sábado, 24 de junio de 2023

2da ASCENSIÓN CERRO "ÁNGEL" 5533m

Desentrañando el misterio de la hermosa montaña entre el Tupungato y el Negro Pabellón

Los Andes Centrales de Mendoza, a la latitud del Volcán Tupungato, es quizás en el sentido Este-Oeste, el sector más angosto. Aquí ya no hay precordillera, la cordillera Frontal presenta un solo cordón y la de límite es el mismo cono volcánico del Tupungato. Y en ese cordón Frontal es que se destaca un cerro de más de 5500m, el Cerro “Ángel”. Esta montaña, vista desde el llano, aparece entre dos “gigantes” de seismil, el Negro ó Pabellón a la izquierda y el Tupungato a la derecha. Busqué por todos lados información sobre esta montaña: mapas, cartas, libros, relatos y nada, no encontré nada. Y yo no había sido el único que se había preguntado sobre este cerro: en la comunidad de montaña más de un amigo me había preguntado también si sabía si tenía nombre, o ascensos registrados. Agotadas todas las posibilidades de encontrar información aquí abajo, sólo quedaba con probar suerte en el mismo cerro para poder desentrañar el misterio. Quizás lo más lindo de practicar montañismo, es ese grado de incertidumbre con que nos desafía la montaña. Esa montaña sin senderos, ni tracks, ni waypoints. La que está ahí, para que la exploremos.


















Una fría mañana de junio, casi en el mismo solsticio, salimos finalmente desde Puesto Plaza, refugio militar en el pedemonte tupungatino, con Gaby, Rodrigo y Diego. Gaby ha sido la gestora de esta salida, ya que es quien se ha ocupado de realizar todos los trámites de permisos para poder acceder a la zona, estudiar los pronósticos y proponer la fecha más favorable. La idea que tenemos es realizar el intento a esta cumbre en 3 o 4 días, en un plan bastante ambicioso, quizás hasta subestimando nuestro objetivo... El primer día recorremos 24km hasta el “Real de los Italianos” donde acampamos. Yo conocía la quebrada, dado que hacía muchos años (casi veinticinco para ser más exactos…) había explorado el acceso para ascender el “Negro Pabellón”. Pero poco era lo que me acordaba y no fue de mucha ayuda. Como siempre vamos a darnos cuenta durante el descenso, por donde deberíamos haber ido en la subida. Las horas van pasando y recién con las últimas luces acampamos a poco más de 3000m. Nos asombra haber estado todo el día para ganar poco más de 1000m de altura. Y aún nos quedan 2500m más para nuestra cumbre!
 

















El segundo día, a poco de caminar, ya nos internamos por la quebrada del Arroyo Pabellón, buscando ganar altura para armar nuestro campamento. La idea es llegar a los 4000m, veremos si es posible con las escasas horas de luz del día en esta época del año. Aquí el terreno gana bastante altura por lo que conviene ir faldeando y evitando el cauce del arroyo. Sabemos que son tres tramos de quebrada bien definidos los que tenemos que superar, cada uno con su orientación, así que vamos midiendo el tiempo que nos va llevando cada uno. El último tramo lo hago forzando el paso, en una carrera con el sol que se va ocultando tras los filos. Finalmente cerca de las 17hs alcanzamos los 4000m. Nos llama la atención que aún corra agua en el arroyo, pese a la época del año y la altura que nos encontramos.


 




El tercer día, nos despertamos a las 3:30 AM y son las 4:50 AM cuando comenzamos a caminar. Vamos ganando altura de a poco, sobre la margen sur de la quebrada. Aún debemos hacer algunos kilómetros de distancia hasta la base del filo que nos llevará a la cumbre. Poco más adelante, nos quedamos “enriscados” entre rocas y placas de nieve dura en medio de la oscuridad de la fría noche. Salimos de la situación tallando escalones en la nieve para retomar el cauce de la quebrada. Esto de salir tan temprano y sin posibilidad de visualizar bien el terreno nos ha llevado a perder tiempo y gastar energías. Unas ráfagas de viento que levanta nieve nos advierte que quizás la ventana de buen tiempo que teníamos estudiada se acorte un poco. Gaby y Rodri deciden volver, con Diego nos miramos y sin pensarlo mucho compartimos la idea de seguir a pesar del frío y el viento. Son dos horas la que nos castigan las ráfagas y los copos que vuelan, sin darnos oportunidad de parar a tomar algo o descansar. 












