Una temporada más en la que vuelvo a Aconcagua a compartir mi pasión por la pintura, mostrando trabajos realizados y a la vez aprovechando para pintar en vivo. Y esto gracias a Pablo y Sebastián Tetilla, quienes una vez más me abrieron las puertas de su campamento para que yo me sienta a mis anchas y como en familia. A veces se vuelve difícil explicar lo que uno siente y vive, pintando en la montaña. Una persona, especialista en “curaduría de arte” me preguntaba hace unos días sobre mis razones de dibujar y pintar montañas, y qué era lo que yo pensaba la hacía “particular”….Y a mí se me acabaron las palabras y sólo llegué a responder: “es lo que vengo haciendo desde hace más de 40 años (subir y pintar montañas), no creo tener una respuesta, ya que toda mi vida ha girado en torno a esas dos pasiones, no sé lo que es vivir sin hacerlas…”
Para compensar los días “sedentarios” de pintura, lo primero que hice para “estimular” la aclimatación, fue un “Bonete”, clásico cerro de 5000m de altura, utilizado popularmente para este fin. Para lo cual opté por la forma más minimalista, buscando siempre el desafío de tardar menos tiempo que la última vez. Y a fuerza de “hiperventilar” dado que hace solo un par de días que había llegado a Plaza de Mulas, hice 1h 26min a la cumbre y 47min de descenso, para los 763m de desnivel y los 8.33km de recorrido total.
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Resumen actividad de ascenso al Bonete |
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Cumbre del Bonete |
Unos días más tarde, salgo livianito a subir hasta el C1, Plaza Canadá. Y apretando el paso, termino tardando 1h 12min para llegar (648m de desnivel y 2.67km de distancia). Una charla con el campamentero de altura, y me largo para abajo, a continuar el día pintando. En la bajada me encuentro con el Mati Sergo, eminencia de ascensos rápidos en Aconcagua (récord de ascenso en y descenso en el día desde Plaza de Mulas, y para el 360°). Y aprovecho a preguntarle como es el “paso” que lleva en esas pateadas descomunales que hace. Y me cuenta que nunca corre, y lo que hace es un paso largo, apostando a la fuerza de sus cuádriceps y glúteos. No nos olvidemos que en nuestros muslos están los músculos más potentes de nuestro cuerpo, y que un deportista entrenado para ello, puede recurrir perfectamente a esa herramienta. Como viejo montañista, uno tiene en la cabeza el hacer siempre “pasos cortos”, sobretodo en Aconcagua y en altitud, pero para esta situación (querer “apurar” el ritmo de ascenso, sin tener que trotar o correr) quizás es la forma más efectiva de hacerlo (obviamente a costa de utilizar piernas bien entrenadas). Y sin ir más lejos, observando a los compañeros porteadores, es el paso que usan tanto para ir con carga o cuando van livianos a buscarlas.
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Algunas nevaditas pintaron la montaña durante enero |
Los días siguientes surgieron un par de porteos a Canadá, donde realmente me sorprendí del ritmo que hice a pesar de la carga. Como lo que tenía en mente era poder hacer un nuevo Mulas – Cumbre – Mulas en menos tiempo esta vez no quería repetir lo del año pasado (en 2024 lo hice sin siquiera haber pasado los 5000m durante las semanas previas). Ahora quería subir hasta el campamento Cólera al menos una vez, para tener al menos un “estímulo” de altura. Y para eso no había mejor ocasión que hacerlo porteando y probar como me sentía a 6000m después de un año, donde no había superado los 1600m de altura del cerro “Arco”. Y otra vez me sorprendo para bien, ya que las sensaciones fueron perfectas, batiendo mi propio tiempo “porteando”: 1h 29min para el tramo Nido – Cólera.
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Porteando desde Nido de Cóndores (5580m) a Campamento Cólera (5960m) |
Dejo pasar unos días esperando la bendita “ventana” de buen tiempo, y como siempre que la fecha se acerca, el día que parecía bueno no lo es tanto…Y la disyuntiva es: elijo un día sin viento pero con nubes a partir de mediodía y las consabidas “snowshowers” de la tarde, o espero más días para un día totalmente despejado pero con más viento. La ansiedad es grande, así que no lo dilato más y voy por la primera ventana, de esta manera si llego a tener que bajarme sin la cumbre por algún motivo, aún me queda la chance de volver a intentarlo antes del fin de mi estadía.
