miércoles, 5 de septiembre de 2012

CERRO BERMEJO 3905m

PEQUEÑA CUMBRE AL SUROESTE DEL PASO CRISTO REDENTOR
 
Primeras pendientes rumbo al Cristo
Pico Mar 4890m, en las nacientes de Matienzo
Escasa nieve en la cara E del paso
Pico De la Iglesia 4233
Canteos en nieves duras antes del paso
En el paso Cristo Redentor
Cerro Cabeza del Inca 4193m y Alto de la Posada 4260m
Hacia el col, atrás el Bermejo 3905m
Llegando a la cumbre, bajo el fuerte viento
Mijel junto a la pirca, atrás el Navarro Norte 4660m
Repetida tarea durante la jornada, poner y sacar pieles
Reascenso al paso desde la vertiente chilena
Últimas luces sobre  el Tolosa 5432m
Acocagua, detalle con zoom
Llegó y pasó el invierno...y de las grandes nevadas ni noticias. Pero hay que aprovechar las escasas nieves aunque sea para estirar las piernas! Con Mijel y Maga tomamos rumbo hacia Las Cuevas. Mientras Maga se queda con los chicos del CAM haciendo una salida del curso de iniciación, nosotros enfilamos hacia el Cristo bajo un cielo plomizo. Es la una de la tarde cuando empezamos el ascenso. Realmente llama la atención la poca nieve que hay. El fuerte viento también hace lo suyo impidiendo que se acumule. Las primeras pendientes nos sirven para ir entrando en calor. Mucho tiempo ha pasado desde los últimos ascensos realizados en esquís. El viento comienza a aumentar de intensidad, mientras nosotros también aumentamos el ritmo. La idea es subir hasta el paso del Cristo Redentor y después tomar dirección suroeste hacia una pequeña cumbre del lado chileno, el Bermejo. Mijel lo conoce desde hace un par de años, cuando lo subió con un curso de guías de montaña. La nieve está bastante dura en general, salvo a sotavento donde se acumula la nieve volada. Hacemos el rodeo para llegar hasta el monumento canteando pendientes duras y empinadas. Un par de horas después de comenzar la marcha llegamos al paso, donde nos recibe un fuerte viento y más nieve volada. No hay tiempo que perder, ya son las tres de la tarde y nos largamos a la travesía descendente hacia nuestro objetivo. Del lado chileno las condiciones de la nieve son totalmente diferentes, unos 20 o 30cm de nieve blanda que invitan a descender directamente hacia la boca oeste del túnel. Pareciera que fueran dos lugares muy distantes entre sí, pero son dos vertientes de un mismo cordón... Sacamos las pieles y nos largamos en travesía. Nuestro envión no dura mucho y hacemos otra parada técnica para volver a colocarlas. Vamos enfilando al pequeño col del Bermejo, intrigados por el ascenso de su morro cumbrero. Una vez en el col y sin siquiera sentarnos, comemos algo mientras el viento nos castiga sin piedad. Atacamos las últimas pendientes. Aquí las ráfagas nos cuelan los pequeños cristales por el cuello, lentes y cualquier otra rendija de nuestra vestimenta. Tras unos empinados zigzags estamos llegando a la cumbre. La furia con que sopla el viento convierte a la sencilla tarea de sacar las pieles en una arriesgada maniobra, en la que puede salir volando parte del equipo en cualquier momento. Tomamos un par de fotos y prendemos el GPS. A los 5 minutos Mijel ya está listo para el descenso, mientras yo aún estoy luchando con el viento para guardar las pieles en la mochila. Primeros giros sin problemas mientras vamos tanteando la nieve honda, alejándonos de las máximas pendientes donde es mayor el peligro de avalanchas. Minutos después, tras haber cruzado nuevamente el col, volvemos a colocar pieles. Ahora toca remontar pendientes hasta el paso otra vez. Los últimos rayos de sol nos dan casi horizontalmente; vamos con el tiempo justo para llegar a Las Cuevas con las últimas luces. En el paso el efecto "Venturi" del viento nos arroja hacia el este. Flanqueo de nieve dura y empezamos el añorado descenso. Una primera bajada con nieve similar a la del lado chileno y después hielo y costra me dan trabajo para un descenso decente. Mijel no hace mucha distinción de calidades y arremete con todo tipo de pendientes sin ningún problema. A las siete de la tarde estamos llegando al auto. Rato más tarde estamos en el refugio "Viento Blanco" junto a algunos amigos comiendo un rico asado hecho por Néstor, el dueño de casa. Esa noche la conversación cambia a distintos temas como cambiamos las botellas que riegan la cena. Al día siguiente con Pali, Mariano y Néstor salimos rumbo a Matienzo para una actividad liviana: subir hacia los Paramillos del Tolosa para esquiar el pequeño vallecito que siempre guarda buena nieve. Todo transcurre según lo previsto hasta el final del descenso, donde tengo una impensada caída. Resultado: un fuerte golpe en el hombro que me impide continuar esquiando. Mijel y Mariano se hacen cargo de mi equipo. El lunes, luego de la consulta médica, me enteraría que me había quebrado el húmero. Como dijo un amigo en estos días de reposo obligatorio que ahora tocan, "a veces nos olvidamos que nuestros huesos también se pueden romper".  
Panorámica desde la cumbre del Bermejo

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