jueves, 13 de febrero de 2025

ACONCAGUA EN EL DÍA DESDE PLAZA DE MULAS

 O como volver a intentarlo una y otra vez para mejorar los tiempos...

Aconcagua cara Oeste, vista desde Plaza de Mulas

Una temporada más en la que vuelvo a Aconcagua a compartir mi pasión por la pintura, mostrando trabajos realizados y a la vez aprovechando para pintar en vivo. Y esto gracias a Pablo y Sebastián Tetilla, quienes una vez más me abrieron las puertas de su campamento para que yo me sienta a mis anchas y como en familia. A veces se vuelve difícil explicar lo que uno siente y vive, pintando en la montaña. Una persona, especialista en “curaduría de arte” me preguntaba hace unos días sobre mis razones de dibujar y pintar montañas, y qué era lo que yo pensaba la hacía “particular”….Y a mí se me acabaron las palabras y sólo llegué a responder: “es lo que vengo haciendo desde hace más de 40 años (subir y pintar montañas), no creo tener una respuesta, ya que toda mi vida ha girado en torno a esas dos pasiones, no sé lo que es vivir sin hacerlas…”

Para compensar los días “sedentarios” de pintura, lo primero que hice para “estimular” la aclimatación, fue un “Bonete”, clásico cerro de 5000m de altura, utilizado popularmente para este fin. Para lo cual opté por la forma más minimalista, buscando siempre el desafío de tardar menos tiempo que la última vez. Y a fuerza de “hiperventilar” dado que hace solo un par de días que había llegado a Plaza de Mulas, hice 1h 26min a la cumbre y 47min de descenso, para los 763m de desnivel y los 8.33km de recorrido total. 

Resumen actividad de ascenso al Bonete


Cumbre del Bonete


Unos días más tarde, salgo livianito a subir hasta el C1, Plaza Canadá. Y apretando el paso, termino tardando 1h 12min para llegar (648m de desnivel y 2.67km de distancia). Una charla con el campamentero de altura, y me largo para abajo, a continuar el día pintando. En la bajada me encuentro con el Mati Sergo, eminencia de ascensos rápidos en Aconcagua (récord de ascenso en y descenso en el día desde Plaza de Mulas, y para el 360°). Y aprovecho a preguntarle como es el “paso” que lleva en esas pateadas descomunales que hace. Y me cuenta que nunca corre, y lo que hace es un paso largo, apostando a la fuerza de sus cuádriceps y glúteos. No nos olvidemos que en nuestros muslos están los músculos más potentes de nuestro cuerpo, y que un deportista entrenado para ello, puede recurrir perfectamente a esa herramienta. Como viejo montañista, uno tiene en la cabeza el hacer siempre “pasos cortos”, sobretodo en Aconcagua y en altitud, pero para esta situación (querer “apurar” el ritmo de ascenso, sin tener que trotar o correr) quizás es la forma más efectiva de hacerlo (obviamente a costa de utilizar piernas bien entrenadas). Y sin ir más lejos, observando a los compañeros porteadores, es el paso que usan tanto para ir con carga o cuando van livianos a buscarlas. 

Algunas nevaditas pintaron la montaña durante enero

Los días siguientes surgieron un par de porteos a Canadá, donde realmente me sorprendí del ritmo que hice a pesar de la carga. Como lo que tenía en mente era poder hacer un nuevo Mulas – Cumbre – Mulas en menos tiempo esta vez no quería repetir lo del año pasado (en 2024 lo hice sin siquiera haber pasado los 5000m durante las semanas previas). Ahora quería subir hasta el campamento Cólera al menos una vez, para tener al menos un “estímulo” de altura. Y para eso no había mejor ocasión que hacerlo porteando y probar como me sentía a 6000m después de un año, donde no había superado los 1600m de altura del cerro “Arco”. Y otra vez me sorprendo para bien, ya que las sensaciones fueron perfectas, batiendo mi propio tiempo “porteando”: 1h 29min para el tramo Nido – Cólera.

Porteando desde Nido de Cóndores (5580m) a Campamento Cólera (5960m)

Dejo pasar unos días esperando la bendita “ventana” de buen tiempo, y como siempre que la fecha se acerca, el día que parecía bueno no lo es tanto…Y la disyuntiva es: elijo un día sin viento pero con nubes a partir de mediodía y las consabidas “snowshowers” de la tarde, o espero más días para un día totalmente despejado pero con más viento. La ansiedad es grande, así que no lo dilato más y voy por la primera ventana, de esta manera si llego a tener que bajarme sin la cumbre por algún motivo, aún me queda la chance de volver a intentarlo antes del fin de mi estadía. 