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La sombra del Aconcagua al fondo, el Cuerno en primer plano |
El 22 de enero, salgo a las 4:08 AM. Voy liviano, con una mochila chiquita, poco menos de 2litros de líquido, grampones, casco y botas simples. De abrigo una pluma liviana. En pocos minutos estoy agitándome en los primeros zigzags del semáforo. Siempre es complicada la salida, se junta todo: las ganas de arrancar pero a la vez la voz que te dice “vamos calentando de a poco”, pero el frío también te hace apurar! Así que entre tire y afloje pasa la primera hora hasta Canadá. Y meterle nomás siguiendo el haz de luz de la linterna, apretando el paso para no enfriarme, y a la vez pensar que falta un montón…Poco después de cambio de pendiente, me asombran las lucecitas que se ven allá arriba, en la Travesía y en La Cueva. No puedo creer que a esa hora ya haya gente en esos tramos, unos 1500m de altura más arriba que yo. El frío me hace seguir sin parar en Nido de Cóndores. Recién unos cientos de metros más arriba me detengo unos minutos para comer y beber. Y cuando voy acercándome a los 6000m, me decido por el camino que va por el refugio “Berlín”. Definitivamente es más corto ir por ahí y no por el campamento Cólera. Más arriba de Berlín me cruzo con el amigo Adrián Miranda, quien vuelve con su cliente, después de que éste desista de seguir subiendo a la cumbre. Después de los resaltitos, dejo de dudar y me calzo los grampones: la nieve dura cubre todo el camino. Cuando llego a Piedra Blancas (6200), recién recibo los primeros rayos de sol que aprovecho para comer y tomar algo. Y a continuación viene una de las partes que se me hace más aburrida e interminable: los zigzag hasta Independencia. Cuando alcanzo Portezuelo del Viento, vuelvo a poner el piloto automático y le doy parejo hasta “La Cueva”. Y a diferencia de otras veces, ni me detengo allí. La idea es ir pasando a todos los grupos antes de la cumbre. Esas lucecitas que ví esta mañana a las 6, que andaban por aquí, todavía están subiendo. Y a fuerza de “sorry” y “excuse me”, voy dejando los grupos atrás.
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Desde la cumbre mirando a La Canaleta |
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Contento luego de alcanzar mi 6° cumbre en 9hs 6min |
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Resumen de la actividad del 22 de enero |
El día despejado se ha ido poblando de nubes y cuando llego a la cumbre a las 13:14hs las nubes ya nos envuelven por completo, adelantándose a lo pronosticado. Y a pesar del multitudinario grupo de clientes que me rodea, grupo de la empresa del famoso “Nims”, yo estoy muy contento por el tiempo realizado. Esta vez pude bajar una hora y media mi marca del año pasado. Pero las nubes han aguado la fiesta, ya que uno de los objetivos por los que me gusta subir a la cumbre es poder gozar de la vista infinita de montañas y ¡cansarme de sacar fotos! Por lo que no me demoro mucho en la cumbre y me adelanto a todos los grupos en la bajada. Ya en la travesía comienzan las “snowshowers”, que me seguirán hasta el campamento base al que llego minutos antes de las 6 de la tarde. En un principio me había tentado largarme por el Gran Acarreo, pero las condiciones de la nieve no me convencieron y prefierí desandar todo el camino pasando por Cólera, donde me detuve a descansar un rato.
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El día de cumbre termina a la tarde en el café del Campamento de Inka |
Luego de este ascenso, van pasando los días y mi estadía en Aconcagua va llegando a su fin. Voy preparando petates mientras sigo pintando y aprovechando cada momento en la montaña. Y cuando ya tengo todo coordinado el día de mi bajada, veo que el pronóstico pone para el 28 de enero, ¡muy poco viento y todo despejado! Ha pasado menos de una semana desde que fui a la cumbre y no sé si hacerle otro “pegue”, pero la tentación de lograr las fotos que no pude sacar puede más y me pongo en modo ON para ir para arriba de nuevo.