resultar corto. La nieve en el canal, aunque escasa, está dura y permite subir rápido. A mediodía recién recibo los primeros rayos de sol, cuando salgo al filo después de superar los primeros 1100m de desnivel en tres horas. Desde ese punto se ve todo "tranqui" y pareciera que se trata de un filo suave con algunos morros. Pero a poco de comenzar a transitarlo, me encuentro que en la vertiente Este, se ha acumulado la nieve que está en su peor estado para alquien sin esquíes o raquetas: totalmente polvo. En cambio la cara Oeste del filo, está totalmente pelada. Me dirijo hacia ese lado, siguiendo huellas de guanaco, que se internan en pendientes casi verticales que desploman hacia el río Vacas. Una vez más los guanacos son los "salvadores" en estos casos!. Así rodeo varias cumbrecitas y morros que desorientan a quien transita el filo, dudando de cual es realmente la cumbre.


Va transcurriendo el tiempo y sigo subiendo, bajando y ladeando morros. El día sigue espectacular tal cual lo anunciaba el pronóstico, hasta el viento es suave y no se sienten los -10°C que estimaba para este lugar (http://www.yr.no/sted/Argentina/Mendoza/Cerro_Juan_Pobre/). Finalmente veo más cerca la cumbre, defendida con riscos y nevés por todos lados. Sigo por el filo hasta que me veo obligado a rodear algunos riscos calzándome nuevamente los grampones para subir las últimas pendientes de nieve dura. Son las 3:45pm cuando llego a la cumbre. Una gran pirca de piedras apiladas y con una viga de madera al centro (al mejor estilo "militar") señala el lugar. También hay tres o cuatro bloques monolíticos de unos 3m de altura y que había podido ver desde cumbres aledañas. Reviso la pirca pero no encuentro nada. Parece que el cerro hace honor a su nombre y ni siquiera testimonio tiene! Luego de la consabida sesión de fotos, me preocupa el largo regreso por el filo y el descenso del canal. 
Una hora más tarde comienzo a desandar el camino realizado. En el descenso voy estudiando desde otra perspectiva el filo recorrido y paso por algunos morros que de ida había esquivado. En uno que llama la atención por su color blancuzco y rocas redondeadas encuentro entre cuatro o cinco piedras una ziploc con el testimonio de Lito Sánchez, Ulises Corvalán y Pablo Vitale. Más abajo en otra cumbrecita encuentro unas maderas tiradas que parecen haber estado tensadas con alambres (al estilo de la que hay en el contrafuerte Este del Banderita Sur). 
Sigo bajando y gracias al gps encuentro nuevamente el atajo de los guanacos para superar el "crux" del recorrido. Sin inconvenientes encuentro la entrada del canal y aprovecho el acarreo al costado del nevé para bajar más rápido. La noche se viene encima justo cuando estoy terminando el descenso y tengo que encontrar el precario puente sobre el río Vacas. Media hora más tarde estoy conversando con los guardaparques sobre los cerros y quebradas que quedan por conocer...