La sombra del Aconcagua al fondo, el Cuerno en primer plano

El 22 de enero, salgo a las 4:08 AM. Voy liviano, con una mochila chiquita, poco menos de 2litros de líquido, grampones, casco y botas simples. De abrigo una pluma liviana. En pocos minutos estoy agitándome en los primeros zigzags del semáforo. Siempre es complicada la salida, se junta todo: las ganas de arrancar pero a la vez la voz que te dice “vamos calentando de a poco”, pero el frío también te hace apurar! Así que entre tire y afloje pasa la primera hora hasta Canadá. Y meterle nomás siguiendo el haz de luz de la linterna, apretando el paso para no enfriarme, y a la vez pensar que falta un montón…Poco después de cambio de pendiente, me asombran las lucecitas que se ven allá arriba, en la Travesía y en La Cueva. No puedo creer que a esa hora ya haya gente en esos tramos, unos 1500m de altura más arriba que yo. El frío me hace seguir sin parar en Nido de Cóndores. Recién unos cientos de metros más arriba me detengo unos minutos para comer y beber. Y cuando voy acercándome a los 6000m, me decido por el camino que va por el refugio “Berlín”. Definitivamente es más corto ir por ahí y no por el campamento Cólera. Más arriba de Berlín me cruzo con el amigo Adrián Miranda, quien vuelve con su cliente, después de que éste desista de seguir subiendo a la cumbre. Después de los resaltitos, dejo de dudar y me calzo los grampones: la nieve dura cubre todo el camino. Cuando llego a Piedra Blancas (6200), recién recibo los primeros rayos de sol que aprovecho para comer y tomar algo. Y a continuación viene una de las partes que se me hace más aburrida e interminable: los zigzag hasta Independencia. Cuando alcanzo Portezuelo del Viento, vuelvo a poner el piloto automático y le doy parejo hasta “La Cueva”. Y a diferencia de otras veces, ni me detengo allí. La idea es ir pasando a todos los grupos antes de la cumbre. Esas lucecitas que ví esta mañana a las 6, que andaban por aquí, todavía están subiendo. Y a fuerza de “sorry” y “excuse me”, voy dejando los grupos atrás. 

Desde la cumbre mirando a La Canaleta


Contento luego de alcanzar mi 6° cumbre en 9hs 6min


Resumen de la actividad del 22 de enero


El día despejado se ha ido poblando de nubes y cuando llego a la cumbre a las 13:14hs las nubes ya nos envuelven por completo, adelantándose a lo pronosticado. Y a pesar del multitudinario grupo de clientes que me rodea, grupo de la empresa del famoso “Nims”, yo estoy muy contento por el tiempo realizado. Esta vez pude bajar una hora y media mi marca del año pasado. Pero las nubes han aguado la fiesta, ya que uno de los objetivos por los que me gusta subir a la cumbre es poder gozar de la vista infinita de montañas y ¡cansarme de sacar fotos! Por lo que no me demoro mucho en la cumbre y me adelanto a todos los grupos en la bajada. Ya en la travesía comienzan las “snowshowers”, que me seguirán hasta el campamento base al que llego minutos antes de las 6 de la tarde. En un principio me había tentado largarme por el Gran Acarreo, pero las condiciones de la nieve no me convencieron y prefierí desandar todo el camino pasando por Cólera, donde me detuve a descansar un rato

El día de cumbre termina a la tarde en el café del Campamento de Inka

Luego de este ascenso, van pasando los días y mi estadía en Aconcagua va llegando a su fin. Voy preparando petates mientras sigo pintando y aprovechando cada momento en la montaña. Y cuando ya tengo todo coordinado el día de mi bajada, veo que el pronóstico pone para el 28 de enero, ¡muy poco viento y todo despejado! Ha pasado menos de una semana desde que fui a la cumbre y no sé si  hacerle otro “pegue”, pero la tentación de lograr las fotos que no pude sacar puede más y me pongo en modo ON para ir para arriba de nuevo. 


Saliendo a Piedras Blancas, atrás el Campamento Berlín

El último día de mi estadía en Aconcagua empiezo a caminar pocos minutos antes de las 6 de la mañana. Esta vez opto por salir más tarde, ya que el frío de la madrugada te hace quemar muchas calorías. Y elijo llevar una par menos de cosas (por ejemplo no llevar antiparras, ya que no habrá viento) ni guantes de repuesto, sólo los que llevo puestos. Y esta vez ni me detengo por Canadá y en 2h 25min ya estoy en Nido. Aquí el frío realmente aprieta y debo parar a comer y tomar algo para reponer energías. Sigo sin muchas dilaciones para arriba. Me siento muy bien, solo el frío es lo que hace un poco ingrata la subida. En 3h 30min llego a Berlín, batiendo mi marca personal para este tramo (unos 1600m de desnivel y poco más de 6km de distancia). Una paradita a comer y tomar algo y a seguir. Esta vez el sol ya me alcanzó un poco antes de los 6000m y se aprecia la diferencia. Minutos más tarde ya estoy en Piedras Blancas  y comienza la aburrida subida a Independencia. Siempre apelo a la concentración y a mantener el paso para este tramo medio plano de zigzags que termina con una subida empinada.

