jueves, 21 de agosto de 2014

CERRO DE LOS BUITRES 4458m

LA CUMBRE N° 51...

El cerro De los Buitres es el remate del cordón montañoso que divide a la quebrada Chorrillos al Sur de la quebrada Río Blanco III y Potrero Escondido al Norte. Su privilegiada posición lo convierte en un excelente mirador de dos de los cordones menos visitados de los Andes Centrales: el cordón Chorrillos al Oeste y el Macizo de la Jaula al Este. En algún momento del año pasado, cuando estaba finalizando el libro “50 Cumbres”, pensé subirla e incluirla en el listado de montañas. Finalmente me decidí por el cerro Quebrada Fiera (4578), que visité en una jornada desde Polvaredas, dado que el “De los Buitres” por su posición alejada, me llevaría más tiempo. Y este año, ya con el libro terminado, volví a retomar los objetivos que habían quedado inconclusos. Elegí una vez más uno de esos cerros ignorados para ascender en el escaso día y medio que tenía disponible en el fin de semana. Como no podía ser de otra manera, bastó una llamada para tener el compañero ideal para estas largas pateadas: el “Lito” (Sánchez).
Domingo 18 de agosto a mediodía, dejamos el vehículo en Punta de Vacas. La idea es vivaquear en la entrada del Arroyo Potrero Escondido y mañana encarar de madrugada el cerro y volver el mismo día a Mendoza. Ambicioso plan que veremos si podemos cumplir. A las 12:30PM comenzamos la larga caminata por el valle del río Tupungato. Hace calor, hay poquísima nieve y el río viene color chocolate. Si no fuera por el almanaque, no podríamos decir que estamos en invierno. Duro va a ser este verano, con un invierno ausente, que parece más un otoño que nunca terminó…
Vista del cerro De los Buitres desde la cumbre del Ciénaga del Tupungato
Preparativos antes de empezar en Punta de Vacas
Ganso Andino
Entrando por la quebrada del Río Blanco III
Por la quebrada del Río Blanco, atrás cerro Colorado



























Los kilómetros pasan mientras vamos conversando y haciendo paradas obligadas para las fotos. Más adelante nos encontramos con dos frustrados pescadores que vuelven con las manos vacías por la turbiedad del agua. En dos horas y media estamos en el refugio. Luego de chusmear la historia escrita en las paredes, llegan los dueños del equipo que encontramos dentro. Adrián Davolio y Pablo Portuso habían salido desde este lugar encarando hacia alguna cumbre del extenso cerro al que vamos nosotros, pero luego de batallar con los acarreos han pegado la vuelta. A las 3:30PM seguimos rumbo al oeste, por la quebrada de Río Blanco III. Nos seguimos sorprendiendo con el color rojizo del agua, para encontrarnos en pleno invierno. Avanzamos a buen paso, y dos horas y media más tarde estamos eligiendo lugar de vivac. Nos encontramos justo al pie de la abrupta subida que lleva al interior de la quebrada del Potrero Escondido. Armamos un confortable lugar para vivaquear e inmediatamente nos vamos a buscar agua. Y aquí nos encontramos con un problema. El arroyo del Potrero Escondido trae también el agua muy barrosa, por lo que no nos queda otra que derretir nieve. Pero ni siquiera nieve hay en cercanías del campamento! Nos salvaron algunos pequeños manchones de nieve bajo algunos espinillos para poder hacer agua. La noche es calma y un cielo increíble de estrellas es blanco de algunas fotos.
Preparando el sitio de vivac
Cumbres que esperan visitantes
Últimas luces, tras los Gemelos
La protección en el vivac, un increíble cielo estrellado


























