EXPLORACIÓN Y BAUTISMO EN EL CORDÓN DE LAS DELICIAS
Un cordón de montañas muchas veces mencionado pero poco visitado
fue el destino de una ascensión de un fin de semana largo. ¿Es posible intentar
alguna ignota cumbre en apenas cuatro días? Esa fue la pregunta y para
contestarla hacia allá nos dirijimos con Lito Sánchez. El cordón de las Delicias es el hermoso telón
de fondo de las fincas y viñedos de la zona de Tupungato. Es el gran bloque de
montañas de color claro, que aparece entre el Tupungato y el Pircas. Hace 30
años, cuando apenas comenzaba con el montañismo, fui invitado por mi amigo
Pablo Díaz Valentín a la estancia San Pablo. Desde allí estudiamos estas
hermosas y lejanas cumbres. Hicimos largas e infructuosas caminatas buscando su
acceso. Hoy gracias al modelo virtual de Google Earth, se puede elegir otras
alternativas, aunque después la realidad nos termine de demostrar los “errores”
del modelo virtual.
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Vehículo a 3540m |
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Lagunas de deshielo |
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Sendas de mulas |
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Aún queda bastante para el portillo |
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Quebrada Yaretas desde las alturas |
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En el estrecho portillo |
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Descendiendo, al fondo cerro Pirámide |
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Casi mil metros más abajo del portillo |
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Providencial sitio de vivac |
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Marmolejo al atardecer |
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Ganando altura |
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Llegando al portezuelo de 3700 |
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Largos ladeos |
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Los dos objetivos |
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Vivac "El Balcón" |
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Merecido descanso |
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Madrugada de luna llena |
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Primeros rayos de sol |
Salimos el sábado 6 de diciembre en auto con
rumbo al Portillo Argentino. Luego de algunas compras en Tunuyán, donde por
casualidad, en la panadería nos encontramos con Leonardo Rodríguez. No nos
conocíamos personalmente, pero un par de palabras bastaron para que iniciáramos
una charla que seguramente seguiremos en otra oportunidad. Historias de
ascensos a los diferentes cincomiles del Portillo captaban mi atención, pero
nos urgía seguir viaje, el día recién comenzaba y nos quedaba una larga marcha
aún.
A las 11 de la mañana pasamos por Portinari,
cumpliendo los trámites de rigor. Seguimos viaje, pasamos el puente del Cajón,
donde una gran cantidad de autos daba prueba del excelente lugar de escalada en
el que se ha convertido este valle. A partir de este punto, el camino se pone
áspero con muchas piedras sueltas. Las máquinas viales han repasado y en
algunos casos ensanchado el camino, dejando material suelto que a veces
dificulta la tracción de los vehículos livianos. Luego de sufrir un buen rato
por el auto, llegamos a Scaravelli. “Desde acá el camino mejora” fue mi frase
para convencerlo a Lito de seguir subiendo. Avanzamos hasta la bifurcación,
donde el camino se divide para Manantiales y el Portillo. Luego de amagar a
dejar el auto allí, el buen estado del camino que sigue hacia la quebrada
Yaretas nos convence de ganar algunos metros más. Finalmente, y por la
integridad del Suran, decidimos dejarlo en el Real de Yaretas, al pie de la
morena, a 3540m. Son las 12:40 del mediodía cuando nos ponemos las mochilas y
enfilamos al Portillo. Vamos livianos, no llevamos carpa, nos esperan noches
estrelladas. La última vez que anduve por aquí fue hace siete años, cuando con
Cecilia fuimos en una jornada desde Mendoza hasta el Portillo. Y Lito hace
tiempo que no anda por aquí…hace 30 años cuando integraba la expedición del
Club Andinista Mendoza con destino al Marmolejo y Negro Pabellón. Así que vamos
gozando del paisaje, descubriéndolo de nuevo. La subida se ha hecho amena y en
cuatro horas estamos en el Portillo. El típico viento helado que nos obliga a
abrigarnos y sin perder tiempo seguir la marcha. Los hielos refulgentes del
Nevado Piuquenes nos saludan a lo lejos, y también asoma altivo su aguda cumbre
el Alto San Juan.