Cerro Ameghino desde los 6200m

 En 5hs y media, alcanzo los 6360m del Refugio Independencia, mi mejor marca. Menos de diez minutos de descanso para tomar y comer algo. Y darle a la corta subida al Portezuelo del Viento. Desde aquí el entusiasmo por la vista de lo que falta hace que pueda apretar un poco más el paso. En 7hs he podido alcanzar La Cueva. Pero esta vez necesito parar a desabrigarme y aprovecho a beber más líquido. No demoro más que un par de minutos y encaro la canaleta. El estado del tiempo sigue espléndido y sólo queda el último tirón. Apelando al consejo del Mati, hago pasos más largos sin parar, ralentizando el ritmo de acuerdo a la pendiente. Voy ganando metros mientras adelanto a los diferentes grupos. Esa tarea, poder pasar a quien está adelante, se vuelve pesada porque te hace perder el ritmo. Pero es lo que hay, y esta vez a diferencia de la semana anterior, hay bastante menos gente.

Resumen de actividad de ascenso del 28 de enero


Desde la cumbre mirando al Oeste


Feliz al alcanzar la 7ma cumbre, ahora en 8h 36min

Y cuando alcanzo la cumbre a las 2 y media de la tarde, no hay nadie arriba, todos los grupos vienen más abajo. Tardé 8hs 36min desde que salí de Plaza de Mulas, ¡media hora menos que la semana anterior! Es un día hermoso, despejado y sin viento que me permite disfrutar durante una hora de la cumbre. Aprovecho a sacar fotos hasta el cansancio, a todos los cerros que se ven. Uno nunca sabe cuando va a volver a estar aquí y con estas condiciones. Al rato llega Ulises Corvalán y su grupo, y aprovechamos a sacarnos fotos unos a otros. Cerca de las 3 y media comienzo el descenso, y esta vez opto por el Gran Acarreo. Si bien no se ven muy buenas condiciones de la nieve que lo cubre, supongo será mejor que desandar todos los zigzag del camino. No sé si finalmente fue negocio bajar por aquí, pero una vez en él, solo queda tratar de perder metros lo más rápidamente posible. Finalmente llego a Plaza de Mulas, minutos antes de las 7 de la tarde. Y allí, como si nada hubiera pasado, uno deja la mochila, se cambia las botas por las “crocs” y vuelve a la mesa con sus pinturas…

Cumbre del Aconcagua y montañistas felices

ALGUNAS REFLEXIONES

  • Las condiciones de la montaña durante la segunda quincena de enero obligaron a la utilización de grampones desde los 6000m. En mi caso utilicé grampones automáticos en botas simples de cuero. Podrían utilizarse zapatillas y minigrampones. Un ascenso en menos tiempo es posible con el cerro más “seco” para así tener que llevar menos cosas.
  • El ascenso realizado fue hecho en total autonomía, es decir se cargó desde el CB hasta la cumbre y de regreso, todo lo que se necesitaba (equipo, grampones, abrigo, líquido, comida, etc), prescindiendo de cualquier cosa de los campamentos de altura o habiendo realizado porteos previos.
  • La mejora en el tiempo de ascenso respecto del año anterior se debe en parte a ir más livianos: mochila chiquita, menos abrigo, menos cosas “por las dudas”. El ya haber realizado la experiencia, hace que uno se conozca en esas circunstancias y poder “correr los límites”.
  • El cambio en la estrategia del paso adoptado también debe tener que ver, ya que en los lugares claves como La Canaleta, la diferencia en el tiempo fue notable, y las sensaciones también. Realizar un paso que nos permita subir sin parar nos hace sentir mejor anímicamente y esto termina retroalimentando el ritmo que estamos llevando.
  • La aclimatación es otra variable a no descuidar: esta temporada al menos se subió una vez hasta 6000m, siendo un estímulo más de aclimatación que la temporada pasada. Quizás si se realizaran más ascensos a cotas altas, se podría mejorar el resultado.
  • Durante el año no se realizó ningún ascenso en montaña (ni siquiera a una cumbre de 2000m de altura…) sino que se mantuvo un entrenamiento aeróbico (correr) 2 a 3 veces por semana. Seguramente se lo lograrían mejores resultados complementando con trabajos de fuerza en gimnasio.
  • Para todos aquellos interesados en desafiarse a sí mismos en ascensos como el relatado, debemos conocernos perfectamente a esa altitud y conocer la montaña y sus condiciones. Esta temporada hubo dos personas de nacionalidad mexicana que sin haber subido nunca a la cumbre, decidieron intentarlo “en el día” desde Plaza de Mulas. Y los resultados no fueron lo que ellos esperaban, frustrándose en su experiencia en la montaña y generando situaciones de riesgo. Si al menos hubieran subido “normalmente” utilizando algún campamento alto, podrían haber conocido la magnitud del esfuerzo a realizar y las condiciones del cerro para luego concretar su desafío de hacerlo “en el día”.