Recién cuando vamos alcanzando la base del filo a 4900m es que los rayos del sol nos acarician, dándonos la oportunidad para hacer un descanso. De aquí en más vamos midiendo el tiempo de ascenso y chequeando los metros subidos, para poder cumplir con los horarios que nos hemos propuesto. Y así vamos ganando altura en el cómodo filo que nos permite ir subiendo a 200m de altura por hora. Más arriba comienza a asomarse el Aconcagua y los cerros de la Jaula, Mogotes y Cordón del Plata. La cumbre que parecía muy lejana, ahora cada vez más cerca, nos va confirmando la posibilidad cierta de poder alcanzarla. Y son las 14hs, cuando nos montamos a la cumbre que veníamos viendo desde abajo, que casualmente es el punto más alto. Allí notamos la presencia de una pequeña apacheta, con un visible papel doblado en cuatro, mal protegido por una bolsita de nylon que ha sido destruida por el sol.

Con todo el cuidado, nos ponemos a revisar el testimonio y apenas visible se lee  la fecha, “2010”, algunos nombres de los integrantes “Castiñeira de Dios, Villarreal” y el nombre que le dan, al no encontrar ningún vestigio de ascensos previos “Cerro Angel”. 







Mientras Diego aprovecha a comunicarse por radio con diferentes radioaficionados de la provincia y del país, yo me dedico a sacar fotos, escribir el testimonio y armar la pirca. La vista está dominada por la impresionante vertiente Sureste del Tupungato y las nacientes del río homónimo que llega hasta Punta de Vacas. Hacia el norte y noreste las lejanas cumbres del Aconcagua, Tigre, Jaula y Plata. Al Este se abre la hermosa vista del llano mendocino asomando tras los cordones más bajos. Al Sureste, la dupla San Pablo y Negro Pabellón imponen su presencia con su tamaño. Y bien lejano al sur, asoma el Maipo, Manchado, Castillo, Marmolejo... 
Un mar de montañas para entretenerse mirando. Pero las altas nubes van ganando las cumbres más altas, ya han envuelto al Aconcagua, y es obvio que la ventana de buen tiempo se cerró. No hay mucho tiempo que perder, así que poco antes de las 15hs comenzamos a bajar.

 

















El descenso por el filo es bastante cómodo, y vamos desandando el mismo recorrido que hicimos de subida. En una hora hemos alcanzado la base del filo, 500m más abajo. Aquí ya vuelan algunos copos de nieve con las ráfagas de viento. Algunas paradas y seguimos bajando sabiendo que el descenso lo haremos sobre las morenas de la margen izquierda, terreno mucho más cómodo para transitar. Son las 18:45 cuando finalmente alcanzamos el campamento, muy contentos de terminar nuestro día de cumbre aún con luz diurna.













El cuarto y último día, bajamos en un par de horas al “Real de los Italianos”, lugar de nuestro primer campamento. Allí volvemos a acomodar las cargas, y seguimos en marcha forzada hasta el vehículo, al cual llegamos con la última luz y envuelto en una espesa niebla. Cuando llegamos los militares del Puesto Coronel Plaza nos hacen pasar al refugio. Mientras comemos gustosos lo que nos ofrecen, asado acompañado con café caliente, les contamos algunos detalles del ascenso. Rato más tarde ya estamos en los vehículos bajando a Tupungato y Mendoza. Cuatro días, 75km, 4000m de desnivel, o la posibilidad de descubrir la historia de una montaña escrita en la cumbre. 













EPÍLOGO: Una vez de nuevo en el llano, nos ponemos en campaña para averiguar quienes habían sido nuestros antecesores y el porqué del nombre. No pasó un par de días que ya habíamos dado con uno de los autores, Agustín Castiñeira. Nos contó que fueron dos veces a la zona, siempre buscando intentar el Cerro Negro ó Pabellón. Que en la primera los militares no le permitieron el acceso y terminaron en la Estancia Facundo, cuyo dueño, Angel Bazán, los atendió y les contó de la historia del lugar. En la segunda oportunidad, volvieron a lo de Angel, y se internaron en la zona saliendo desde la misma estancia, evitando el puesto militar. Tuvieron que cruzar un cordón de montañas para llegar al río Las Tunas. Días de lluvia y niebla los acompañaron en su aproximación. Cuando finalmente logran superar la altura de las nubes, se dan cuenta que están errados en su ubicación para intentar el Negro. Por lo que eligen subir el cerro que bautizan “Angel” en homenaje a quien los había ayudado tan amablemente.



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