Comenzamos el descenso, sin poder dejar de
pensar que tendremos que volver a subir este paso, dentro de un par de días
cuando regresemos…Hay una “máxima” en la montaña y es que “nunca se debe perder
altura”…pero ¡aquí es imposible cumplirla! A paso forzado vamos perdiendo
altura, atravesando algunos nevés y morenas. Pensábamos que en un par de horas
llegaríamos al lugar elegido para vivac, pero el tramo es largo y recién a las
8PM llegamos. Estamos a 3340m, 1000m más abajo que el Portillo. Hemos elegido
un lugar un poco más arriba que el “Real de la Olla”. De esta manera, el
segundo día de aproximación lo podemos comenzar cruzando el río y sin perder
tanta altura, ladear para entrar al brazo norte del arroyo de La Olla.
Aprovechamos los últimos minutos de luz del día
para preparar el vivac, no sin antes “pelearnos” con las hormigas que abundan
debajo de cada piedra. Un hermoso atardecer con el Marmolejo como protagonista
y en poco minutos más ya estamos en las bolsas de dormir. No tardo mucho en
quedarme dormido, mientras Lito se deleita mirando satélites y estrellas
fugaces.Al día siguiente luego de cruzar el río,
comenzamos el famoso ladeo estudiado el día anterior. Siguiendo senderos de
guanaco, avanzamos a buen paso, a bastante altura sobre el cauce del arroyo.
Una hora más tarde y unos 3km más adelante, cruzamos el arroyo. Ahora toca
encarar un suave portezuelo ubicado al norte. Esta quebrada por donde nos hemos
desviado, se caracteriza por ser amplia y de suave pendiente, muy cómoda para
caminar. Otra hora más de marcha y estamos en el portezuelo a 3700m. Ya
llevamos un poco más de un día de marcha y Lito me pregunta: “¿Dónde está el
cerro que venimos a subir?”. Tiene razón, disponemos de 4 días y si al segundo
todavía no se deja ver… ¡es que está demasiado lejos! Un poco ambicioso
objetivo que no pierdo esperanzas de intentar. Lo que sigue a continuación es
un poco entretenido “ladeo” (obviamente para tratar de perder la menor altura
posible) buscando alcanzar el próximo filo que tenemos al norte. Así que
seguimos a buen paso, realizando alguna que otra apacheta para identificar el
camino de regreso, ya sea de noche o con niebla. Una hora más de marcha y hemos alcanzado el
filo que teníamos enfrente. Desde aquí sí se pueden ver nuestros objetivos…aún
muy lejos! Y para colmo nos desengañamos con el terreno que sigue a
continuación. Lo que se veía en Google Earth como “un cambio de color” en el
terreno, aquí son estratos inclinados de roca que impiden el paso. Y es aquí
donde hay que volver a los orígenes, eso de decidir sobre la marcha y probar
suerte en el terreno. Nos decidimos por subir el filo que estábamos faldeando,
y ver si más arriba podemos volver a ladear superando el obstáculo. El terreno
es bastante firme y nos permite ganar altura en poco tiempo. En varios sectores
son visibles los providenciales senderos de guanaco que nos permiten subir
cómodamente. Finalmente alcanzamos un pequeño portezuelo a 4340m. Volver a
ladear hacia el norte implica bajar nuevamente, así que nos decidimos a
vivaquear en este lugar, aún a pesar de que el objetivo está lejos. Son poco
más de las 3PM, y nos relajamos un poco preparando un almuerzo tardío. El día
sigue espléndido y gozamos de la vista que tenemos desde aquí: hacia el
sureste, el cordón del Portillo con los Gemelos, a la derecha y bien lejanos el
cerro De la Laguna y volcán Maipo. Al suroeste la omnipresente mole del
Marmolejo. Al oeste y enfrente el conjunto Piuquenes-Alto San Juan y hacia el
noroeste el Negro Pabellón. Y al este,
las empinadas pendientes que nos esperan el día de cumbre.Con los últimos rayos de sol, ya estamos
preparados para el vivac, calentando agua desde la bolsa de dormir. Una sopa
para mí y un té para Lito es nuestra frugal cena. La noche es increíblemente
calma, sin una gota de viento y una temperatura más que agradable para la
altura que estamos. El reloj suena a las 4AM y comenzamos los preparativos.