sábado, 10 de febrero de 2024

ACONCAGUA EN EL DÍA DESDE PLAZA DE MULAS

O la conclusión de un sueño pendiente 

Típica formación del "hongo"sobre el Aconcagua, visto desde Plaza de Mulas


Buscar la superación de los límites personales forma parte de la práctica deportiva del montañismo. A la par de ir subiendo montañas que no hemos subido, al montañista puede surgirle también la inquietud de repetir alguna montaña buscando una mejor “perfomance” personal. Desde las primeras ascensiones a las principales cumbres del Cordón del Plata que hice en los años ’80, inmediatamente se me fue pasando por la cabeza poder repetir los clásicos Agustín Álvarez, Santa Elena, Blanco o Salto, “en el día”. Es decir, realizar esas ascensiones que llevan 3 o 4 jornadas, en una sola. Más adelante llegó también el turno del Rincón, Vallecitos y Lomas Amarillas, para finalmente hacer también del Plata, un protagonista más del juego “en el día” (tal como llamábamos esos años, lejos del “nonstop” actual, más propio de un producto comercial…)

 Cuando hace algunos años volví al Aconcagua, también volvió a desafiarme la idea de intentar el “Coloso” en una jornada desde el campamento base de Plaza de Mulas. Esta actividad, Mulas – Cumbre – Mulas, tomó cierta trascendencia a mediados de los ’80 cuando montañistas locales y extranjeros comenzaron a “probarse” para realizar el menor tiempo posible. Hoy en día es un desafío que muchos montañistas que trabajan en el Parque Aconcagua, se plantean hacer alguna vez, a modo de probar lo que se logra trabajando toda la temporada en el cerro.

Personalmente ya lo había intentado la temporada pasada, el último día de mi permanencia en Aconcagua, durante una ventana del nevador enero del ’23. Ese 22 de enero, iba realizando un lindo ascenso a buen ritmo, pero poco antes de “La Cueva” a 6600m, se produce un accidente y renuncio a seguir subiendo para colaborar en el rescate. Y allí quedó trunco el único intento que había hecho “en el día”.

Este año, venía con la idea de terminar lo empezado, así que no quería bajarme sin intentarlo. No estaba muy seguro de tener la mejor preparación, ya que el par de semanas que llevaba en Mulas habían pasado abocado a la pintura. Sólo había podido hacer algunas caminatas hasta los 5000m: un par de porteos a Canadá y un rápido ascenso al Bonete. Esa era toda la aclimatación y actividad física previa al ascenso. Pero el trabajo de artista no me había dejado tiempo para más, y apostaba todo a la aclimatación por la permanencia de muchos días a más de 4000m.


El Cuerno comienza a iluminarse cuando voy alcanzando los 5200m

El robo de mis botas Lasportiva días previos al intento, me desbarataron los planes sobre que calzado usar. El Aconcagua había estado ventoso y muy frío en diciembre, y la primera quincena de enero no había sido muy diferente. Pero las ventanas de buen tiempo que se venían, podían presentar temperaturas más benignas. Y yo tenía la idea de subir con mis “Karakorum”, botas simples de cuero, robustas y no muy pesadas. Pero alguien que no entiende cuales son los códigos de la montaña, y se mueve con la mezquindad y el atropello propios de la vida en la ciudad, se las llevó. Y me dejó “a pata”. Algunos experimentados “montañistas-corredores” me tentaban a intentarlo lo más liviano posible, con lo mínimo e ir de zapatillas pero el frío me hacía dudar. Finalmente, Gabriel, jefe de campamento de Inka me ofrece en préstamo unas dobles Scarpa que me quedan bastante bien y no lo pienso más y me decido por esa opción. 


Nido de Cóndores ya quedó abajo y sigo en sombras...



¡Al fin sobre el Portezuelo del Viento!

Aquí conviene aclarar la forma o criterio que uno adopta para hacer estos “pegues” o intentos. Desde los años que hice mis primeros “cincomiles en el día”, en el Cordón del Plata, lo hice desde la óptica de un montañista autosuficiente. Es decir cargando todo lo que uno necesita para el ascenso y contando con elementos para cualquier emergencia que nos obligara a “vivaquear”. Esa es la opción que también tomé en esta oportunidad: por lo que el peso de la mochila cuando salí de Plaza de Mulas rondaba los 15kg: botas dobles, campera gorda de plumas, pantalón de primaloft, medias merino de repuesto, antiparras, casco, botiquín, radio, teléfono celular, cámara de fotos, mitones de plumas, termo con té caliente, 1 litro de jugo caliente, galletas, budín, alfajores, fruta seca, 2 geles, cámara de fotos. ¿Que si es necesario llevar todo eso para subir un día de buen tiempo como el que se presentaba? Y seguramente varias de las cosas que llevé no hicieron falta…por suerte. Pero yo las tenía en mi mochila por las dudas, de eso se trata cuando uno “intenta” ser autónomo. Es parte del juego que uno elige. Y tampoco quería darme la vuelta sin la cumbre por sufrir frío en los pies…No descarto probar en algún momento hacerlo de otra forma, prescindiendo de muchas cosas, pero para lo cual hay que estar más entrenado y llevar un ritmo mucho más rápido para evitar el frío. 