El despertador suena a las 4:00 AM. Rápidamente comienzan los clásicos preparativos. Y una hora más tarde estamos en marcha. Desde el vivac, la idea es encarar unos empinados faldeos hasta montarnos a un filo que conduce a una cima secundaria del cerro, para seguir hasta el punto más alto ubicado un par de kilómetros más al sur. Dicho de esta manera parecía muy sencillo, pero sabíamos que teníamos unos 1700m de desnivel y más de 10km hasta la cumbre. Comenzamos a subir sin necesidad de las linternas frontales: una oportuna luna menguante nos ilumina el ascenso. El tiempo va pasando y vamos chequeando el ritmo que llevamos: 140m para la primera media hora y más 330m cuando se hacen las 6 AM. No queda otra que “programarse” a ganar metros desde el inicio de la marcha dado que a medida que avanza el día, menos margen tenemos si la cumbre aún está lejos… El terreno al principio es bastante aceptable, una ladera vegetada donde se puede seguir las numerosas huellas de ganado en la parte baja y de guanacos en la parte más alta. Más arriba la cosa se pone pesada con algunos pedreros, que hay que saber buscarle la vuelta para subir por la parte más firme al lado de unos roquedales. Cuando va amaneciendo, hemos alcanzado los 3400m y podemos ver el camino a seguir. Estamos en un pequeño col en el contrafuerte noroeste del cerro, ahora nos conviene desviarnos hacia un vallecito empinado para subir por unas raquíticas lenguas de nieve. Con las primeras luces van haciendo su aparición un buen número de cerros: Clonquis, Piramidal, Potrero Escondido y Gemelos. Seguimos ganando metros a buen ritmo, se nota que venimos con mucha motivación…Los primeros rayos de sol nos alcanzan a las 9 de la mañana, a 3800m. Un pequeño descanso y seguimos zigzagueando la pendiente. Una hora y media más tarde, alcanzamos el filo y nos asomamos a gozar de la increíble vista que se abre hacia el sur: Polleras y cordón Chorrillos nos impactan con sus aguzadas formas y son blancos de más fotos, mientras que a nuestros pies se abre la quebrada Chorrillos. Sin perder tiempo seguimos hacia la cima secundaria, que parece bastante cercana.
Potrero Escondido a la luz de la luna
Ganando metros antes que salga el sol
Aconcagua, el primero en ser iluminado
Lito ascendiendo por el filo
Panorama desde el filo
Una vez arriba, podemos ver el largo camino que aún nos queda: un filo con varios morros y collados y a lo lejos, finalmente la cumbre. Muy a pesar de Lito, a quien le había dicho que la cumbre estaba al final del largo acarreo, proseguimos la marcha hacia el Sur. Atravesamos algunos nevés, mientras subimos un morro de 4300m para volver a bajar 50m al collado al pie de la aplanada pirámide cumbrera. Hacemos un último descanso gozando de la vista hacia el Macizo de la Jaula antes de encarar la subida final. Son las doce cuando encaramos los últimos 250m, esperemos que lo que creemos es la cumbre no sea un morro más…La suave pendiente que nos conduce a la cumbre del cerro nos permite llevar un paso cómodo a pesar de las horas de caminata que llevamos y seguir sacando fotos a diestra y siniestra.
Hacia la primera cima secundaria
Subiendo y bajando morros
A pocos metros de la cumbre, atrás Excelsior y Enanos
Contentos por la cumbre, luego de rehacer la pirca
Finalmente a las 12:45 estamos en la cumbre. Allí encontramos una pequeña pirca que alguna vez alojó a un poste de madera que está caído a varios metros. Unas viejas estacas de hierro enterradas, dan cuenta de los tensores que alguna vez existieron para mantener ese poste en el lugar. Felicitaciones de rigor y antes de largar con el ritual de las fotos, revisamos quienes fueron nuestros antecesores. Encontramos una hoja de una pequeña libreta, media mordisqueada por algún roedor. Glauco Muratti fue la última persona que anduvo por aquí, hace más de 4 años. El excelente punto panorámico que constituye la cumbre de este cerro seguramente no pasó desapercibida para los cartógrafos de mediados del siglo pasado, que lo usaron para los levantamientos topográficos. Y hoy en día sigue atrayendo a los montañistas que buscan nuevos objetivos.
Panorámica hacia el Este, el macizo de la Jaula
Panorámica hacia el Oeste, Cordón Chorrillos
Durante el descenso del filo cimero
Bajando pedreros rumbo a la quebrada
Floración anticipada
Vuelo sincronizado de cóndores
Volvemos a colocar el poste de madera en su lugar y nos abocamos a la tarea de rehacer la pirca. Nos quedamos embelesados una hora en la cumbre sacando fotos y filmando. El día todo despejado con una muy agradable temperatura, nos tienta a permanecer más tiempo pero el largo descenso hasta el auto en Punta de Vacas nos apura a comenzar el descenso. Le digo a Lito que empiece a bajar, que ya lo alcanzo, porque es demasiada la tentación de seguir sacando fotos.  En pocos minutos estamos de nuevo en el portezuelo y toca volver a subir los morros del filo. En menos de una hora ya estamos descolgándonos por los empinados pedreros. A  buen ritmo vamos perdiendo altura gracias al cómodo terreno que usamos para bajar. Los pocos descansos los usamos para seguir gozando del paisaje y tomar el poco líquido que nos queda. 
Con un calor más propio de pleno verano que de un mes de agosto, llegamos finalmente al vivac a las 4 de la tarde. Media hora es suficiente para ordenar el equipo en las mochilas, comer y beber algo para seguir en marcha forzada al Refugio Río Blanco. Las estimaciones de horario fallan y recién a las 7PM estamos en el refugio. Apenas unos minutos para cambiar de calzado y seguimos a paso firme aprovechando los últimos minutos de luz diurna. A mitad de camino, la noche nos envuelve y debemos recurrir a nuestras linternas. Desde aquí ya se hacen más frecuentes las paradas para recuperarnos de la larga caminata, mientras disfrutamos del increíble cielo estrellado que una vez más nos regala la montaña. Un par de ojos brillantes nos vigilan desde lo alto de un barranco: un pequeño zorro no comprende la intención de estos dos individuos que tropiezan con piedras en su cansada marcha hacia la civilización. Finalmente a las 9:40PM llegamos al auto, reflexionando en lo interminable que ha sido la última etapa del día. Sólo nos queda volver tranquilos, previa parada para la clásica hamburguesa uspallatina, mientras seguimos hablando de futuros ascensos. 

Llegando al fondo de la quebrada
Rehaciendo el camino hacia el valle del Tupungato
Tomando un respiro
Llegando a Punta de Vacas

No hay comentarios:

Publicar un comentario