Bajo la luz de luna no necesitamos siquiera prender las linternas para
desayunar. A las 5:10AM estamos en marcha, subiendo acarreos. No hace demasiado
frío y el espectáculo de los Nevados Piquenes y San Juan brillando bajo la luz
de la luna es impagable. No sé si es que es el terreno bastante firme o son mis
ganas de subir montañas…pero hasta el pedrero más ingrato me parece
cómodo…Luego de ganar unos 200m de altura, vamos ladeando hacia un pequeño
vallecito y dirigirnos a nuestros objetivos. El sol comienza a iluminar las
altas cumbres y en poco tiempo más también nos alcanza a nosotros. Estamos a
4850m y son casi las 8 de la mañana. Y desde aquí vemos nuestro objetivo de
máxima aún bien lejos. Desde el portezuelo nos asomamos al norte y vemos un
vallecito morénico bastante encerrado, rodeado de varias cumbres de ignotos
“cincomiles”.Seguimos con rumbo noroeste, para estudiar el filo que debemos continuar. Ladeamos nevés y pedreros empinados hasta poder observar que debemos perder nuevamente altura para rodear los riscos que presenta el filo. Y luego volver a subir por pedreros empinados, buscar un camino posible para superar riscos y canales de nieve para finalmente acometer las pendientes finales del cerro. Estimamos el tiempo necesario para alcanzar esta cumbre (4hs de ascenso y 2 más al descenso) y concluimos que no es posible si debemos estar mañana en Mendoza. No fue fácil renunciar a seguir subiendo hacia la cumbre más alta, pero era obvio que se necesita al menos un día más. Por lo que decidimos atacar la cercana cumbre que teníamos a nuestras espaldas, el “plan B” de la expedición. Esta cumbre era la que domina el paisaje desde el vivac en el portezuelo, mostrando su abrupta cara sur que guarda interesantes nevés para utilizar como vía de ascensión. Nosotros que apostamos por el más alto, la rodeamos lo más rápidamente posible, y ahora la ascendíamos por el cómodo filo norte.
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Asomándose al valle oculto |
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Rumbo a la cumbre |
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Panorámica del grupo Piuquenes - Alto San Juan - Tupungatito |
A las 9 y media de la mañana llegábamos al punto más alto, donde asoman unos riscos de granito naranja. Felicitaciones de rigor, por una nueva cumbre con el amigo Lito. Revisamos minuciosamente todo pero como era de esperar, no encontramos vestigios de ascensos anteriores. Nos dedicamos a fotografiar el impresionante paisaje, en un día totalmente calmo. Al oeste, la fantástica muralla blanca del Piuquenes-Alto San Juan-Bravard. Al noroeste la extensa mole del Negro Pabellón y sus vasallos. Al norte la cumbre más alta del cordón. Al este varios ignotos cincomiles. Al sur, asoman el Pircas, Yeiporá, Meiji y Gemelos. Y justo enfrente nuestro, un hermoso cerro recientemente por montañistas de La Pampa que lo llamaron “El Bautismo. Este cerro posee un hermoso “penacho” rocoso a modo de cumbre y que impidió a los mencionados montañistas alcanzar el punto más alto. A la derecha de “El Bautismo”, las lejanas cumbres del cerro Laguna, Volcán Maipo y el escalofriante perfil vertical del Castillo. Y cerrando la panorámica el a esta altura clásico Marmolejo.