Rezagados en la travesía


Alcanzando y pasando a los últimos grupos

Salí minutos antes de la 5 de la mañana, luego de un completo desayuno con huevo, sándwich y frutas. Fui en zapatillas de correr y cargando los dobles en la mochila. La mañana es bastante fría (unos -10°C ó -12°C a 5000m) y no logro entrar en calor los pies desde que salí. Llego a Nido en menos de 3hs y aprovecho a tomar algo de té y a cambiar de calzado, dejando las zapatillas y comenzando a usar los dobles. Sigo subiendo en sombras, el sol recién me alcanza llegando a Cólera. Aquí hago otra paradita a comer y tomar algo y me apuro a seguir. El tramo hasta Independencia se me hace más largo de lo que esperaba. Estoy demorando más que el año pasado hasta este mismo punto: la temporada pasada la nieve dura cubría el cerro desde los 5000m y yo venía subiendo con dobles y grampones haciendo más eficiente el ascenso.

Vista hacia el Noroeste

Vista hacia el Noreste


El día sigue espectacular según lo pronosticado y yo sigo avanzando a ritmo constante hasta llegar a La Cueva, donde tomo un poco de líquido. Ya son las 13:30 y veo que voy a demorar un poco más de lo que calculaba. Pero he venido avanzando a buen paso, sin parar y conciente del ritmo, y así sigo en la Canaleta. Más arriba me cruzo con el Fer Grajales y el Ronnie que vienen bajando. 

Clásico perfil de la cumbre Sur



Con el Gabi Barral coincidiendo en la cumbre
Salió la 5ta cumbre, todas desde diferentes puntos de inicio: Piedras Blancas, Cólera, Berlín, Nido y ahora Mulas

Finalmente la cumbre llega y me siento más entero de lo que pensaba, a poco más de 10hs de salir de Plaza de Mulas. Coincido con un par de grupos de guías con sus clientes, entre los cuales está Gabi Barral, amigo y compañero de ascensos en La Jaula. 

Nevado del Plomo



Nevado Sin Nombre y Alto San Juan


El clima ideal nos permite disfrutar la cumbre un buen rato, sacando fotos para todos lados. Una vez más quedo alucinado con el mar de montañas que se abren a nuestros pies. A pesar de llevar varias cumbres, el paisaje sigue cautivando como si fuera la primera vez. Será el saberse arriba de la montaña más alta y que siempre vemos desde las otras cumbres que no perdemos oportunidad de buscar todos los cerros que conocemos.

Tupungato
Grupos sobre el Portezuelo del Viento visto desde el Gran Acarreo


No quiero demorarme en bajar y antes que empiecen los guías con sus clientes a dar sus primeros pasos en la canaleta, yo ya me he alejado lo suficiente. Más abajo me decido por el Gran Acarreo, y mientras rápidamente pierdo altura, vuelvo a tomar las precauciones de mirar repetidamente hacia atrás por las posibles caídas de piedras. En una hora y media llego a Nido de Cóndores, donde cargo las zapatillas y continúo hacia abajo. Poco antes de Plaza Canadá, me alcanzan los porters de Inka, que me felicitan y continuamos juntos hasta el base, al que llego después de 2hs 50min de descenso. Me siento al lado de mi carpa a sacarme las botas, mientras miro de reojo al “Grandote”…

Bajando por el Gran Acarreo, atrás grupos en la travesía

Mirando hacia Nido desde el Gran Acarreo

En una hora y media llego a Nido de Cóndores, donde cargo las zapatillas y continúo hacia abajo. Poco antes de Plaza Canadá, me alcanzan los porters de Inka, que me felicitan y continuamos juntos hasta el base, al que llego después de 2hs 50min de descenso. Me siento al lado de mi carpa a sacarme las botas, mientras miro de reojo al “Grandote”…

Cambio de Pendiente


Esta vez pudo ser y no puedo estar más que agradecido de lograr con el Mulas – Cumbre – Mulas,  a pocos días de cumplir 55 años, y con más de 40 disfrutando de la montaña. Y como el montañismo siempre es desafío, ya uno comienza  a pensar cual será el próximo, quizás una montaña que no conocemos, una vía de escalada ó volver a probar para bajar nuestros tiempos.  Al final, todo se trata de eterno juego de desafiarse una y otra vez, y sin pensarlo de esa manera estar siempre activo. 

