SEGUNDA ASCENSIÓN 52 AÑOS DESPUÉS Y POR NUEVA RUTA
Al cerro Borbarán lo habíamos podido ver desde la cumbre del Ulises Vitale, así que ya estábamos “presentados”. El sector de montañas donde se ubica este cerro al sur del Río Tunuyán es poco conocido para los montañistas. Quizás se deba a que no hay poblaciones y caminos que faciliten el acceso a esta zona, por lo que es más conocida por arrieros y militares.
El día 3 de enero de 2021 partimos temprano rumbo a Valle de Uco. Allá nos encontramos con los “valletanos”. Con un café con tortitas caseras nos ponemos al día y pronto estamos en camino a la Laguna del Diamante.
Después de los trámites de rigor en Alvarado, seguimos en los vehículos hasta Casa de Piedra. Finalmente es cerca de mediodía cuando comenzamos a marchar según el itinerario que nos planteamos. Vamos faldeando, buscando no perder altura para poder ingresar al valle que nos llevará a nuestro objetivo, el cerro Borbarán. Este cerro, junto con el cordón del Laguna están ubicados al Este de la laguna, sobre las últimas estribaciones de la cordillera Frontal. Pocos son los datos que habíamos podido recopilar de esta zona. Hace años y buscando información sobre el Negro Pabellón, la gente del SERVEI (Servicio d’Informació de Muntanya, Cataluña) me mandó el relato de la expedición japonesa de 1969. Esta expedición sube el Negro Pabellón y el Marmolejo y luego se dirigir a la zona del Diamante. Aquí entre otras ascensiones, alcanzan la cumbre del cerro Laguna Norte. Sobre el vecino cerro Borbarán, nada habíamos encontrado, más que el enigmático apellido de origen vasco. No queda más que ir al terreno a seguir indagando sobre estas montañas y su historia.
Al día siguiente encaramos el Borbarán a paso firme. Algunos aprovechan a imprimirle un buen ritmo al ascenso, dado el cómodo terreno que permite ganar metros rápidamente. Veo a mis compañeros ganar metros mientras me distraigo sacando fotos durante el ascenso.
Un par de horas nos lleva la travesía hasta llegar a la vera del arroyo del
vallecito que debemos remontar. La presencia de guanacos es importante y
también es la de felinos: restos recientes de un guanaco al pie de una gran
roca donde decidimos hacer un descanso dan prueba de ello.
El entusiasmo al recorrer una zona nueva para todos, es general y hay que
controlar el paso que inevitablemente apuramos. Los márgenes del arroyo
presentan mullidos “cojines” verdes que dan descanso a nuestros pies, mientras
vamos cruzando de uno a otro lado buscando el camino más cómodo.
Al día siguiente encaramos el Borbarán a paso firme. Algunos aprovechan a imprimirle un buen ritmo al ascenso, dado el cómodo terreno que permite ganar metros rápidamente. Veo a mis compañeros ganar metros mientras me distraigo sacando fotos durante el ascenso.
Antes del mediodía estamos todos reunidos en la cumbre, luego de rodear un redondeado morro cumbrero de grandes bloques. Estamos a 4875m de altura, junto a una gigantesca pirca construida al estilo “militar”. No encontramos testimonios, por lo que no sabemos quienes fueron nuestros antecesores. Nos tomamos nuestro tiempo para comer algo, bromear sobre la marcha de ascenso y gozar de la vista del Laguna Norte, que desde aquí se ve hermoso.
Las nubes de tormenta desde el Este avanzan rápido, por lo que después de las actividades de cumbre, comenzamos el descenso. Llegamos al vivac con tiempo como para “picar algo” y preparar las mochilas: dado el estado del tiempo, decidimos seguir bajando hasta los vehículos hoy mismo.
En pocos minutos de marcha, ya quedamos envuelto en nubes y aire húmedo. De vez en cuando algunas gotas nos anticipan la tormenta que se está desarrollando en el llano. Vamos bajando por la quebrada y nos seguimos maravillando de los lugares que recorremos. Las extensas vegas, los arroyos, los animales, y volvemos a confirmar la importancia de la existencia de una reserva que proteja todo este ambiente alto-andino. Son las 17:30 cuando vamos llegando nuevamente a las vegas del Yaucha, nuestro punto de partida. Mientras unos van a buscar las camionetas, los otros nos ponemos a sacar fotos, preparar cargas y conversar sobre la actividad realizada: en 3 días de montaña, pudimos conocer dos prominentes cerros de la cuenca del Diamante. Una de ellas, el Laguna Norte, había esperado 52 años que alguien volviera a subirla.
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