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Panorámica 360° |
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Alegría y pirca de cumbre |
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Excelsior y sus vasallos |
Mientras termino de sacar fotos, ya Lito está con la construcción de la pirca de cumbre. Decidimos homenajear a un viejo montañista fallecido hace varios años y que trascendiera por ser un prolífico fabricante de material de montaña. “Miguel Dediol” es el nombre con que llamamos a esta cumbre, en recuerdo a aquella persona que fabricó piquetas, martillos, grampones, mochilas y clavos para varias generaciones de montañistas. Su marca “Himal” fue un clásico cuando la actividad apenas comenzaba en este país.
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Panorámica grupo Maipo - Castillo |
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Descenso apresurado |
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Estudiando objetivos |
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Comenzando el descenso |
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La sopa y la cumbre |
Una hora y cuarto disfrutamos esta hermosa
cumbre, hasta que resignados debemos comenzar a bajar: no sólo debemos llegar
al vivac, sino también acortar el trayecto del último día. Un par de horas nos
lleva llegar nuevamente donde ha quedado nuestro equipo. Allí hacemos un frugal
almuerzo con las últimas sopas que nos quedan y emprendemos el descenso al
valle. Esta vez ya tenemos estudiada la alternativa más directa para evitar los
largos ladeos que hicimos de ida.
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Panorámica desde el col de 3700m |
Desde el mismo portezuelo nos descolgamos por cómodos pedreros al borde de un largo nevé. En poco menos de una hora ya estamos en el chato portezuelo de 3700m. Y desde allí sin mucha demora continuamos hacia el fondo de la quebrada. El día que había amanecido espléndido en la mañana ahora ha cambiado. Han aparecido nubes sobre “nuestros” cerros como si estuvieran inquietos por los visitantes que acaban de tener… Son las cuatro de la tarde cuando alcanzamos el arroyo que baja del Portillo. Lo cruzamos con el obligado y reparador baño de pies y debemos comenzar a subir nuevamente.
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Devorando quebradas |
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Espectáculo vespertino |
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Regreso de subida |
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Reunión cumbre, arriero-militar |
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Llegando al portillo |
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Bajando la quebrada Yaretas |
No es fácil programarse para comenzar a subir luego de venir bajando varias horas desde la cumbre de un lejano cincomil, pero así es el plan elegido!. A las 6:45PM alcanzamos los 3640m en un cómodo sitio para vivac en medio de un gran playón y protegidos por una gran roca. Comienza la tarea de relajarnos un poco de la larga jornada que empezó hace más de 14 horas cuando salimos a la cumbre. Una larga charla mientras pasamos de la mediatarde a la cena sin solución de continuidad. Antes de las 10PM ya estamos dentro de las bolsas de dormir mientras miramos inquietos las negras nubes sobre el Polonia Milenaria.
El cuarto y último día lo comenzamos con la misma tranquilidad con que terminamos el tercero y recién a las 9:30AM estamos en marcha. Nos toca terminar de subir el Portillo y bajar hasta el auto. Como sucede siempre a comienzo de una nueva jornada, el cuerpo está fresco y el paso es ágil. Un par de horas nos lleva llegar a los 4100m donde hacemos una picada para encarar las pendientes finales. A diferencia de los solitarios días anteriores, hoy nos hemos encontrado con varios grupos de arrieros y militares que suben y bajan. Uno de los militares, desde la mula en que va montado nos pregunta ¿Cómo anduvo el “tracking”? Se hace un silencio entre nosotros antes de contestarle…¿Cómo explicarle la pasión de vivir la montaña virgen, subir por senderos de guanaco, dormir vigilados por la luna llena y gozar de cada pico y montaña que aparece en el horizonte? Optamos sólo por el “muy bien , muy bien…” y seguimos caminando cargando nuestras mochilas. En tres horas y media alcanzamos el paso del Portillo. Apenas un par de minutos son suficientes para recuperarnos y seguir ahora bajando hacia el este. En poco tiempo alcanzamos los militares y sus mulas que descansan en un “real” y continuamos viaje hacia el auto. A cada paso giramos las cabezas planeando las próximas ascensiones por la zona. En una hora y media desde el Portillo estamos en el Suran que nos espera intacto. Y nosotros no tan intactos después de la larga pateada, pero muy contentos de conocer otro rincón más de los Andes.