Festejo en Mulas con Rebeca Randis, Fer Colobini y EL Nico Sotelo

ALGUNAS CONCLUSIONES y ACLARACIONES

1) Lo primero que pensamos cuando vamos a enfrentar un desafío así, es si se parece a otras ascensiones "en el día" del Cordón del Plata. Y obviamente la respuesta es NO. Esto es más duro, obviamente por la altura...y por el desnivel abrupto. El Plata en el día puede que te consuma más piernas, pero hay mucha distancia con poco desnivel (Tramo Refugios - Campamento El Salto). En Aconcagua desde los primeros minutos de marcha estamos enfrentando pendientes abruptas. Personalmente, este Aconcagua es una "en el día" que más disfruté, me cansó menos que mi primer el Plata o el Rincón. 
2) Este desafío, Mulas - Cumbre - Mulas, es un objetivo bastante asequible para montañistas bien aclimatados que hayan experimentados esfuerzos de ascensiones de más de 2500/3000m de desnivel en el día. Pero la ascensión del Aconcagua desde Horcones, ida y vuelta, es un desafío mucho mayor que requiere una preparación específica, además de nuestra experiencia como montañistas. 
3) Lo importante a definir cuando nos decidimos a intentar el Mulas - Cumbre - Mulas, es la forma en que lo vamos a realizar: con autonomía o con apoyo externo. Son dos formas válidas, cada cual elije en su momento la que mejor le convenga de acuerdo a su preparación, equipo, clima, etc. En cada una buscaremos un límite diferente. 
4) Si lo realizamos durante una ventana de buen tiempo durante la temporada alta de ascensiones, nos vamos a encontrar con un buen número de personas que se aglomeran desde la travesía hacia arriba. Y una mayor cantidad de personas atrae aparejado una mayor posibilidad de accidentes, como sucedió durante mi intento de 2023. Es por eso que en ese caso es conveniente elegir bien el horario de salida: o bien temprano para llegar primera a la zona de aglomeración, o salir tarde para encontrar a todos arriba. En un caso sería salir tipo 1am para llegar a la cumbre a las 10am o sino salir tipo 6am para llegar tipo 3pm ó 4pm. 
5) Además de contar con una excelente aclimatación, es bueno haber reconocido el terreno días previos al ascenso, para conocer de primera mano las condiciones del cerro. 

miércoles, 9 de agosto de 2023

20 AÑOS EN UNA PLANILLA

O como anotar todo el entrenamiento en un intento para mantenerse en actividad


El comienzo de la planilla, allá por 2003

Hace dos décadas, decidí a anotar mi entrenamiento en una planilla de Excell. No era algo fuera de lo común lo que hacía, pero en ese momento me pareció importante hacer un registro. ¿Por qué? No me lo pregunté, pero intuía que al anotarlo uno podía tener claro que es realmente lo que se hace, como se hace y con qué frecuencia. Así después cuando uno se plantea un objetivo determinado, como por ejemplo subir una montaña, sabe con más precisión en qué estado está, hasta dónde puede llegar y que hacer para estar mejor.

Fueron pasando los años, y el ritual de escribir en esa planilla todo lo referido al entrenamiento, siguió con la misma constancia. Y además iba agregando todo evento o situación que impidiera realizarlo con normalidad: ya sea un resfrío o una lesión. 

Cruzando el Tupungato por el cable durante el primer ascenso al Fortaleza
Segundo día de la expedición a los Mesetones. 
Regresando de la 1era ascensión al Monte Peregrino

Escalada deportiva en El Salto
Cruzando el glaciar del Cerro Hermano de Piedra
Primera participacón en la Media Maratón de Mendoza

Desde el principio la actividad física principal era “salir a correr”. No me planteaba muy seriamente qué cantidad, a qué intensidad, con qué frecuencia. Corría en el llano, generalmente entre 10 y 12km, repitiendo circuitos que conocía su longitud (no contaba con reloj con gps), buscando siempre hacerlos en menos tiempo. Los fines de semana, con dispar frecuencia, subía el Cerro Arco corriendo, siempre intentando el menor tiempo posible. Así es como el 14 de agosto de 2004 llegué a correr los “4 lagos” (cuatro vueltas al lago del Parque San Martín, por la ciclovía exterior, que suman 10.60km) en 42min 49seg. Y el 16 de noviembre de ése mismo año subir el Arco (8.37km y 530m de desnivel) en 34min 30seg. Nunca más se repitieron esas marcas (al menos hasta hoy) ya que las metas fueron otras, de acuerdo a la capacidad que la edad te va brindando. 

Rumbo a la base del Excelsior
Randoneando en Matienzo
Segunda participación en 21K de la Maratón de Mendoza
Plata en el día desde Mendoza
Rumbo a la cumbre del Pico Vivi
En la cima del Miguel Dediol


En 2018, decidido a mejorar resultados, consulto a Federico Zamperoni para que me haga un plan a seguir. El objetivo es mejorar la condición física para expediciones a la montaña (subir cerros alejados, en los que hay que cargar peso y caminar mucho) O sea, buscaba rendir mejor en la montaña, y no específicamente en carreras y maratones. El plan contemplaba más trabajo en gimnasio y menos salidas a correr. Comencé a seguirlo lo más fielmente posible hasta que un par de meses después de haber empezado, surge la posibilidad de participar en los 42k de Villa La Angostura, clásica carrera de montaña de Argentina. Nunca había corrido esa distancia, ni en calle ni en montaña. Sin dudarlo me decido a ir, por lo que variamos un poco el plan agregando más “fondos” (entrenamientos largos corriendo) en las pocas semanas que quedan para el evento. Mi máxima distancia corrida habían sido los 21k de calle y de montaña hacía más de 5 años, así que mi primera duda era como se sentirían los 42 (durante el entrenamiento, el fondo más largo había sido 26k: Áspero + Arco). Llega el momento de la prueba, y correr en los bosques de Patagonia, sobre un suelo blando, y con una temperatura ideal… ¡fue un placer! Fueron 7h 12min para los 42k y 2200m de desnivel, donde pude explorar que significaba correr esa distancia…y ¡en montaña! El objetivo, terminar “entero” y disfrutando la prueba, se había cumplido con creces.

En el cerro San Lorenzo en San Juan
Aproximación a los Clonquis
Pico Gótico

K42 de Villa La Angostura 
Subiendo el Cerro Bastión en San Juan
Porteando en Aconcagua

A partir de esa primera experiencia de “plan de entrenamiento”, pude comprobar lo útil y eficiente que puede ser ceñirse a un plan de acuerdo a un objetivo. Los años van pasando, la energía ya no es la misma y hay que saber administrarla.

En los últimos años llegaría la oportunidad de volver a Aconcagua y probar lo que es el trabajo de “porteador”. Aunque había cargado pesadas mochilas en mis expediciones a montañas alejadas, me intrigaba experimentar esa esforzada labor que muchos amigos hacían en el “cerro”. Después de experimentarlo, me di cuenta que ésta requiere de un entrenamiento específico para realizarla. Terminé muy conforme en cuanto a mi rendimiento para poder cumplir lo que me tocó hacer, pero trabajar todo el verano y salir ileso no es para cualquiera.

Al llegar la pandemia y la consecuente cuarentena, volví a encontrar en “salir a correr” una forma de conectar con el “aire libre”. Ya no importaba si lo hacía en la montaña o el parque. Comencé a hacerlo recorriendo cualquier parte de la ciudad y me di cuenta que el desafío del entrenamiento como experiencia se puede hacer no importando el lugar.

Y llegó también el momento de cumplir un “pendiente”, los 42k de “calle”. Una distancia en una superficie que nada tiene que ver con las carreras de montaña, ésas en las que en realidad se trota, camina y corre. Cuando uno se plantea participar en esa famosa distancia sobre asfalto con el objetivo además de terminar, hacer un determinado tiempo, el ritmo es otro. La duración de la actividad es menor pero el esfuerzo es más intenso.  En 2021, luego de las sucesivas “cuarentenas” se retomaron los eventos deportivos multitudinarios y llegaba la hora de poder hacerlo. Ese año, Migue Andrade me había compartido generosamente un plan de entrenamiento de tres meses para correr 42k seleccionando el ritmo que deseado. El plan contempla actividad para todos los días de la semana excepto uno, pero mi realidad cotidiana me permitía entrenar sólo 3 días a la semana, los días de rutina “fuerte”.

Ocupado en salir a correr, me había demorado en anotarme: en la Maratón de Mendoza ya no quedaban lugares. Semanas después habilitan nuevos cupos, me pude inscribir pero suspenden el evento por razones sanitarias… Dispuesto a no perder la oportunidad de correr esa distancia ese año, me inscribo para la de Buenos Aires. Así es que me estrené en esa ciudad en los 42k “de calle”, terminando muy entero en un tiempo 3h 37min 28seg según mi reloj.  Al volver, la organización de la Maratón de Mendoza fija fecha finalmente para la carrera para el mes siguiente. Y no queda otra que participar, ya que no reintegraban el dinero de la inscripción. Así es que a poco más de un mes de correr en Buenos Aires vuelvo a correr en Mendoza haciendo 3h 32min 50seg. Y de no haber corrido nunca esa distancia, pasé a tener dos carreras ya bajo el brazo…

42K de Buenos Aires
Aclimatando en el Bonete
Cumbre del Cerro Ángel

Al año siguiente, luego de un verano con algunas semanas en Aconcagua pintando al aire libre y donde volví a vivir por unos días el duro trabajo de porteador, me planteé correr los 42k para “bajar tiempos”. Conciliar trabajo, familia, horas de descanso y otras obligaciones fue fundamental para poder seguir el plan lo más fielmente. Y si además agregamos algún virus de gripe semanas antes de la carrera, la cosa se complica aún más. Pero estas circunstancias son “la vida misma” y hay que correr aceptando las condiciones. Mi tercer 42k lo hice en 3h 36min 23seg, lejos aún de lo que me había planteado como objetivo: hacerlo en menos de 3h 30min. Solo había conseguido hacer 1 minuto menos que el año anterior en el mismo circuito. Era obvio que no había llegado de la mejor forma a la prueba para el desafío de hacerla en menor tiempo.

Con los años la planilla se fue completando con desniveles, zapatillas usadas y los kilómetros acumulados con cada par de calzado.

En este 2023, me encuentro nuevamente entrenando para dar batalla y bajar los tiempos lo más que se pueda, y acercarme a las deseadas 3h 30min en la maratón de Buenos Aires. El verano pasado estuve nuevamente en Aconcagua pintando cuadros. Tras varias semanas en Plaza de Mulas (4380m), intenté algo que siempre había querido hacer, “subir en el día a la cumbre desde Mulas”. El último día de mi estadía, se presentan las condiciones óptimas para hacerlo. A las 4 de la mañana comienzo el ascenso desde la base. Voy con botas dobles, hay nieve desde los 5000m y hay que usar grampones. En 5 horas y media llego a Independencia a 6300m. Me siento muy bien, y el día se presenta increíble. La nieve dura permite un ascenso realmente rápido y cómodo. Pero antes de llegar a la base de la Canaleta a 6600m, ha ocurrido un accidente, una persona ha caído por la nieve dura y su estado es comprometido. Por lo que decido colaborar en el rescate para descenderlo hasta que pueda ser evacuado en helicóptero. Hasta aquí nada hacía pensar que no lograría mi objetivo ese día, pero la montaña siempre nos guarda una sorpresa y nos pone a prueba. El descenso con el herido tomó varias horas por el gran acarreo hasta llegar a Nido de Cóndores, donde fue evacuado en un vuelo. A esa altura del día solo quedaba continuar bajando hasta Plaza de Mulas a preparar los petates, ya que al día siguiente tocaba la larga caminata hasta Horcones para bajar a Mendoza y dar por terminada la temporada.

En estas circunstancias es que miro hacia atrás en el tiempo y veo la vieja planilla de Excell, bitácora de entrenamiento cumpliendo 20 años. Pero pienso sobre todo en lo que he podido hacer. Y es ahora sí que entiendo el sentido de haber ir ido anotando todo lo que hacía y que alguna vez empecé sin saber muy bien porqué.


ALGUNAS CONCLUSIONES

OBJETIVO / El objetivo principal de entrenamiento de esta bitácora es la práctica del montañismo, en todas sus variantes según disponibilidad de tiempo y capacidades. Tanto el montañismo como la participación en carreras en los últimos años, se ha realizado en forma amateur, con las limitaciones de tiempo y dinero de cualquier persona común. La constancia del entrenamiento a través de los años permitió mantenerse activo y con desafíos deportivos que aún hoy permanecen vigentes. 

ENTRENAMIENTO MÁS FRECUENTE / El entrenamiento más frecuente realizado fue “salir a correr”. Al principio en forma “empírica” y en los últimos años, con mayor efectividad, siguiendo planes de entrenamiento.

Como el “salir a correr” fue la actividad más frecuente, experimentar en “carreras” a modo de desafío se fue dando en forma natural. Los resultados que se obtuvieron fueron acordes al entrenamiento realizado.

INACTIVIDAD / Durante los 20 años de regristro, el período más largo sin actividad física de entrenamiento registrada fue de 45 días, coincidente con exigencias de la vida cotidiana, como la realización de tareas en la construcción de la casa. 

EXIGENCIAS FÍSICAS / Las mayores se dieron en expediciones a zonas alejadas de los Andes de Mendoza y San Juan. La actividad generalmente comprendió cargar mochilas de 25 a 30kg de peso, durante 3 o 4 días de aproximación, luego un largo día de cumbre con una carga menor para terminar con otros 2 o 3 días de regreso con la misma carga inicial. El terreno a recorrer presenta dificultades para moverse: acarreos inestables, barrancos de tierra dura, morenas de grandes bloques, cruces de ríos, glaciares de penitentes. 

LESIONES  / Las lesiones sufridas (esguinces de tobillo, fractura de húmero, fascitis plantar, tendinitis) no han dejado secuelas retomándose plenamente la actividad gracias a un consciente trabajo de fisioterapia, pudiendo permanecer activo durante todo el período analizado.

PRUEBAS DE COMPARACIÓN

4 LAGOS”: La primera vez que cronometré las 4 vueltas al lago del Parque San Martín fue el 29 de julio de 2003 y el resultado fue 47min 42seg. A lo largo de los años, repetiría el circuito, al principio como entrenamiento en sí, después como una forma práctica de comparar resultados. El día 26 de julio de 2023 repetí ese mismo circuito, buscando averiguar cómo se siente 20 años después, arrojando un tiempo menor: 45min 50seg.

Los mejores tiempos por año para el circuito de "4 Lagos", 10.60km

CERRO ARCO : De la misma forma que las cuatro vueltas al Lago del Parque San Martín sirvieron como “medida” para comparar el correr en el llano, el ascenso al Arco desde el Puesto hasta la cumbre sirvió para  un “Test de Montaña”. Desde 2004 a 2021 se cronometraron 100 ascensos buscando el menor tiempo, logrado en el primer año. Como varios circuitos en esta bitácora, el Arco fue mutando de ser un entrenamiento en sí, para ser una circuito para medir y comparar estado físico. 

Los mejores tiempos de ascenso al Arco

POTENCIA / RESISTENCIA. A lo largo de los años se ha podido comprobar como la condición física va rindiendo de forma diferente de acuerdo a la edad. Los primeros años de esta bitácora reflejan buen rendimiento en actividades cortas, intensas y a ritmos altos (10k en 40min, Arco en 34min, 21k en 1h 29min). Pero no muy buen rendimiento en actividades “largas” como por ejemplo el ascenso al Plata en el día en 2004 en 13h hasta la cumbre. En los últimos años, el buen rendimiento en resistencia se refleja en el ascenso al Plata en 8hs 54min en 2015, los 42k de la Maratón de Mendoza en 3h 32min en 2021 o el intento al Aconcagua en el día desde Mulas en 2023.